¡Feliz cumpleaños! España. 40 años de democracia, 40 años de avance y progreso. Hoy en un día de celebración, un día importante para el país. España es una Nación, un País formado por regiones, comunidades, pueblos libres, diversos y diferentes y eso hace más rica si cabe a esta España nuestra, por tanto, que nadie abanderando un pueblo se erija defensor de la libertad atropellando libertades; recordemos que la libertad individual termina donde empieza la del semejante.
Hoy día 6 de diciembre de 2018, el Congreso conmemora que hace 40 años decidimos vivir en democracia amparados en unas normas que rige la convivencia. La Casa de todos lo celebra con representación de todos los pueblos españoles y con la presencia de los reyes, Don Felipe y Doña Letizia, y los reyes eméritos Don Juan Carlos y Doña Sofía. La presidenta del Congreso de los diputados, Ana Pastor, en su intervención nos ha recordado las vicisitudes de las diferentes fuerzas políticas de hace 40 años, para alcanzar consensos y llegar a acuerdos, y a pesar de las diferencias ideológicas lograron redactar y consolidar las leyes y normas constitucionales que nos enmarcan a todos los españoles dentro del marco de la Constitución. La Carta Magna es un reglamento de convivencia y concordia, de derechos y deberes que nos protege y nos une, y aquel que busque en política lo políticamente incorrecto para beneficio propio, no puede tener cabida en las instituciones democráticas.
A continuación, transcribo el largo e interesante discurso del día de hoy de Ana Pastor, en la que en todo momento se dirigió a los reyes de España para refrendar y reafirmar a la Constitución como marco de progreso, concordia y convivencia:
A continuación, transcribo el largo e interesante discurso del día de hoy de Ana Pastor, en la que en todo momento se dirigió a los reyes de España para refrendar y reafirmar a la Constitución como marco de progreso, concordia y convivencia:
Señor, Señora,
Hace poco más de un año, las Cortes Generales recibieron a Vuestras Majestades para celebrar el 40 aniversario de las primeras elecciones de nuestra democracia.
Hace poco más de un año, las Cortes Generales recibieron a Vuestras Majestades para celebrar el 40 aniversario de las primeras elecciones de nuestra democracia.
Aquellas en las que, como escribió Julián Marías, España pasó a estar en manos de los españoles.
Hoy, en la sede de la soberanía, la Nación, con el Rey al frente, celebra el cuadragésimo aniversario de la Constitución de todos.
Y somos todos, Señor, los que hoy debemos felicitarnos.
Felicitarnos tanto por el proceso de su elaboración como por todo aquello que su vigencia nos garantiza.
Felicitarnos porque, después de demasiados años de diferencias y disputas, fuimos capaces de encontrarnos en un proyecto común.
Fue aquella una etapa de un debate político tan vivo como civilizado, en la que imperó la capacidad de renuncia y transacción en aras del acuerdo.
Una etapa en la que, recogiendo lo mejor de nuestra Historia, pusimos en marcha nuestro deseo de hacer de España una Nación de las más avanzadas.
En aquel año y medio de proceso constituyente, la ciudadanía fue extraordinariamente activa y estuvo rigurosamente informada gracias a unos medios de comunicación atentos a cada detalle, con periodistas conscientes de la magnitud histórica del empeño.
No faltaron dificultades, tensiones e intentos de hacer descarrilar el proceso. Y aunque no teníamos la experiencia que tenemos hoy, prevaleció la voluntad de ese gran acuerdo nacional que se plasmó en la Constitución y que culminó con su aprobación rotunda y masiva en todas y cada una de las provincias españolas.
Ese amplísimo respaldo la dotó de una radical e incuestionable legitimidad.
Y debemos felicitarnos también por su vigencia, porque con ella se ha cimentado la estabilidad democrática que nos ha permitido construir los mejores 40 años de nuestra historia en torno a principios y valores compartidos.
Principios como la pluralidad política y la convivencia en libertad a los que se refirió Vuestro Padre, el Rey don Juan Carlos, en julio de 1977, en la apertura de las Cortes que Él declaró Constituyentes. Cito Sus palabras:
“Las diferentes ideologías aquí presentes no son otra cosa que distintos modos de entender la paz, la justicia, la libertad y la realidad histórica de nuestra Patria. La diversidad que encarnan responde a un mismo ideal: el entendimiento y la comprensión de todos. Y está movido por un mismo estimulo: el amor a España”.
Permitidme, Señor, que muestre mi respeto, gratitud y afecto a sus Majestades, el Rey Don Juan Carlos y la Reina doña Sofía, por tantos años de servicio y entrega a España.
Señor, Señora,
Hoy es también el momento de recordar pero, sobre todo, de agradecer a los españoles que protagonizaron la Transición.
El paso de la dictadura a la democracia fue posible gracias al compromiso de trabajar, con diálogo y voluntad de acuerdo, en un proyecto común que se llama España, y que expresó con palabras certeras ese gran político que fue Adolfo Suárez.
“Todos los españoles teníamos que llegar –sin abdicar de nuestras propias ideas y creencias– a un acuerdo esencial, a un pacto fundamental de concordia que es necesario renovar cada día.
Creo que así lo hicimos bajo el amparo de la Corona.
Así creo que lo debemos seguir haciendo en torno a la Constitución y su cumplimiento, y en torno a la Monarquía y a esa realidad común que se llama España”.
Con optimismo y esperanza en el futuro, hoy volvemos una mirada agradecida a las mujeres y los hombres que, como el presidente Suárez, con generosidad y patriotismo, ayudaron a hacer realidad la España constitucional, la España de hoy y de mañana.
Hombres y mujeres que, como expresasteis el año pasado en este mismo Salón de Sesiones, merecen “el mayor respeto, gratitud y admiración”, pues –decíais– “hicieron posible, con responsabilidad y sentido de Estado, este gran avance colectivo”. Muchos de ellos, o sus familias, están hoy con nosotros.
Señor, Señora, Ese proyecto común pudo llegar a buen puerto porque hubo unos valores que guiaron aquella tarea. Valores que quiero recordar con las palabras de los propios ponentes constitucionales. “La Constitución es un ámbito de integración”, dejó escrito Gregorio Peces-Barba. Y, efectivamente, es una obra forjada entre todos para servir a todos.
“Pudimos hacer la Constitución de la concordia porque previamente estábamos ya concordes.
Pudimos hacer la Constitución de la reconciliación porque previamente nos habíamos ya reconciliado”, nos decía Gabriel Cisneros.
Ese compromiso de entendimiento, concordia y reconciliación, para que nadie quedase excluido, forjó el consenso, la herramienta más útil de la Transición.
Ese consenso nos permite reivindicar y hablar con orgullo de nuestra Transición como un admirable logro político que debe perdurar.
Nunca deberíamos olvidar que los constituyentes, buenos conocedores de nuestra Historia, sabían lo caro que España ha pagado el error de hacer Constituciones de parte, de unos en detrimento de otros o, peor aún, de unos contra otros.
Vuelvo a acudir a palabras de ponentes constitucionales.
Si José Pedro Pérez Llorca ha escrito que “La Constitución no nació políticamente contra nadie”, recordando que fue un “hecho casi inédito en nuestra historia”, Jordi Solé Tura fue muy claro al decir: “No pretendimos en ningún momento hacer una Constitución de corte ideologista”.
Esa actitud integradora fue la que inspiró toda la acción política de entonces. Una época en la que se aceptaban como propias incluso las opiniones de los adversarios.
Sirvan como ejemplo las palabras del entonces líder socialista, Felipe González, en su intervención en el Pleno que aprobó el proyecto de Constitución:
“No decimos los socialistas que la Constitución sea absolutamente identificable con nuestros propósitos, pero la aceptamos, la apoyamos y la defendemos sin ningún tipo de reservas (…) desde el artículo 1 hasta la disposición final”.
Ésa es nuestra Constitución. La de la concordia, la de la integración, la de la generosidad, la del patriotismo: La Constitución del consenso.
Es la Constitución que nos ha permitido, con una intensa actividad legislativa, tomar importantes decisiones sobre nuestra organización política, social y económica, y desarrollar nuestro Estado del Bienestar;
Es la que ha permitido la creación del Estado de las Autonomías, y ha garantizado la autonomía de nuestros entes locales. Unas y otros han contribuido a una España mejor, y han creado el Estado europeo más descentralizado y próximo a los ciudadanos;
Ha sido, en fin, la que ha permitido que los españoles elijan a sus representantes en las Cortes Generales en 12 ocasiones, dando paso a Gobiernos de distinto signo político.
Gobiernos de una Nación que ha mostrado una gran madurez democrática; gobiernos de una sociedad tolerante, solidaria y emprendedora.
Señor, Señora,
Hoy no están con nosotros los dos primeros presidentes del Gobierno de nuestra democracia, Adolfo Suárez y Leopoldo Calvo-Sotelo.
La suya no fue una etapa fácil, pero sí ilusionante. España era observada por el mundo.
Los presidentes y todos los españoles estuvimos a la altura de la oportunidad histórica que se nos presentó.
Fue en aquellos años cuando nuestra Constitución empezó a desplegar todos sus efectos para la transformación de España.
Cuando se puso en marcha el Estado autonómico y se iniciaron los primeros pasos para la integración de España en Europa, y para posicionarnos con las mejores democracias del mundo.
Cuando se hizo frente al lacerante y constante ataque terrorista, y se pudo sofocar una intentona golpista.
Nuestra democracia resistió aquellos embates y se hizo más fuerte. Gracias por tanto sacrificio.
Hoy nos acompañan Felipe González, José María Aznar, José Luis Rodríguez Zapatero y Mariano Rajoy. A todos debemos reconocer y agradecer su contribución para hacer una España mejor.
Como presidentes, lideraron proyectos tan importantes como nuestro ingreso en las Comunidades Europeas y la creación de la Comunidad Iberoamericana; como nuestra incorporación al euro o la plena integración en la Alianza Atlántica;
como la Ley de Dependencia o nuestra incorporación al G-20;
o como la superación de una crisis sin caer en el rescate y la creación de empleo tras salir de la peor recesión.
Cada Gobierno ha contribuido a continuar la Historia de España en un ejercicio de suma constante. Sobre las bases de lo ya realizado se ha seguido avanzando.
Al actuar así, el país ha gozado de una innegable estabilidad que debemos preservar.
Porque si queremos que el país avance y tenga éxito, no se debe hacer tabla rasa de sus mejores logros colectivos, ni caer en el extremismo olvidando la concordia.
Permitidme traer aquí las palabras de un gran jurista, Francisco Tomás y Valiente, que fue el segundo Presidente del Tribunal Constitucional.
Con su recuerdo, rendimos también homenaje a todos los que, como él, han sido víctimas del terrorismo. El terror –bajo todas sus formas, todos sus ropajes y todas sus excusas–, además de su absoluta inmoralidad, será siempre derrotado por la ley, la justicia y la libertad. Esa lacra no consiguió ni conseguirá doblegarnos.
Decía Tomás y Valiente:
“Entre la exaltación nacionalista y el olvido de la realidad nacional de España (…), entre unos y otros extremos tiene cabida la conciencia de pertenecer a una realidad histórica nacional (…). Ni en la raza, ni en la sangre, ni en la historia la pureza es lo que vale, sino el mestizaje. Nuestra historia es rica porque es diversa y es plural”.
Señor, Señora,
Así es. Al echar la vista atrás a nuestra Historia reciente -rica, porque es diversa y plural- vemos los resultados de ese empeño de creación y continuidad histórica que puso en marcha la Constitución.
Como dejó escrito Manuel Fraga: “para ser creador hay que tener raíces”.
En estos años, España -una de las Naciones más antiguas del mundo y con Historia más fecunda- se ha convertido en una de las más modernas y con un futuro más prometedor.
Se trata de una tarea inacabada. Pero, gracias a la democracia, España es uno de los países que más ha cambiado a mejor.
Me parece oportuno recordar el consejo de Josep Tarradellas, referido -desde Cataluña- al conjunto de España:
Se trata “de no pensar en todo cuanto enturbia nuestra voluntad de cara a un destino mejor, y llevar a cabo una amplia y generosa unidad realizada sin rencores y demagogias, tocando de pies en el suelo para poder ir hacia adelante sin vacilaciones. Entonces sí que obtendremos la victoria que nos permitirá vivir con bienestar y libertad”.
La formidable transformación de la vida de los españoles ha sido nuestra victoria. Y tenemos muchos protagonistas a los que recordar y agradecer:
A tantas figuras políticas relevantes.
A las Cortes Generales.
A los partidos políticos.
A las organizaciones sindicales, patronales, asociaciones y organizaciones no gubernamentales.
Y a todas las instituciones que se pusieron en marcha con la democracia.
Pero es de justicia reconocer que el verdadero protagonista ha sido y es el pueblo español, somos ´nosotros’.
Un ʿnosotrosʾ, la Nación, único e indivisible titular de la soberanía que reconoce la Constitución, y que la antecede, porque constata la evidencia histórica y social de ser españoles.
Un ʿnosotrosʾ, el pueblo español, que -con el reconocimiento constitucional de las Comunidades Autónomas- ha podido crecer con toda la diversidad de su riqueza histórica, cultural y lingüística.
Un ‘nosotros’ que ha conseguido, en fin, ser una sociedad responsable, dinámica y creativa.
Señor, Señora,
Entre todos hemos desarrollado una sólida institucionalidad, amparada en el imperio de la ley, la separación de poderes y la libertad.
De la primera a la última, tenemos que estar muy orgullosos de todas las instituciones de nuestra Monarquía Parlamentaria.
El anclaje institucional que ofrecen los distintos poderes del Estado;
las Cortes Generales, el Gobierno, el Poder Judicial, el Tribunal Constitucional;
las Comunidades Autónomas y corporaciones locales;
las Fuerzas Armadas y los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad;
todos los servidores públicos y, en definitiva, todas las instituciones y su solidez, son la mejor garantía de estabilidad y de certidumbre.
Hoy decimos con orgullo que acertamos con el marco institucional del que nos dotamos con la Constitución.
Como acertamos también en que el acuerdo que logramos en torno al texto constitucional se haya mantenido, con muy pocas excepciones, para configurar lo que hemos venido en llamar el bloque de la constitucionalidad.
Las instituciones democráticas son el terreno más fértil para que fructifique toda la capacidad creadora de una sociedad. Gracias a todos.
Señor, Señora,
No quiero caer en ningún triunfalismo, pero no hay duda de que España es hoy más libre y abierta, más próspera y solidaria…
La conmemoración de este 40 Aniversario de la Constitución -con el apoyo inestimable del Consejo Asesor y del Gobierno de España- ha querido presentar a los españoles de hoy lo mucho que ha mejorado nuestro país en estos años.
Que hoy seamos el segundo país con mayor esperanza de vida del mundo, y que llevemos varias décadas liderando las donaciones de órganos y trasplantes, entre otros muchos logros que podría citar, refleja que estamos hablando de un gran país.
Nada ha sido fruto del azar. Ha hecho falta mucho esfuerzo, tesón y sacrificio del conjunto de la sociedad española, mucha ilusión y sentido de la responsabilidad.
Y la Constitución ha sido, sin duda, el motor de esa transformación; el instrumento decisivo para mejorar la vida de las personas.
Así la vio, e invitó a verla, Santiago Carrillo, quien -en la sesión plenaria para aprobar el texto constitucional- dijo:
“…yo quiero terminar mis palabras, al confirmar nuestra aprobación de la Constitución, con un llamamiento a todas las fuerzas políticas y sociales de este país para que unamos nuestras voluntades a fin de empezar a dar soluciones a esos problemas concretos que son los de la vida diaria de cada uno de los ciudadanos de nuestro pueblo”.
Hoy somos una Nación moderna y preparada, referente en políticas sociales y de bienestar; comprometida con la igualdad entre mujeres y hombres. Esa Nación que derrotó al terrorismo de ETA.
Somos una Nación que tiene que estar orgullosa de lo conseguido. Aunque debemos estar atentos -para poner soluciones- a los problemas, demandas y aspiraciones de los españoles. En este momento, no puedo dejar de referirme a la lacra inaceptable de la violencia contra las mujeres.
Señor, Señora,
Si queremos seguir avanzando, y construir juntos un futuro de concordia y prosperidad, debemos aprender de las mejores lecciones de estas cuatro décadas.
La primera lección nos la enseñan los protagonistas de la Transición, con su forma de hacer política, con tolerancia y respeto, con moderación y visión de futuro, intentando alcanzar acuerdos con diálogo y voluntad de entendimiento. Así se ha creado, cuidado y engrandecido nuestro patrimonio de conquistas y mejoras.
Y la segunda lección, tan necesaria hoy en día, es que ningún avance está garantizado. Especialmente si no cuidamos algo tan importante como la convivencia.
Porque ningún camino, ningún atajo, merece la pena si pone en riesgo la convivencia.
Conseguimos culminar con éxito el tránsito de un régimen autoritario a una democracia plena cuidando la convivencia.
Aguantamos los embates del terrorismo cuidando la convivencia.
Y sabremos superar los desafíos que hoy enfrenta nuestra democracia cuidando el respeto y la convivencia. Son lecciones que tenemos la responsabilidad de transmitir a los que han tenido la suerte de nacer y crecer en democracia.
Cuando fuisteis proclamado Rey, dijisteis en esta Casa: “Mi fidelidad a la Constitución ha sido permanente, como irrenunciable ha sido -y es- mi compromiso con los valores en los que descansa nuestra convivencia democrática. Así fui educado desde niño en mi Familia, al igual que por mis maestros y profesores. A todos ellos les debo mucho y se lo agradezco ahora y siempre. Y en esos mismos valores de libertad, de responsabilidad, de solidaridad y de tolerancia, la Reina y Yo educamos a nuestras Hijas, la Princesa de Asturias y la Infanta Sofía”.
Siguiendo Vuestro ejemplo, a nosotros también nos corresponde agradecer a nuestros padres y maestros el legado que nos han transmitido, y trasladárselo a los niños y jóvenes, porque la Nación es una sucesión entrelazada de generaciones.
Me viene a la memoria Vuestra imagen, en este mismo Salón de Sesiones junto a Vuestros Padres, en el acto solemne de la firma de la Constitución que hoy celebramos. Teníais edad parecida a las de la Princesa de Asturias y la Infanta Sofía, que hoy nos acompañan. Ellas pertenecen a una de esas generaciones de españoles más jóvenes que han tenido la fortuna de nacer en democracia. Una fortuna que puede llevar a pensar que todo fue fácil, cuando sabemos que, si lo logramos, fue gracias a mucho esfuerzo y sacrificio, tolerancia y generosidad. Así se lo debemos transmitir a nuestros jóvenes - los protagonistas del futuro- para que España siga siendo ese país abierto, solidario, próspero y libre que pusimos en marcha con la Constitución.
Señor, Señora:
En todos estos años, la Constitución ha sido el marco en el que se ha desarrollado nuestra convivencia, con su aplicación cotidiana por todas las instituciones y su interpretación por el Tribunal Constitucional. Nunca ha sido un candado. Como toda obra humana, es perfectible y admite reformas. Ya ha tenido algunas.
Permitidme –a este respecto- que utilice unas palabras recientes de Miguel Herrero y Rodríguez de Miñón. Decía textualmente:
La reforma de la Constitución “es posible porque lo prevé la propia norma fundamental. Pero es deseable –si alguna vez se reforma– (que sea) por los defectos que pueda tener, no alegando simplemente su antigüedad. (…) La Constitución puede y debe ser reformada si la reforma es concreta, es decir, si se sabe qué se quiere reformar y para qué se quiere reformar, y no reformar en abstracto, que equivale a no reformar”.
Debemos tomar como ejemplo la prudencia y sabiduría de los constituyentes. Ninguna Constitución debería reformarse con menos acuerdo del que la creó.
En palabras de Miquel Roca, “la Constitución tiene margen para muchas cosas, pero al margen de la Constitución no cabe nada”.
El futuro está en nuestras manos, en la de todos. Y debemos construirlo cuidando lo que tenemos; sin retroceder.
En España, hace 40 años, ganó la democracia.
Ganó la esperanza en el futuro.
Ganó gracias a la valentía, la determinación, la generosidad y la amplitud de miras del conjunto de los españoles. Se lo debemos a ellos.
A un pueblo lleno de talento y capacidad creativa, esfuerzo y voluntad, al que no le han faltado problemas y que ha estado a la altura, tanto en momentos de bonanza como de dificultad. Muchos pensarán que algunas cosas se podían haber hecho de otra manera, y quizá tengan razón. Pero acertamos en elegir el mejor camino: el del entendimiento.
Decía Vuestra Majestad en esta tribuna, con ocasión del cuadragésimo aniversario de nuestras primeras elecciones democráticas:
“El coraje, la valentía, la ilusión, la determinación y la esperanza deben seguir plenamente vigentes en nuestro ánimo para proyectar nuestra convivencia hacia el futuro y seguir impulsando el progreso de la Nación Española”.
Ha sido una historia de éxito. Hemos acertado.
Hace 40 años se trataba de superar una larga dictadura y ser una Nación democrática plenamente integrada en la Europa de la libertad. Y si lo logramos entonces, ¿cómo no vamos a conseguirlo ahora también?
Es verdad que tenemos nuevos retos:
Un crecimiento inclusivo que tenga como prioridad el empleo, salarios dignos, la atención a los mayores y a todas las personas vulnerables.
Un cambio climático que hay frenar.
Avances científicos y tecnológicos ante los que no podemos quedarnos atrás.
Un proyecto Europeo que debemos cuidar y fortalecer porque es el mejor espacio de democracia y libertad.
Un mundo global en permanente transformación que nos exige un multilateralismo eficaz.
El futuro sigue estando en nuestras manos.
Debemos tener confianza porque tenemos el método y tenemos el marco:
El método es ese espíritu de acuerdo, concordia, diálogo y colaboración que hemos practicado con éxito en los momentos de avance y recuperación de estos 40 años.
Y el marco es nuestra Constitución, que es la forma que dimos los españoles a nuestra convivencia en libertad.
Si lo conseguimos entonces no es solo por lo que hicimos, sino por cómo lo hicimos, y porque no nos atenazó ni el miedo ni el inmovilismo.
Hoy es el momento de que todos los españoles renovemos este gran Pacto Constitucional.
Señorías, es lo que el pueblo español demanda a sus representantes.
Porque la Constitución ha sido, es y será la mejor guía para encauzar los retos que, como Nación, nos depara el futuro.
Al celebrar los primeros 40 años de la Constitución -y desearle larga vida- estamos declarando nuestra confianza en el futuro: un futuro mejor de todos y para todos.
Muchas gracias a todos los españoles. Señor.
Fotografía: Internet
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