sábado, 21 de enero de 2017

Pedir disculpas

Una persona se disculpa con su pareja.


Durante el largo periodo de nuestra vida, todos habremos cometidos errores, porque somos humanos, aunque creo que lo realmente humano es tener la valentía de reconocerlos y disculparnos por ello, ya que nuestros errores siempre dejan víctimas y, a ellas debemos pedir perdón por el mal que le pudimos ocasionar.

No es sencillo pedir disculpas y mucho menos lo es que las acepte la persona ofendida. El arte de disculparnos solo lo domina una pequeña parte de la población, y es que a veces puede más el ego personal que admitir que hemos hecho algo mal que puede haber afectado a otro. Una vez que hemos asumido nuestra responsabilidad, llega el paso más complicado aun si cabe: pedir perdón.

Llegado este momento, nos asaltan las dudas. ¿Cómo se lo digo? ¿Le doy una explicación larga o me limito a disculparme? ¿Le llevo algún regalo? Un sinfín de cuestiones que nos hacen sentir inseguros y que no aseguran que el perdón sirva para algo bueno. En esta circunstancia, la educación recibida juega un papel importante, porque muchas veces se piensa que disculparse es signo de humillación y de debilidad; nada más lejos, es señal de valentía y de buenos principios, porque se cuenta con la virtud de reconocer los errores. Según algunos estudios a la mujer le cuesta menos disculparse que a los varones, yo pienso que no es cuestión de sexo, sino de responsabilidad y solidaridad.

Aunque no sea sencillo pedir disculpas, existen reglas básicas para acertar sin incurrir en la falsedad. Ahora el hecho de pedir perdón será mucho más fácil gracias a las pautas que nos marcan reputados psicólogos, como Harriet Lerner, que nos da estos diez consejos para ayudarnos a resolver la difícil situación de enfrentarnos a nuestros propios errores. Estos son los pasos a seguir:

1. Corto y dulce
Lo mejor es que no te extiendas en disculpas muy largas. Es pedante y nada necesario. Además, corres el riesgo de que la otra persona acabe enfadándose más. Un perdón directo y breve es dos veces bueno. Recuerda que la clave es limar asperezas y que la otra persona sabe de tu arrepentimiento, además de allanar el terreno para una conversación futura más profunda.

2. No hables de ti
No te conviertas en el protagonista de tu pretexto. No intentes justificarte ni expresar tus sentimientos. Aquí el único protagonista es la persona ofendida, clávatelo a fuego. Frases como «estoy tan avergonzado» o «soy una persona horrible, me siento fatal» no harán más que agravar el problema. Si la parte dañada comienza a sentir la necesidad de consolarte, mal asunto. Solo discúlpate de forma sincera, y guarda tus emociones para una charla posterior.

3. No pidas que te perdonen
Relacionado con lo anterior, está la necesidad de ser perdonado. Olvídate de decir «¿me perdonas?» o «por favor, acepta mis disculpas». No estás en condición de exigir nada, recuerda que quien ha fallado aquí eres tú. La parte dañada verá si le sirven tus excusas o no, y debes darle el tiempo que estime necesario. Si solicitas su exculpación, parecerá que solo te has disculpado para sentirte tú mejor.

4. Di que te digan cómo arreglarlo
Recuerda que la protagonista es la persona ofendida, y debes hacer que se sienta como tal. Si el perdón no va a buen puerto siempre tienes la opción de pedir que te digan cómo restaurar el daño causado. «¿Qué puedo hacer para corregirlo / remediarlo / compensarlo?» es la frase mágica. Si te dice que no puedes hacer nada, no insistas, retírate. Muchas veces, la persona ofendida solo necesita tiempo para digerir todo y pensar si te quiere seguir teniendo en su vida como antes de aquello.

5. Que sea de verdad
Para pedir perdón de forma eficaz es necesario ser consciente de que se ha hecho un daño importante al otro. Hay que ponerse en su lugar e intentar sentir el dolor que está sintiendo la persona dañada. Si tus disculpas no son sinceras, no servirá de nada. Un perdón de verdad y con sentimiento vale más que diez falsos. Recuerda: solo se trata de ser empático y de que el otro vea que de verdad lo estás sintiendo y te sientes mal por lo realizado. Lo mejor es que no te extiendas en disculpas muy largas. Es pedante y no es necesario. Un perdón directo y breve es dos veces bueno.

6. Promete que no volverá a ocurrir
Al sentido «perdón» ha de sumarse un «no volverá a ocurrir». La confianza y amor que tenía el otro en ti está dañado por lo que has hecho, y darle un mínimo de seguridad en el futuro le hará más fácil perdonarte. No lo repitas, con una sola vez es suficiente. Y, como hemos dicho, dilo solo si lo sientes de verdad.

7. Nunca añadas un «pero…»
La parte afectada solo quiere escuchar una disculpa sincera, así que no intentes buscar explicación o excusas que minimicen el daño que has causado. Lo hecho, hecho está, y ahora no es el momento de dar justificaciones. «Lo siento, pero no tenía opción» o «perdona, pero no pensé que…» es un error garrafal que no hará más que agrandar el entuerto y teñir de falsedad tu excusa. Las explicaciones déjalas para la conversación posterior.

8. Tampoco un «si…»
Ni «pero», ni «si». «Lo siento si te ha molestado» o «perdona si sientes que fui desconsiderado…» son un error total. Es como si estuvieras diciendo que para ti no es ofensivo lo que has hecho, pero como a la otra persona le ha molestado pues te disculpas. Tu perdón acabará pareciendo falso.

9. Muestra las palmas de las manos
Adopta esta regla de oro del lenguaje no verbal: mostrar la palma de la mano mientras te explicas. Cuando queremos que el otro sepa que estamos siendo sinceros, debemos enseñarle las palmas, un gesto que será interpretado como sinceridad y franqueza. Si estás siendo realmente sincero, este gesto te saldrá solo. Si no, siempre puedes provocarlo para que la otra persona te perdone, aunque, como te hemos dicho, si la disculpa no es sincera, no la hagas.

10. Puedes llevar una ofrenda
Si has despreciado a un hermano o a tus padres, abre tu corazón y deja que tus sentimientos se muestren con sinceridad. En los auténticos sentimientos aflora el cariño verdadero y frente al cariño nadie se resiste.

Si has dañados a tus padres o a un hermano, el mejor regalo es mostrarle tu arrepentimiento, con sinceridad cuéntales el porqué le heriste y cómo te has sentido emocionalmente y si necesitabas reconciliarte y mostrarles tus buenos sentimientos. Si has ofendido a un compañero de trabajo no está de más disculparte con un desayuno. Si la lastimada ha sido tu pareja, siempre puedes comprarle unas flores. En estos casos, llevar una ofrenda aumenta tus posibilidades de ser perdonado por el otro. Es un detalle que refleja interés y arrepentimiento, demuestras que la otra persona te importa y que lo lamentas de verdad. Pero no te lo tomes como algo personal si no acepta el obsequio, pues si te perdona seguramente lo acabará aceptando.

Fotografía: Paula Fernández, cc.

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