El rey era muy temido por sus súbditos, por lo cruel que era con sus prisioneros de guerra. Nada más capturarlos, los llevaba a una enorme sala y los colocaba en el centro. Gritándoles con furia, les decía:
—Les daré una oportunidad de salvar sus vidas. Miren hacia el lado derecho. Ahí están mis soldados, armados con arcos y flechas.
Ante los rostros horrorizados de los cautivos, proseguía:
—Ahora, dirijan sus miradas a la izquierda.
Todos obedecían y sus miradas topaban con una enorme puerta negra, rodeada de cadáveres humanos esparcidos por el suelo.
—Escojan ustedes. O las flechas o la puerta negra —concluía el monarca.
Y la mayoría prefería morir atravesados por flechas, un final rápido y mucho menos cruel.
La guerra terminó y un día uno de los soldados del pelotón de arqueros estaba haciendo guardia ante la enorme puerta. Viendo pasar al rey, se atrevió a interrumpirle:
—Señor, discúlpeme, pero, ¿qué es lo que hay detrás de esta puerta negra?
—Ábrela tú mismo y lo verás —le respondió.
Sin poder controlar el pánico, abrió con cautela el portón y empezó a entrar una brillantísima luz y un olor de hierba fresca. La puerta llevaba a la libertad.
En la vida hay que ser valientes y arriesgar, enfrentarse a los miedos e inseguridades que nos impiden avanzar para poder conseguir nuestros objetivos y alcanzar la felicidad.
No hay comentarios :
Publicar un comentario