Cuando nosotros pensamos en grande, nuestra imaginación va más allá de los campos abiertos hacía espacios siderales, y éstas grandes experiencias tienen que ver con los sentimientos en las relaciones humanas.
En la vida no hay nada que satisfaga más que querer y sentirte querido; el amor lo invade todo con su cariño y ternura.
Cuando nos toca la ternura experimentamos la sensación más auténtica y verdadera. Este sentimiento excede la reflexión y va más allá del análisis, dejándonos cara a cara con la verdad en sí misma, frente al cual todos somos vulnerables, frente al cual nos rendimos.
La verdad del Amor es una vida ilimitada en plenitud y espíritu, el cual realmente desborda y remueve todos los obstáculos egoístas, porque el Amor es servicio, entrega y felicidad compartida, el cual no disminuye y se mantiene en crecimiento.
Existen muchas razones de ternura alrededor de nosotros, ésta es la verdad más grande de la vida que se encuentra en las pequeñas cosas del día tras día.
Reflexionemos y no dejemos perder lo fundamental, no tenemos que viajar a lugares lejanos, dado que en frente de nosotros se encuentra la felicidad de la vida.
La felicidad de mi vida se la debo a mis padres que me llenaron de ternura. Aquella ternura con la que se unieron aquel 19 de enero de 1949.
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