Cuando Dogen regresó de China, tras haber estudiado allí el zen durante años, le preguntaron:
—¿Qué clase de nobles enseñanzas has traído?
A lo que él contestó:
—He vuelto con las manos vacías.
Cuando llevas muchos años practicando la meditación y el autoconocimiento te das cuenta que éstas conllevan al desapego. Y gracias al desapego puedes disfrutar mejor de la vida: sin celos, sin posesiones, sin egoísmo, sin envidia.
Todos los antivalores vienen del apego a lo material.
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