No puedo darte soluciones para todos los problemas de la vida,
ni tengo respuestas para todas tus dudas o temores,
pero puedo escucharte y buscarlas junto contigo.
No puedo cambiar tu pasado ni tu futuro,
pero cuando me necesites, estaré junto a ti.
No puedo evitar que tropieces,
solamente puedo ofrecerte mi mano para que te sujetes y no caigas.
Tus alegrías, tu triunfo y tus éxitos no son míos,
pero disfruto sinceramente cuando te veo feliz.
No juzgo las decisiones que tomas en la vida.
Me limito a apoyarte, estimularte, aconsejarte y ayudarte si me lo pides.
No puedo impedir que te alejes de mí,
pero sí puedo desearte lo mejor y esperar a que vuelvas.
No puedo trazarte límites dentro de los cuales debas actuar,
pero sí te ofrezco el espacio necesario para crecer.
No puedo evitar tu sufrimiento cuando alguna pena te parta el corazón,
pero puedo llorar contigo y recoger los pedazos para armarlo de nuevo.
No puedo decirte quién eres ni quién deberías ser,
solamente puedo quererte cómo eres y ser tu madre o tu hermana.
Solo recuerda… Todo tiene una razón.
¡Es tiempo de que la busquemos juntos!
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