miércoles, 14 de enero de 2015

El amigo interior

Un sufi llegó a una remota aldea donde no conocía a nadie. Después de hablar con algunas personas notó que tenían una inusual avidez de conocimiento espiritual. Fue invitado a compartir sus conocimientos en una reunión organizada para ese fin, aunque de entrada dudó, aceptó la invitación, aun sin sentirse seguro para transmitir sus conocimientos espirituales.
A la reunión asistió mucha gente y el sufi se encontró con una audiencia extremadamente receptiva a lo que él decía, y lo más significativo fue, que descubrió que era capaz de expresar sus enseñanzas con una elocuencia que jamás había experimentado. Se fue a dormir esa noche sintiéndose muy complacido.
Al día siguiente se encontró con un anciano de la aldea, se saludaron como hermanos y el anciano le expresó su gratitud por la velada anterior. El sufi estaba comenzando a sentirse muy especial. Incluso se dijo a sí mismo que había sido guiado a esa aldea para impartir la sabiduría que había acumulado a lo largo de sus muchos años de entrenamiento y servicio, y tal vez, si la gente se lo pidiera, se podría quedar con ellos por un tiempo para ofrecerles instrucción adicional para el crecimiento espiritual. Ciertamente se trataba de una comunidad merecedora y sincera… Justo en ese momento, el anciano lo invito a otra reunión esa tarde.
Los aldeanos se reunieron de nuevo, pero esta vez eligieron al azar a uno de los asistentes para que se dirigiera a la asamblea. Éste también dio un discurso muy elocuente, lleno de mensajes de sabiduría. Después de la reunión el sufi se encontró otra vez con el anciano.
Éste le dijo:
—Como puedes ver, el Amigo nos habla desde muchas existencias. Aquí somos todos especiales y receptivos a la Verdad y por eso la Verdad se puede expresar con facilidad. Aprende que el Yo que se sintió tan complacido anoche y el Yo que se siente apocado esta noche son ambos irreales. Póstralos a ambos ante el Amigo interior si quieres encontrar sabiduría y deja que los demás te valoren.

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