sábado, 31 de enero de 2015

La ceguera del triunfo

Un león estaba dormitando tranquilamente bajo uno de los pocos árboles que quedaban en la sabana, cuando un insolente mosquito interrumpió su siesta.
El insecto quería retarle a un enfrentamiento y el felino cada vez más enfadado, aceptó para quitárselo de encima cuanto antes.
El mosquito no le dejó ni reaccionar y empezó a picarle sin parar, ahora en la cola, ahora en las orejas, ahora en el morro…
Por su parte, el león sacaba toda su fiereza en cada zarpazo intentando atrapar al endiablado insecto. Pero todos los esfuerzos del rey de la jungla fueron en vano y su cuerpo acabó hinchado como una bola por el veneno de las numerosas picaduras.
Aturdido y avergonzado aceptó su derrota mientras el voraz insecto, henchido de orgullo y de sangre, y haciendo alarde de su victoria se alejó del lugar bajo los efectos de la ceguera del triunfo.
Como estaba en una nube, el mosquito se descuidó y sin darse cuenta cayó en una gran telaraña. La araña al verlo se relamió de placer con el festín que se iba a dar…

Y es que en la vida los grandes éxitos no deben hacernos perder de vista lo fácil que podemos perderlo todo por un pequeño error.

viernes, 30 de enero de 2015

El desaliento

Corrió la noticia de que el diablo estaba liquidando sus herramientas de trabajo porque preparaba su retiro para dejar paso a las nuevas generaciones.
Llegado el día de la venta, como en un escaparate, todos los utensilios están desplegados por el suelo de la caverna: el odio, los celos, la envidia, la malicia, el engaño y muchas otras armas para hacer el mal.
En un rincón apartada de las demás, se encontraba una herramienta bastante más gastada y que llamaba poderosamente la atención de todos los presentes, pero su precio era tan elevado que nadie pudo pagarlo. 
Algo extrañados le preguntaron al diablo cuál era el nombre de ese lujoso objeto y el porqué de su desorbitado coste. Entonces, el diablo les respondió:
Esto que deseáis se llama desaliento y es tan caro porque es la herramienta más útil de todas, cuando las demás fallan, con ésta puedo doblegar las conciencias más firmes y entonces, puedo hacer con ellas lo que me place. Muy pocos saben que poseo esta arma y por eso puedo controlarlos a voluntad.

Verdaderamente, en el día a día hay muchas razones para caer en el desaliento;
el trabajo, la familia, los amigos,… 
pero mantente siempre firme y persiste en el esfuerzo para superarlo. 
No te doblegues a la voluntad de los malvados encubiertos y vencerás.

jueves, 29 de enero de 2015

La generosidad

Hacía tiempo que no me cruzaba con mi vecino y me paré un rato a hablar con él. Me comentaba que las cosas no le iban bien del todo, pero que había otros que realmente lo estaban pasando mal, como una familia del barrio que tenía siete hijos y que llevaban varios días sin apenas probar bocado. Aquello me dejó tocado y decidí llevarles un saquito de arroz para, al menos, aliviar un poco su necesidad. Cuando me abrieron la puerta y vieron lo que les traía, los niños hicieron una gran fiesta y, con los ojos llenos de felicidad, pidieron a su madre que pusiera la olla al fuego para cocinarles un plato calentito. La mujer no tardó en prepararles una sopita pero, antes de poner la mesa, llenó a rebosar un plato y salió a toda velocidad de casa. Cuando por fin regresó le pregunté:
—¿A dónde has ido tan deprisa?
Y ella me respondió:
—¡Mis vecinos también pasan hambre!
La mujer les había llevado la cena a los ancianos que vivían dos pisos más abajo. En ese momento, descubrí lo importante que es la generosidad.
No importa realmente que seas rico o pobre, que te sobre algo para compartir o que apenas tengas lo mínimo, lo que cuenta es que quieras ayudar a los demás, aunque sea con lo poco que tienes.

miércoles, 28 de enero de 2015

Los filtros

Tras una jornada más en la construcción del Templo, Hiram terminaba cansado, y para descansar el Maestro Hiram se recostó bajo el frescor del Ébano. Entonces se acercó su predilecto Maestro Constructor, quien le dijo:
—Maestro Hiram… Le voy a contar lo que andan diciendo del Segundo Maestro Constructor.
Hiram con su infinita sabiduría respondió:
—Calma, mi Maestro predilecto; antes de contarme algo que pueda tener relevancia, quiero saber si, ya hiciste pasar la información por los «tres filtros de la Sabiduría».
—¿Filtros de la Sabiduría? ¡Jamás me fueron transmitidos! —respondió el predilecto.
—No te los enseñé porque no había llegado el momento. Sin embargo, escúchame con atención. Todo cuanto te digan de alguien, pásalo por los «tres filtros de la sabiduría», y en el primero, que es la de LA VERDAD, yo te pregunto: ¿Tienes certeza de que lo que te contaron es realmente VERDAD?
Medio desorientado el Maestro respondió:
—Bueno, no tengo certeza realmente, sólo sé que me lo contaron.
Hiram continuó:
—Entonces, si no tienes certeza, la información se escurrió por los hilos del primer filtro y ahora reposa en el segundo, que es el filtro de la BONDAD. Yo te pregunto: ¿Es alguna cosa que te gustaría, dijesen de ti?
—De manera alguna Maestro Hiram. ¡Claro que no!
—Entonces tu historia acaba de pasar por los hilos de la segunda reja y cayó en las crucetas de la tercera y última y te hago la verdadera pregunta:
—¿Encuentras necesario hacer inquietar a tu Hermano y Compañero con esa historia sobre él mismo?
—Realmente Maestro Hiram, pensando con LA LUZ de la razón, no hay necesidad.
—Esa historia que me ibas a contar acaba de filtrarse por los hilos de la tercera reja, LA NECESIDAD, evaporándose sin dañar el prestigio ni la integridad de un inocente.
—Hoy he aprendido una buena lección, Maestro Hiram. De ahora en adelante no me dejaré llevar por todo lo que me cuenten, porque muchas veces tras falsas historias se esconde las malas intenciones de personas tóxicas, que quieren apagar la luz de los demás. Estos no viven ni dejan vivir.
—Bueno, ahora sabes utilizar los filtros, ya eres un Maestro. Vuelve a tu pueblo y construye tus Templos, pues has terminado tu aprendizaje.

martes, 27 de enero de 2015

La sopa de pato

Cierto día, un campesino fue a visitar a un gran Maestro, atraído por la gran fama de éste y deseoso de ver de cerca al hombre más ilustre del país. Le llevó como regalo un magnífico pato. El sabio, muy honrado, invitó al hombre a cenar y pernoctar en su casa. Comieron una exquisita sopa preparada con el pato.
A la mañana siguiente, el campesino regresó a su campiña, feliz de haber pasado algunas horas con un personaje tan importante. Algunos días más tarde, los hijos de este campesino fueron a la ciudad y a su regreso pasaron por la casa del Maestro y le dijeron:
—Somos los hijos del hombre que le regaló un pato.
Fueron recibidos y agasajados con sopa de pato.
Una semana después, dos jóvenes llamaron a la puerta del Maestro.
¿Quiénes son ustedes?
Somos los vecinos del hombre que le regaló un pato.
El Maestro empezó a lamentar haber aceptado aquel pato. Sin embargo, puso al mal tiempo buena cara e invitó a sus huéspedes a comer.
A los ocho días, una familia completa pidió hospitalidad al Maestro.
Y ustedes, ¿quiénes son?
—Somos los vecinos de los vecinos del hombre que le regaló un pato.
Entonces el Maestro hizo como si se alegrara y los invito al comedor.
Al cabo de un rato apareció con una enorme sopera de agua caliente y llenó los tazones de sus invitados. Luego de probar el líquido, uno de ellos exclamó:
—Pero… ¿qué es esto, noble señor? ¡Nunca habíamos comido una sopa tan desabrida!
El gran Maestro se limitó a responder:
Esta es la sopa de la sopa de la sopa de pato que con gusto les ofrezco a ustedes, los vecinos de los vecinos de los vecinos del hombre que me regaló el pato.
Todo tiene un límite... No se puede abusar de la generosidad de nadie.

lunes, 26 de enero de 2015

Un vaso de leche

Un día, un muchacho pobre que vendía mercancías de puerta en puerta para pagar sus estudios universitarios, tenía hambre y encontró que sólo le quedaba una simple moneda de diez centavos.
Decidió que pediría comida en la próxima casa. Sin embargo, sus nervios lo traicionaron cuando una joven y encantadora mujer le abrió la puerta. En lugar de comida pidió un vaso de agua.
Ella pensó que el joven parecía hambriento, así que le trajo un gran vaso de leche.
Él lo bebió despacio, y entonces le preguntó:
—¿Cuánto le debo?
—No me debes nada —contestó ella—. Mi madre nos ha enseñado a no aceptar pago por una caridad.
Él le dijo:
—¡Entonces, te lo agradezco de todo corazón…!
Cuando Howard Kelly se fue de la casa, no sólo se sintió más fuerte, sino que también su fe en Dios y en los hombres era más fuerte. El había estado listo a rendirse y dejar todo.
Años después esa mujer enfermó gravemente. Los doctores locales estaban confundidos. Finalmente le enviaron a la gran ciudad. Llamaron al Dr. Howard Kelly para consultarle. Cuando éste oyó el nombre del pueblo de donde venía la paciente, una extraña luz llenó sus ojos. Inmediatamente el Dr. Kelly subió del vestíbulo del hospital a su cuarto para verla.
La reconoció enseguida. Desde ese día él prestó la mejor atención a este caso. ¡Después de una larga lucha, ella ganó la batalla..! ¡Estaba totalmente recuperada..!
Como ya la paciente estaba sana y salva, el Dr. Kelly pidió a la oficina de administración del hospital que le enviaran la factura total de los gastos para aprobarla. Él la revisó y firmó. Además escribió algo en el borde de la factura y la envió a la paciente.
La factura llegó al cuarto de la paciente, pero ella temía ver la cuenta porque sabía que pagar dicho importe le supondrían los años que le restaba de vida. Finalmente miró y algo llamó su atención… En el borde de la factura leyó estas palabras: «Pagado por completo hace muchos años con un vaso de leche».

sábado, 24 de enero de 2015

El anillo de compromiso

Un muchacho entró con paso firme a la joyería pidió que le mostraran el mejor anillo de compromiso que tuvieran. El joyero le presento uno. La hermosa piedra, solitaria, brillaba como un diminuto sol, resplandeciente. El muchacho contempló el anillo y con una sonrisa lo aprobó. Pregunto luego el precio y se dispuso a pagarlo.
¿Se casa usted pronto? —le pregunto el joyero.
No —respondió el muchacho—. Ni siquiera tengo novia.
La muda sorpresa del joyero divirtió al comprador.
Es para mi madre —dijo el muchacho—. Cuando yo iba a nacer estuvo sola, nadie la apoyó y le aconsejaron que me matara y así se evitaría problemas. Pero ella se negó y me dio el don de la vida. Sola afrontó muchos problemas. Muchos. Fue padre y madre para mí. Fue mi amiga, mi hermana y mi maestra. Me hizo ser el hombre que soy. Ahora que puedo le compro este anillo de compromiso. Ella nunca tuvo uno. Yo se lo doy como agradecimiento de todo lo que ella hizo por mí, y como compromiso de que yo ahora haré todo por ella. Quizás algún día entregue otro anillo de compromiso, pero será el segundo.
El joyero no dijo nada, solamente ordenó a su cajera que le hiciera al muchacho el descuento que sólo se hacía a los clientes más importantes.

viernes, 23 de enero de 2015

Asamblea en la carpintería

Cuentan que en la carpintería hubo una vez una extraña asamblea. Fue una reunión de herramientas para arreglar sus diferencias.
El martillo ejerció la presidencia pero la asamblea le notificó que tenía que renunciar. ¿La causa? ¡Hacía demasiado ruido! Y además se pasaba el tiempo golpeando.
El martillo aceptó su culpa, pero pidió que también fuera expulsado el tornillo; dijo que había que darle muchas vueltas para que sirviera de algo.
Ante el ataque, el tornillo aceptó también pero a su vez pidió la expulsión de la lija. Hizo ver que era muy áspera en su trato y siempre tenía fricciones con los demás.
Y la lija estuvo de acuerdo, a condición que fuera expulsado el metro que siempre se la pasaba midiendo a los demás según su medida, como si fuera el único perfecto.
En eso entró el carpintero, se puso el delantal e inició su trabajo. Utilizó el martillo, la lija, el metro y el tornillo. Finalmente la tosca madera inicial se convirtió en un lindo mueble.

Cuando la carpintería quedó nuevamente sola la asamblea reanudó la deliberación. Fue entonces cuando tomó la palabra el serrucho, y dijo:
—Señores, ha quedado demostrado que todos tenemos defectos, pero el carpintero trabaja con nuestras cualidades. Eso es lo que nos hace valiosos. Así que no pensemos ya en nuestros puntos malos y concentrémonos en la utilidad de nuestros puntos buenos.

La asamblea encontró entonces que el martillo era fuerte, el tornillo unía y daba fuerza, la lija era especial para afinar y limar asperezas y observaron que el metro era preciso y exacto. Por tanto, no llames ‘defecto’ a lo que te hace útil. El que es útil ejerce un servicio y eso es una virtud.

jueves, 22 de enero de 2015

El halcón que no podía volar

Un rey recibió como obsequio dos pequeños halcones y los entregó al maestro de cetrería para que los entrenara.
Pasado unos meses el maestro le informó al rey que uno de los halcones estaba perfectamente, pero que al otro no sabía que le sucedía, no se había movido de la rama donde lo dejó desde el día que llegó.
El rey mandó a llamar a curanderos y sanadores para que vieran al halcón, pero nadie pudo hacerlo volar. Entonces, el monarca decidió comunicar a su pueblo que ofrecería una recompensa a la persona que hiciera volar al halcón.
A la mañana siguiente vio al halcón volando ágilmente por los jardines. El rey le dijo a su corte:
—Traedme al autor de este milagro.
Su corte le llevó a un humilde campesino. El rey le preguntó:
—¿Tú hiciste volar al halcón? ¿Cómo lo hiciste? ¿Eres acaso un mago?
Intimidado, el campesino le dijo al rey:
—Fue fácil, mi Señor. Sólo corté la rama y el halcón voló. Se dio cuenta que tenía alas y se echó a volar.

Nos pasa lo que al halcón. Muchas veces ponemos en duda nuestras capacidades, por comodidad o por miedos, y nos convertimos en dependientes, pudiendo sentir la satisfacción de ser autosuficientes.

miércoles, 21 de enero de 2015

Imágenes conmovedoras

Una chica fotografía un amanecer.

Conmovedoras que emocionan, porque la sensibilidad es parte de la ternura. Hace unos días me encontré en internet con una tierna historia con este titular: «La primera fotografía de 2015 que emociona a las redes sociales».
Se ve a un joven sentado en una silla y en su regazo sostiene a su anciana abuela con el mensaje siguiente: «En el pasado tú me tenías sobre tus piernas».

Esta es la historia: En Nochevieja reunidos los hijos y nietos de Antonia, y una vez terminada la cena, Giancarlo coge con ternura a su abuela en brazos, mientras le preparan la cama, ya que la anciana tiene una fractura de cadera y camina con dificultad, y es su prima de doce años quién realiza la foto.

martes, 20 de enero de 2015

¿Cómo va a ser tu día hoy?

Esta mañana, antes de que el reloj sonara, desperté emocionada por todas las cosas que tengo que hacer.
Tengo responsabilidades que cumplir hoy. ¡Soy importante! Mi trabajo es escoger qué clase de día voy a tener.
Hoy puedo quejarme porque el día esta lluvioso o puedo dar gracias a Dios porque las plantas están siendo regadas.
Hoy puedo quejarme de mi salud o puedo regocijarme de que estoy viva. 
Hoy puedo lamentarme de que mis padres no me dejaran fortuna o puedo sentirme agradecida de que me permitieran haber nacido para recibir la grandeza de sus valores y el honor de ser su hija.
Hoy puedo llorar porque las rosas tienen espinas o puedo celebrar que las espinas tienen rosas.
Hoy puedo quejarme porque tengo que ir a trabajar o puedo gritar de alegría porque tengo un trabajo.
Hoy puedo quejarme porque tengo que hacer las labores del hogar o puedo sentirme bendecida porque tengo un techo para cobijar mi mente, mi cuerpo y mi alma.
Hoy el día se presenta ante mí esperando a que yo le de forma y aquí estoy, soy la escultora. Lo que suceda hoy depende de mí, yo debo escoger qué tipo de día voy a tener…
Te deseo que tengas un gran día… a menos que tengas otros planes.

lunes, 19 de enero de 2015

Sé feliz a tiempo

Cuenta la leyenda que un hombre oyó decir que la felicidad es un tesoro escondido. A partir de aquel instante comenzó a buscarla.
Primero se aventuró por el placer y por todo lo sensual, luego por el poder y la riqueza, después por la fama y la gloria, y así fue recorriendo el mundo del orgullo, del saber, de los viajes, del trabajo, del ocio y de todo cuanto estaba al alcance de su mano, pero un día, en un recodo del camino, leyó un letrero que decía: «Le quedan dos meses de vida».
Aquel hombre, cansado y desgastado por los sinsabores de la vida se dijo:
Estos dos meses los dedicaré a compartir todo lo que tengo de experiencia, de saber y de vida con las personas que me rodean.
Y aquel buscador infatigable de la felicidad, sólo al final de sus días, descubrió que en su interior, en lo que podía compartir, en el tiempo que dedicaba a los demás, en la renuncia que hacía de sí mismo por servir, estaba el tesoro que tanto había deseado.
Comprendió que para ser feliz se necesita amar, aceptar la vida como viene, disfrutar de lo pequeño y de lo grande, conocerse a sí mismo y aceptarse así como se es, sentirse querido y valorado, pero también querer y valorar, tener razones para vivir y esperar, y también razones para morir y descansar.
Entendió que la felicidad brota en el corazón, de donde emana el cariño, la ternura y la comprensión. Que los instantes y momentos de plenitud y bienestar, está unida y ligada a la forma de ver a la gente y a la manera de relacionarse con ella, pero para ello hay que gozar de paz interior.
Finalmente, descubrió que cada edad tiene su propia medida de felicidad y que sólo Dios es la fuente suprema de la alegría, por ser Él: amor, gozo, paz, bondad, reconciliación, perdón y entrega total.
Entonces recordó aquel proverbio que dice: «Cuán poco gozamos con lo que tenemos y cuánto sufrimos por lo mucho que anhelamos».
¡Sé feliz antes de que se te haga demasiado tarde!

sábado, 17 de enero de 2015

El niño del helado

En los días en que un helado costaba mucho menos, un niño de 10 años entró en un establecimiento y se sentó en una mesa.
La camarera puso un vaso de agua frente a él, y el niño le preguntó a la camarera:
—¿Cuánto cuesta un helado de chocolate con cacahuates?
—Cincuenta centavos.
El niño saco su mano del bolsillo y contó las monedas que tenía. Volvió a preguntar:
—¿Y, cuánto cuesta un helado solo?
Como había gente esperando por una mesa, la camarera ya impaciente le contestó bruscamente:
—Treinta y cinco centavos.
El niño volvió a contar las monedas y le dijo:
—Quiero el helado solo.
La camarera le trajo el helado, puso la cuenta en la mesa y siguió atendiendo.
El niño terminó el helado, pagó en la caja y se fue.

Cuando la camarera fue a limpiar la mesa donde estaba el niño le costó tragar saliva al ver, ordenadamente junto al plato vacío, veinticinco centavos… Su propina.

Nunca juzgues ni menosprecies a nadie, pudiendo ser tú también motivo de juicio, porque podrías ser tremendamente injusto.

viernes, 16 de enero de 2015

¿Vacía o llena?

Alicia estaba compartiendo un relajante paseo con su padre una mañana de primavera cuando éste, de improviso, se paró en una de las curvas del camino.
Tras un breve silencio, le preguntó:
—Además del trino de los pájaros, ¿qué más oyes, Alicia?
La niña puso todos sus sentidos en ello y le contestó:
—Papá, ahora mismo me parece oír una carreta que se acerca lentamente por detrás de nosotros.
—Exacto —continuó su padre—. Y, si aguzas el oído, verás que es una carreta vacía.
Sin salir de su asombro, Alicia le preguntó:
—¿Y si no la has visto aún, cómo sabes que es una carreta vacía?
Entonces, su progenitor le respondió:
—Es fácil saber cuándo una carreta está vacía por el ruido que hace. Cuanto menos cosas transporta, más aparatoso es el sonido que provoca. Eso mismo puedes aplicarlo a las personas que sólo saben presumir de sí mismas.

Alicia fue cumpliendo años y, cuando veía a alguien alardeando de sus posesiones, pavoneándose e interrumpiendo a los demás, era como si escuchase de nuevo las palabras de su padre: «Cuanto más vacía la carreta, mayor es el ruido que hace».

Y es que, a menudo, quienes hablan de sí mismos sin parar son quienes menos cosas interesantes tienen que contarnos.

jueves, 15 de enero de 2015

Donación de sangre

Hace muchos años, cuando un médico trabajaba como voluntario en un Hospital de Stanford, conoció a una niñita llamada Liz quién sufría de una extraña enfermedad.
Aparentemente su única oportunidad de recuperarse era una transfusión de sangre de su hermano de 5 años, quién había sobrevivido milagrosamente a la misma enfermedad y había desarrollado anticuerpos necesarios para combatir la enfermedad.
El doctor explicó la situación al hermano de la niña y le preguntó si estaría dispuesto a darle su sangre a su hermana.
Por un momento lo vio dudar antes de exhalar un gran suspiro y decir:
—Sí, lo haré, si eso salva a Liz.

Durante la transfusión él estaba acostado en una cama al lado de la de su hermana y sonreía mientras los médicos los asistían, seguidamente se veía cómo aparecía el color en las mejillas de la niña.
De pronto la cara del niño se puso pálida y su sonrisa desapareció. Miró al doctor y le preguntó con voz temblorosa:
—¿A qué hora empezaré a morirme?
Siendo tan solo un niño, no había comprendido al doctor; él pensaba que le daría toda su sangre a su hermana, y aún así, se la daba…

¡Da todo por quién ames!

miércoles, 14 de enero de 2015

El amigo interior

Un sufi llegó a una remota aldea donde no conocía a nadie. Después de hablar con algunas personas notó que tenían una inusual avidez de conocimiento espiritual. Fue invitado a compartir sus conocimientos en una reunión organizada para ese fin, aunque de entrada dudó, aceptó la invitación, aun sin sentirse seguro para transmitir sus conocimientos espirituales.
A la reunión asistió mucha gente y el sufi se encontró con una audiencia extremadamente receptiva a lo que él decía, y lo más significativo fue, que descubrió que era capaz de expresar sus enseñanzas con una elocuencia que jamás había experimentado. Se fue a dormir esa noche sintiéndose muy complacido.
Al día siguiente se encontró con un anciano de la aldea, se saludaron como hermanos y el anciano le expresó su gratitud por la velada anterior. El sufi estaba comenzando a sentirse muy especial. Incluso se dijo a sí mismo que había sido guiado a esa aldea para impartir la sabiduría que había acumulado a lo largo de sus muchos años de entrenamiento y servicio, y tal vez, si la gente se lo pidiera, se podría quedar con ellos por un tiempo para ofrecerles instrucción adicional para el crecimiento espiritual. Ciertamente se trataba de una comunidad merecedora y sincera… Justo en ese momento, el anciano lo invito a otra reunión esa tarde.
Los aldeanos se reunieron de nuevo, pero esta vez eligieron al azar a uno de los asistentes para que se dirigiera a la asamblea. Éste también dio un discurso muy elocuente, lleno de mensajes de sabiduría. Después de la reunión el sufi se encontró otra vez con el anciano.
Éste le dijo:
—Como puedes ver, el Amigo nos habla desde muchas existencias. Aquí somos todos especiales y receptivos a la Verdad y por eso la Verdad se puede expresar con facilidad. Aprende que el Yo que se sintió tan complacido anoche y el Yo que se siente apocado esta noche son ambos irreales. Póstralos a ambos ante el Amigo interior si quieres encontrar sabiduría y deja que los demás te valoren.

martes, 13 de enero de 2015

Lo obvio es evidente

Una mañana, el marido vuelve a su cabaña después de varias horas de pesca y decide dormir una siesta.
Aunque no conoce bien el lago, la mujer decide salir en la lancha. Se mete lago adentro, echa el ancla y se pone a leer un libro.
Viene un Guardián en su lancha, se acerca a la mujer y dice:
—Buenos días, señora. ¿Qué está haciendo?
—Leyendo un libro —responde ella, aunque era obvio.
—Está en zona restringida para pescar —le informa el Guardia.
—Disculpe, oficial, pero no estoy pescando, estoy leyendo.
—Sí, pero tiene todo el equipo, por lo que veo, podría empezar en cualquier momento, tendré que llevarla y detenerla.
—Si hace eso, lo tendré que acusar de abuso sexual, dice la mujer.
—Pero ni siquiera la toqué —dice el guarda.
—Es cierto, pero tiene todo el equipo, por lo que veo, podría empezar en cualquier momento.
—Disculpe, que tenga un buen día, señora.
Y se fue…

Porque tú tengas malas intenciones, no puedes achacarle a nadie lo que no tiene intención de hacer.

lunes, 12 de enero de 2015

El marido desconfiado

Al llegar a mayores tras una larga vida hogareña con sus alegrías y sufrimientos cotidianos, unos esposos decidieron renunciar a la vida mundana y dedicar el resto de sus días a la meditación y a peregrinar por los sacrosantos santuarios. En una ocasión que iban de camino a un templo Himalayo, el hombre vio en el sendero un fabuloso rubí. Con gran rapidez colocó uno de sus pies sobre la piedra preciosa para ocultarla, pensando que si su mujer la veía, tal vez, surgiera en ella un sentimiento de codicia que pudiese contaminar su mente y retrasar su evolución mística. Pero la mujer descubrió la artimaña de su marido y con voz tranquila le comentó:
—Querido, me gustaría saber por qué has renunciado al mundo terrenal si todavía haces distinción entre un simple rubí y el polvo.

sábado, 10 de enero de 2015

La pregunta en el examen

Durante mi segundo semestre en la escuela, nuestro profesor nos hizo un examen sorpresa.
Yo era una estudiante consciente y leí rápidamente todas las preguntas, hasta que leí la última: ¿Cuál es el nombre de la mujer que limpia la escuela?
Seguramente este era algún tipo de broma. Yo había visto muchas veces a la mujer que limpiaba la escuela. Ella era alta, cabello oscuro, como de cincuenta años, pero, ¿cómo iba yo a saber su nombre?
Entregué mi examen dejando la última pregunta en blanco.

Antes que terminara la clase alguien le preguntó al profesor si la última pregunta contaría para la nota del examen y, con rotundidad le contestó:
—En tu profesión y a lo largo de tu vida conocerás a muchas personas. Todas son importantes. Todas merecen tu atención y cuidado, aunque solo les sonrías y digas ¡hola!

Yo nunca olvidé esa lección… También aprendí que su nombre era María.

viernes, 9 de enero de 2015

La parte por el todo

Antes de que cualquiera de los asistentes lo interrogara, inició el maestro la siguiente historia: —Había una vez una hormiguita que, caminando por el mundo, encontró una gran montaña de azúcar. Emocionada con su descubrimiento, separó un grano y lo llevó al hormiguero.
—¿Qué es esto? —le preguntaron sus compañeras.
—Esto —contestó orgullosa—, es una montaña de azúcar. La hallé y decidí traerla al hormiguero.
Y añadió el maestro con una vivacidad muy fuera de su habitual placidez:
—Así se comporta el sabio vanidoso. Trae una piedra recogida en el camino y dice que lleva el Himalaya. La Ciencia es una gran montaña de azúcar, de la que sólo conseguimos extraer insignificantes trocitos. Con tres trozos no descubres el universo, más bien, surgen más dudas…

jueves, 8 de enero de 2015

Perlas de sabiduría

Había una vez, en el lejano Oriente, un hombre considerado muy sabio. Un joven viajero decidió visitarle para aprender de él.
—Maestro, me gustaría saber cómo llegar a ser tan sabio como usted.
—Es realmente sencillo —le dijo—, yo solo me dedico a descubrir perlas de sabiduría. ¿Ves aquel gran baúl de perlas?
—Sí.
—Son todas las que he acumulado durante mi vida.
—Sí, pero… ¿dónde puedo encontrarlas?
—Están en todas partes. Es cuestión de aprender a discernirlas. La sabiduría siempre está preparada para quien esté dispuesto a tomarla. Es como una planta que nace dentro del hombre, evoluciona dentro de él, se nutre de otros hombres y da frutos que alimentan a otros hombres.
—¡Ah!, ya, ya… Lo que me está diciendo es que tengo que ir descubriendo lo que hay de sabio en cada persona para crear mi propia sabiduría y compartirla con los demás.
En aquel momento, las palabras de aquel joven parecía como si fueran formando una pequeña nube de vapor de agua que se condensaba hasta solidificarse en una pequeña perla. Inmediatamente el maestro la recogió para ponerla junto al resto de perlas.
El maestro le dijo:
—Realmente, mi única sabiduría es recopilar estas perlas para después saber utilizarlas en el momento oportuno.

miércoles, 7 de enero de 2015

Vidas paralelas

Dos amigas mirando al horizonte.


Eran dos vecinas muy bien avenidas, Susi y Loli. Susi no tenía hijos y Loli tenía ya dos hijas de diez y doce años cuando llegó el deseado niño. Ese niño fue la alegría de las dos, la madre, Loli, porque quería un varoncito y la vecina, Susi, porque deseaba tener un bebé y ahora tenía la oportunidad de ayudar en la crianza, ya que entre las dos mujeres había confianza y cariño. El niño crecía con el desvelo y cuidado de las dos mujeres, tanto, que no había diferencia entre la madre y la vecina. El niño iba de una casa a otra con total libertad. Al despertarse por la mañana le daba un beso a la madre y también quería ir a darle otro a la vecina.
La vecina le decía:
—¿Cómo amaneció mi niño?
El niño contestaba:
—¡También soy el niño de mamá!
Las dos se miraban regocijadas.

martes, 6 de enero de 2015

La doctrina del vaso

Era un lama cuya enseñanza enfatizaba la necesidad de percibir el vacío. Instaba a sus novicios y monjes a que se vaciaran de todo y percibieran el sustrato vacío de todos los fenómenos. Pero tanto acento ponía en la necesidad de vaciarse, que un día varios monjes se acercaron a él y le dijeron:
—Venerable lama, en absoluto cuestionamos tus enseñanzas, pero ¿Por qué pones tanto énfasis en la doctrina del vacío?
El lama sonrió y dijo:
—Al atardecer los espero a todos aquí en el santuario con un vaso lleno de agua.
Al declinar el día los monjes llegaron al santuario con sus vasos de agua. El maestro dijo:
—Golpeen el vaso con un objeto cualquiera y háganlo sonar. Quiero oír la música de sus vasos.
Así lo hicieron los monjes, pero el sonido era muy pobre y apagado. El lama añadió:
—Ahora vacíen el vaso y vuelvan a golpearlo.
Los monjes vaciaron el agua de los vasos y comenzaron a hacerlos sonar. Ahora el sonido era vivo.
El lama dijo:
—Vaso lleno no suena.
Los cinco monjes comprendieron la enseñanza y el lama sonrió satisfecho.
Vacíate de todos tus pensamientos, dudas, preocupaciones y empezarás a escuchar tu voz interior. 
Vacíate de tu ego y ya no podrás ser dañado ni herido por nadie.
Vacíate de tu ignorancia y te zambullirás de lleno en el conocimiento del ser.
Vacíate de lo impermanente y te fundirás en lo único real, en lo que tú eres.

lunes, 5 de enero de 2015

La parábola del amor

—Conseguiré moldearte —le decía el hacha a un pedazo de hierro mientras descargaba toda su fuerza sobre él. Pero a cada golpe que le daba, era ella la que iba haciéndose muescas en el filo y pronto quedó totalmente inservible.

—Ya me encargaré yo de este trabajo —aseguró el serrucho mientras hincaba sus dientes en el trozo de metal con el mismo resultado que la anterior herramienta.

Burlándose de sus anteriores compañeros que habían fracasado en el intento, el martillo les dijo:
—Apartaos de en medio, esto es un trabajo serio para gente preparada como yo.
Pero sólo hicieron falta unos golpes para que el mango del martillo se rompiese por la mitad y la cabeza saliera volando.

En medio de semejante desconcierto, apareció una pequeña llama y les interrumpió:
—¿Me dejan intentarlo a mí?

Las tres herramientas le miraron con incredulidad y soltaron una gran carcajada, pero ella no se dejó impresionar y cubrió con su cuerpecito el trozo de hierro. Lo abrazó y lo abrazó hasta lograr moldearlo.

Del mismo modo, hay corazones duros capaces de resistir hachazos de ira, dientes de rabia y golpes de rechazo, pero por más «acorazada» que esté una persona, no podrá resistir a la fuerza y el calor del amor, que todo lo puede.

sábado, 3 de enero de 2015

Los dos hermanos

Dos hermanos, Juan y Pedro, mantenían una buena relación pero apenas se veían. Un día, el primero de ellos se encontró con un amigo común que le dijo que Pedro no estaba en su mejor momento, en el trabajo no le iban bien las cosas y que su mujer estaba enferma y no podía cuidar a sus hijos como querría. Viendo la gravedad del asunto, Juan hizo las maletas y se presentó por sorpresa en casa de Pedro.
Cuando llegó se dieron un fuerte abrazo y Juan le contó que se había quedado sin hogar por culpa de un incendio y que le habían despedido del trabajo, por lo que le pedía que le acogiese en casa. Él le pagaría por ello y, además, cuidaría de sus hijos. Así las cosas, Pedro pudo dedicarse de lleno al trabajo y como era un gran profesional, pronto ascendió hasta un cargo muy bien remunerado. Por su parte, la mujer se restableció y pudo cuidar de sus hijos y de la administración de la casa.
Resueltos los problemas, Pedro le dijo a su hermano que ya no le cobraría y que le buscaría un buen empleo. La respuesta de éste le dejó descolocado:
—En realidad, no me hace falta el dinero porque soy millonario. Si te hubiese ayudado económicamente no habrías valorado lo que te ha costado recuperarte, pues lo que se consigue sin esfuerzo se pierde rápidamente.

viernes, 2 de enero de 2015

No puedo

No puedo darte soluciones para todos los problemas de la vida, 
ni tengo respuestas para todas tus dudas o temores, 
pero puedo escucharte y buscarlas junto contigo.
No puedo cambiar tu pasado ni tu futuro, 
pero cuando me necesites, estaré junto a ti.
No puedo evitar que tropieces, 
solamente puedo ofrecerte mi mano para que te sujetes y no caigas.
Tus alegrías, tu triunfo y tus éxitos no son míos, 
pero disfruto sinceramente cuando te veo feliz.
No juzgo las decisiones que tomas en la vida. 
Me limito a apoyarte, estimularte, aconsejarte y ayudarte si me lo pides.
No puedo impedir que te alejes de mí, 
pero sí puedo desearte lo mejor y esperar a que vuelvas.
No puedo trazarte límites dentro de los cuales debas actuar, 
pero sí te ofrezco el espacio necesario para crecer.
No puedo evitar tu sufrimiento cuando alguna pena te parta el corazón, 
pero puedo llorar contigo y recoger los pedazos para armarlo de nuevo.
No puedo decirte quién eres ni quién deberías ser, 
solamente puedo quererte cómo eres y ser tu madre o tu hermana.
Solo recuerda… Todo tiene una razón. 
¡Es tiempo de que la busquemos juntos!