sábado, 4 de febrero de 2012

La sensibilidad

Dos personas se toman de la mano.


La sensibilidad puede ser, en los seres animados, la facultad de sentir; en el contexto estético, el gusto artístico; y en el contexto psicológico, la humanidad, empatía, compasión, ternura y todos los sentimientos positivos y constructivos, porque todo lo contrario es destructivo y mina al que lo padece y a los que les secundan. Cuando los estímulos compasivos desaparecen puede ser inducido por dolor, rencor, rabia y sed de venganza…

La sociedad cada vez es más insensible porque es más egoísta y competitiva y sobre todo es muy impaciente, ya que todo lo quiere ¡ya! El esfuerzo no se valora, se valora la rapidez. En la actualidad el interés recae sobre el «yo»; los demás importan en la medida que nos interfieran, incluso hasta los padres y demás familiares importan interesadamente al nivel de que nos proporcione el confort y las exigencias en su inmediatez.

Hoy la tecnología nos abastece todas las ansias voraces del «ahora y ya». Las noticias se suceden con tal rapidez que no asimilamos una para recibir otra. Por eso el impacto de tragedias y sus consecuencias quedan indiferentes, porque no da tiempo a procesar todos los elementos para sacar conclusiones, aunque eso importa bien poco. Se quiere saber pero que no afecte porque «yo con lo mío ya tengo bastante» y que cada cual arree con lo suyo.

Se ha perdido la sensibilidad frente a catástrofes y guerras, porque nos las meten en casa en tiempo real. Es desolador ver por el mundo tantas tragedias, y ya la sangre y los muertos nos imponen poco, y eso no preocupa porque ocurre en otro lugar. Con esa filosofía, muy insensible diría yo, frente al drama de nuestros congéneres, nos estamos inmunizando al dolor ajeno. Sin embargo queremos que nuestro dolor sea extensivo y nuestra pena y aflicción sea comprendida y compartida.

Sólo las personas que sufren trastornos y bloqueos emocionales son insensibles, pero en un estado de normalidad, si has perdido la capacidad de empatizar con el sufrimiento ajeno, examínate. Si alguien lo pasa mal, sufre o está enfermo y un familiar dice: «¡que se jod*!», algo malo hierve dentro. Cada persona tiene sus circunstancias, pero no es humano la indiferencia e insensibilidad frente al posible dolor de un hermano.

Hay historias sorprendentes de personas que se desenvuelven en sociedad con total normalidad y sin embargo, ocultan dentro de sí a un monstruo que actúa con astucia y sigilo. Últimamente estamos sobrecogidos por el inquietante caso del padre de los niños de Córdoba. Un hombre, que según los expertos no padece ningún trastorno psíquico; sin embargo, lo que supuestamente ha podido hacer es de locura porque para actuar con tanta frialdad debe ser que se ha vuelto loco o es un perverso malvado, egocéntrico y soberbio, que cegado por la venganza quiere hacer sufrir a su mujer privándole de sus hijos, y en su locura se ha vuelto insensible al dolor de sus propios hijos y los utiliza como objeto de tortura para hacer sufrir desgarradamente a su mujer, una madre descarnada por la falta de sus niños y la angustia de saber qué ha hecho su padre con ellos…

Este tipo de persona siente placer al hacer sufrir, son conscientes de lo que hacen, saben lo que tienen entre manos y preparan sus estrategias con el fin de no dejar nada al azar. Todo es maquinado y premeditado para que nada falle, y lo controlan todo para que todo esté bajo su control y no se produzcan fisuras que puedan dejarlos al descubierto. Son tan falsos, perversos y cínicos, que necesitan que les vean que demuestran interés por ti, se cuidan de dejar la estela de atenciones y buenos deseos, te mandan mensajes cariñosos, te visitan, te llevan flores y derraman lágrimas por el amor que te tienen y no se sienten correspondido…¡Dios mío! Si no fuera por este tipo de gente malvada y manipuladora el mundo sería el paraíso.

No nos descuidemos porque estamos rodeados de gente de este tipo, fríos y calculadores, y cuidado no sea que los tengamos en la propia familia. Para averiguar si en nuestro entorno existe algún miembro indeseable, calibremos la intensidad de las relaciones fraternales. Si las relaciones no fluyen, algo pasa, y si algo pasa sería bueno descubrir por qué y quién está detrás y ha ido sembrando la discordia. Los desencuentros familiares siempre tienen los mismos por qué. Los enredos los lía el «correveidile» que con su lengua viperina va con el «dicen que dijiste que dijeron…» Así empiezan los equívocos, la desconfianza y los desaires que llevan a romper lazos familiares. No se puede permitir que un ser ruin destruya el calor de los afectos familiares descaradamente, pero alguien con buenos sentimientos no se deja embaucar ni permitiría que fácilmente se destruya la cuna y el abrigo de quien ha estado en silencio uniendo pedazos para que nadie fuera cuestionado. Hay que renegar de los depravados aunque, siempre con la verdad por delante, podemos ayudarles a recapacitar, porque nunca es tarde para recuperar pedazos de un todo que se ha extraviado.

Siempre se puede remediar errores del pasado, pero no trates con despecho ni culpes a nadie del destino que tú has encaminado a tu libre albedrío. Cada cual que visualice su situación personal: si existen desgates en tus relaciones analiza quién te ha forzado y si te has sentido acosado por la insistencia de convencerte de algo que no te convencía, y aunque no te lo puedes creer, has caído en la trampa y te ves enredado en historias incomprensibles que han influido negativamente en la voluntad de tus decisiones que afectan a tus relaciones con algún miembro de la familia, y piensa si has sido justo. No te sientas coartado ni presa de la mala fe de mentes retorcidas, con el corazón leproso y contagioso que te contamina y te debilita. Si te has sentido manipulado por un familiar para que, sin motivos por tu parte, desprecies a uno de los tuyos sin darle la oportunidad de que se defienda de acusaciones inverosímiles, no lo permitas por más tiempo, con valentía desenmascara esa situación destructiva e insana que mancha el buen nombre y memoria de gente de honor y de bien.

La insensibilidad empuja a las personas a crear sufrimiento y dolor, obsesionados e inducidos por celos y remordimientos se convierten en peligrosas encantadoras de serpientes. Fieras heridas que te sacan los ojos y quiere que les sigas mirando. Cuidado no caigas en un repugnante nido de víboras, donde la más despiadada se encargará de que todas sean lo más malas posibles. Pero ellas, pobrecitas mías, creen ser buenas. Juntas se retuercen injuriando, calumniando y escupen veneno para dejarlo todo pringado y maloliente…

Frente a estas personas no lo tienes fácil, una porque no lo aparentan, y otra porque una vez les descubres se vuelven más peligrosas y «que Dios te coja confesado». Tengamos paciencia porque ellos van de víctimas, y mantengamos la calma en espera que tomen conciencia del error y acaben con la pesadilla. Mientras, tu sensibilidad distante será la coraza que te proteja y te salve.

Aprendo mientras vivo… En todas las guerras lo primero en morir es la verdad. Dijo Buda que: «El secreto de la salud mental y corporal, está en no lamentarse por el pasado, ni preocuparse por el futuro, ni adelantarse a los problemas, sino vivir sabia y seriamente el ahora».

Fotografía: Tamaar, cc.

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