La Virgen de Lourdes es una de las advocaciones de la Virgen
María más conocidas a nivel mundial. Todo sucedió a principios de 1858 en la
gruta de Massabielle en Lourdes, Francia. Allí, a los pies de los Pirineos, una
joven llamada María Bernadette Soubirous presenció dieciocho apariciones de la
Virgen.
El 11 de febrero de 1858, tres niñas, Bernadette Soubirous,
de 14 años, su hermana Marie Toinete, de 11 y su amiga Jeanne Abadie, de 12
salieron de su casa en Lourdes para recoger leña. Camino al río Gave, pasaron
por una gruta natural donde Bernadette escuchó un murmullo y divisó la figura
de una joven vestida de túnica blanca, muy hermosa, ceñida por una banda azul y
con un rosario colgado del brazo. Se acercó y comenzaron a rezar juntas, para
luego desaparecer.
Al llegar a casa Bernadette se lo contó a sus padres y estos
le prohibieron acercarse a ese lugar. Bernardita sentía una fuerza interior que
la empujaba a volver a la gruta y tras su enorme insistencia la dejaron
regresar al punto donde había sucedido el primer encuentro. Entonces, como
ocurrió la vez anterior, Bernardita vio aparecer de nuevo a la Virgen.
Bernadette le echó agua bendita y la Señora sonrió e inclinó la cabeza. Al
terminar de rezar el rosario, la Señora desapareció.
En la tercera aparición, la niña habló con María en gascón,
un dialecto occitano que se usaba en la zona. Entonces la Virgen le pidió lo
siguiente: "¿Me haría usted el favor de venir aquí durante quince
días?". Bernadette le prometió que lo haría, y a su vez, la Virgen María
le dijo que le prometía hacerla feliz en el otro mundo.
El rumor de las apariciones se esparció rápidamente y una
gran multitud acudía a la gruta.
19 de febrero: Llegó Bernardita a la gruta acompañada de sus
padres y un centenar de personas. A partir de este día, iba a todas las
apariciones con una vela encendida.
20 de febrero: alrededor de 500 personas la acompañaban.
21 de febrero: Varios miles de personas llenaban todos los alrededores de la gruta. Hubo un momento en que la aparición parecía hacerse hacia atrás, y como hundirse en el interior de la roca. Para no perderla de vista, Bernardita fue acercándose de rodillas. Observó que la Virgen se había puesto triste. Al preguntarle qué le pasaba, la Virgen respondió: "Rogad por los pecadores."
El 25 de febrero, según testificó Bernadette, la Virgen le
dijo que fuera a tomar agua de la fuente y que comiera de las plantas que
crecían libremente allí. Ella interpretó que debía ir a tomar agua del cercano
río Gave y hacia allá se dirigió. Pero la Señora le señaló con el dedo que
escarbara en el suelo. Al excavar en el fango e intentar beber, Bernadette
ensució su rostro, y sus gestos y apariencia fueron motivo de escepticismo por
parte de muchas de las 350 personas presentes, ya que el manantial no se
manifestó de inmediato. Sin embargo, poco después surgió una fuente de agua
que, hasta el día de hoy, es meta de peregrinaciones por parte de muchos
católicos y que ha sido testigo de numerosos milagros como la curación de enfermedades
terminales. El manantial que brotó aquel 25 de febrero de 1858 produce cien mil
litros de agua por día, de forma continua desde aquella fecha hasta nuestros
días.
Por un período de cinco meses, la Virgen se le apareció a la
niña, en medio de multitudes que se acercaban para rezar y poder observar a la
hermosa señora, pero la Virgen sólo se le aparecía a la niña. En reiteradas
ocasiones, Bernadette fue víctima de desprecios y burlas por parte de las
autoridades eclesiales y civiles de pueblo, pero la niña se mantuvo firme en su
fe mariana sobre todo en el especial pedido que la Virgen le había encargado:
la construcción de una capilla sobre la gruta y la realización de una
procesión.
Poco a poco el mensaje de la Virgen fue tomando cuerpo:
invitación a la penitencia y a la oración por los pecadores, invitación a vivir
una pobreza más evangélica, solicitud de que se hicieran procesiones a la gruta
y que construyeran una capilla en ese lugar.
Además, la Virgen le mando excavar en la tierra y de allí surgió un
manantial. Una fuente hasta la que peregrinan los fieles y que ha sido testigo
de numerosos milagros como la curación de enfermedades terminales.
Luego de la última aparición ocurrida en16 de julio, fiesta
de Nuestra Señora del Carmen, Bernadette ingresó a la orden religiosa de las
hermanas enfermeras, a la edad de 22 años, y permaneció allí hasta su muerte a
los 34 años de edad.
En 1874 el Papa Pío IX concedió al santuario el título de
Basílica y en 1876 coronó la estatua de la Virgen. El Papa Juan Pablo II fue el
primer Papa que peregrinó a Lourdes. Allí ofició una misa en la que afirmó:
“Venimos en peregrinación a Lourdes, donde María dijo a Bernardita: “Yo soy la
Inmaculada Concepción”.
Bernardita de Soubirous fue la elegida por Dios para ser testigo
y mensajera de tan extraordinaria iniciativa del Creador. La Madre de Jesús,
nuestra Madre también, supo cómo siempre enamorar a las multitudes y convocar a
los pueblos de las naciones alrededor de la majestuosa imagen que de Ella se
difundió.
Lourdes ha sido fuente de sanación física para mucha gente, y
quizás ha sido este el milagro más visible que Dios ha realizado para confirmar
y sostener la fe en la obra. Pero sin dudas que la sanación espiritual, la
conversión de las almas, ha sido el fruto más extraordinario que las
generaciones han manifestado como evidencia de la potencia de los actos de Dios
en esta tierra.
Bernardita fue también instrumento de confirmación del Dogma
de la Inmaculada Concepción, para alegría de los que amamos la pureza de María,
reconocida de este modo en las propias palabras de la Reina del Cielo: “Yo
soy la Inmaculada Concepción”.
Hoy, después de 164 años, las palabras de María resuenan en
nuestros oídos con la misma fuerza, como un cristal puro que resuena y sacude
con su timbre los tímpanos del mundo.
Gloria a Dios por Su Amor manifestado en regalo tan extraordinario. Nuestra Señora de Lourdes renueve nuestros corazones y nuestras mentes, para que emerja sonriente y esplendorosa nuestra propia conversión para nuestra salvación.
Bajo tu amparo nos acogemos,
santa Madre de Dios;
no deseches las oraciones
que te dirigimos
en nuestras necesidades,
antes bien
líbranos de todo peligro,
¡oh Virgen gloriosa y bendita!
Amén.
¡Felicidades a las Lourdes! Y que la Virgen las bendiga y las
guíe por buen camino…
Fotografía: Internet
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