Lo más sabio es el tiempo, porque esclarece todo. Tales de Mileto.
Todos conocemos ese dicho tan popular "el tiempo pone a cada uno en su lugar" y es cierto que hasta que no pasa el tiempo nadie puede saber qué ocurrirá en realidad. Hay gente que va por el mundo pisoteando a los demás y abriendo heridas, y cuando te dañan despiadadamente incluso deseas que la vida les dé su merecido y reciban lo mismo que hacen. Y, como no te atreves hacerle lo mismo, para aliviar tu dolor, resignada recurres al proverbio con la esperanza de que sea el tiempo el que se encargue de aflorar la verdad y de hacerles pagar su mal, o también esperamos la recompensa por hacer las cosas bien. No hay mayor satisfacción que la de saber que no vas por la vida sembrando el mal, aunque te duelan las heridas causadas por la maldad de otros.
Ni somos justicieros ni podemos esperar que nada ocurra por
inspiración divina a los demás. Se trata de que la vida nos ofrezca la
posibilidad de reflexionar y dar un paso hacia adelante. O sea, la realidad no
es que vayamos a pagar las consecuencias de nuestros actos, es que no podemos
evitar que lo que hacemos marque nuestra trayectoria vital, dice la psicóloga Raquel Aldana.
"Ser buena persona no te asegura que lo sean contigo, pero sí demuestras que eres mejor que ellos".
Si existiera el ojo por ojo, el mundo se quedaría ciego. La vida coge perspectiva y actúa, aunque no siempre sea como queremos o esperamos. A estas alturas ya sabemos que el tiempo no tiene prisa, pues es un juez sabio que no sentencia de inmediato.
Cuando algo no nos gusta, nos resulta desagradable o injusto siempre acudimos a la idea del destino como justiciero. Sin embargo, esto solo es una manera más de cerrar los ojos para no contemplar aquello que no podemos controlar. Esto nos hace sentir que todo está bien y que nuestra felicidad (o el reflejo de ella) no se encuentra en peligro. Digamos que creer en un mundo justo es una manera de autoengaño que nos lleva a deshacernos de aquello a lo que no queremos mirar.
En cualquier caso, hay gente llena de maldad a la que nos gustaría que el tiempo diese su merecido, por lo que fantaseamos con esa idea de que el mundo es justo y que cualquier bien que le alcance será solo un espejismo. Nos gusta y necesitamos creer en ello para vivir con tranquilidad. Nuestra mente nos hace sentir la necesidad de que lo podemos controlar todo, pero lo cierto es que solo podemos manejar cierta parte de nuestras experiencias, y no podemos esperar que lo bueno nos llegue si nos quedamos contemplando la vida sin actuar. Lo realmente eficaz es sudar la camiseta para poder tener opciones de ganar una competición, pero nada nos lo garantiza, ni siquiera la suerte.
"La sinceridad de las personas no está en sus palabras... sino en sus actos".
¿Qué hice yo para merecer esto? Vale, muchas veces no es
justo lo que nos ocurre, pero es que la idea de equidad solo está en nuestra
mente. Sin embargo, esto no es malo en su justa medida porque nos ayuda a
protegernos, a no cerrarnos por miedo y a ordenar nuestro mundo.
Es decir, sería muy complicado vivir sin temor pensando que podemos ser los siguientes en sufrir una desgracia y tener que lidiar con ciertas dificultades. De todas maneras, es importante que intentemos enfrentarnos y trabajar contra las injusticias en vez de acercar posturas con la pasividad que nos caracteriza. O sea, que tenemos que evitar caer en la trampa del victimismo y de la queja y sembrar semillas que nos permita equilibrar las fuerzas de la misma manera que un atleta entrena cada día para tener opciones de ganar la competición.
"Aprendamos a valorar las buenas personas... son difíciles de encontrar".
Lo peor que hacen los buenos es callar las malas acciones de los malos... Ser buena persona no garantiza que nos sucedan cosas maravillosas, al igual que tampoco ser malo llenará la vida de alguien de desgracias. Pero está claro, que quien te lastima es porque no te quiere, y de quién mal te quiere, tienes que apartarte, porque la maldad anida en su corazón.
Al final, el tiempo no tiene todo en su mano, sino que somos
nosotros los responsables de dejarle actuar, de organizar nuestro destino.
Recuerda que las personas más felices no siempre tienen lo mejor de todo, solo que
sacan lo mejor de todo lo que encuentran en su camino.
Cuando alguien miente para hacerte quedar mal, deja que siga
hablando y no reproches nada. El tiempo se va a encargar de poner todo en su
lugar y de sacar a la luz la verdad. El Principito.
Fotografía: Internet
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