Deja que
el amor te toque...
No te
detengas en lo malo que has hecho,
camina en
lo bueno que puedes hacer.
No te
culpes por lo que hiciste,
más bien
decídete a cambiar.
No te
mires con tus ojos,
contémplate
con la mirada de Dios.
No
pienses en lo largo que es el camino de tu transformación,
sino en
cada paso que puedes dar
para ser
lo que Dios quiere que seas.
No
confíes en tus propias fuerzas,
pon tu
vida en manos de Dios.
No culpes
a nadie de tus actos,
sé tú el
responsable de tu propia vida y trata de cambiar tú.
Deja que
el amor te toque y no te defiendas de él.
Sólo
contempla la meta y no veas que tan difícil es alcanzarla.
Vive cada
día, aprovecha el pasado para bien
y deja
que el futuro llegue a su tiempo.
No sufras
por lo que viene, recuerda que,
"cada
día tiene su propio afán". (Mt. 6,34).
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