La
vida me ha regalado una gran familia, pero poco a poco me la va arrebatando y
vamos quedando menos… Hoy despedimos a Bonifacio Ojeda González, no es fácil
despedirse de un ser querido cuando sientes el desgarro en el alma.
Hacemos
la despedida rezando, desde el amor a una persona querida y desde la esperanza
de volvernos a encontrar. La esperanza que emana de la fe de saber que Jesucristo
resucitó para que la muerte no fuera nuestro final. Gozar de la vida eterna es
el premio de la gente buena que ha vivido sin hacer mal a nadie.
La
ausencia deja un vacío muy grande y te embarga la tristeza, pero también hay
espacio para la alegría por haber compartido parte de tu vida. Atrevernos a
decir adiós, es aceptar perder una parte de nosotros mismos; una parte que
fortalecía el corazón.
Duele
mucho despedirse de un ser querido, pero nos deja su amor prendido en el alma… Para
Milagros, su compañera de vida, no se apagará el amor que se profesaron durante
66 años. La próxima semana se cumplirían los 66 años, que aquí, delante de este
altar, recibieron el Sacramento del Matrimonio. Para Mila y Juan Santiago, no
se apagará el amor del padre generoso y bueno. Para Nuria y Raquel, no se apagará
el amor del cariñoso abuelo. Tampoco para los demás familiares se apagará el
amor ni de hermano ni de tío; además de tío es mi padrino de boda, me llevó al
altar hace cincuenta años.
Sí
que duelen los espacios vacíos de cada rincón de la casa; duele el silencio de
su voz y el eco de sus pasos; duele el peso de la ausencia, pero las vivencias
compartidas quedan grabadas en la memoria del alma para siempre y serán los
recuerdos los que reaviven el cariño que permanecerá en el tiempo. Pero hay que
seguir adelante… Podemos llorar porque se ha ido. Podemos cerrar los ojos y
rezar para que vuelva, pero también podemos reír por haber compartido tantas
vivencias inolvidables que nos mantendrá unidos por siempre.
Nuestro
corazón puede sentirse vacío porque no lo podemos ver, pero el alma conserva el
amor que floreció al calor de la ternura. Las personas que amamos no mueren
mientras mantengamos viva su memoria. No hay adiós, es un hasta pronto, porque
todos tenemos el mismo destino.
Algo
de nosotros se va con ellos, y algo de ellos queda en nosotros…
Tío Facio: No te decimos adiós, te decimos ¡Hasta luego! Porque todos los nacidos vamos de la
tierra al cielo…
"Esta despedida la he leído hoy en homenaje a mi tío Facio (Bonifacio), en la Misa-Funeral celebrada en la Iglesia de Santa María en Guía (Gran Canaria)".
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