viernes, 12 de enero de 2024

Despedida a un ser querido

 

La vida me ha regalado una gran familia, pero poco a poco me la va arrebatando y vamos quedando menos… Hoy despedimos a Bonifacio Ojeda González, no es fácil despedirse de un ser querido cuando sientes el desgarro en el alma.

Hacemos la despedida rezando, desde el amor a una persona querida y desde la esperanza de volvernos a encontrar. La esperanza que emana de la fe de saber que Jesucristo resucitó para que la muerte no fuera nuestro final. Gozar de la vida eterna es el premio de la gente buena que ha vivido sin hacer mal a nadie.

La ausencia deja un vacío muy grande y te embarga la tristeza, pero también hay espacio para la alegría por haber compartido parte de tu vida. Atrevernos a decir adiós, es aceptar perder una parte de nosotros mismos; una parte que fortalecía el corazón.

Duele mucho despedirse de un ser querido, pero nos deja su amor prendido en el alma… Para Milagros, su compañera de vida, no se apagará el amor que se profesaron durante 66 años. La próxima semana se cumplirían los 66 años, que aquí, delante de este altar, recibieron el Sacramento del Matrimonio. Para Mila y Juan Santiago, no se apagará el amor del padre generoso y bueno. Para Nuria y Raquel, no se apagará el amor del cariñoso abuelo. Tampoco para los demás familiares se apagará el amor ni de hermano ni de tío; además de tío es mi padrino de boda, me llevó al altar hace cincuenta años.  

Sí que duelen los espacios vacíos de cada rincón de la casa; duele el silencio de su voz y el eco de sus pasos; duele el peso de la ausencia, pero las vivencias compartidas quedan grabadas en la memoria del alma para siempre y serán los recuerdos los que reaviven el cariño que permanecerá en el tiempo. Pero hay que seguir adelante… Podemos llorar porque se ha ido. Podemos cerrar los ojos y rezar para que vuelva, pero también podemos reír por haber compartido tantas vivencias inolvidables que nos mantendrá unidos por siempre.

Nuestro corazón puede sentirse vacío porque no lo podemos ver, pero el alma conserva el amor que floreció al calor de la ternura. Las personas que amamos no mueren mientras mantengamos viva su memoria. No hay adiós, es un hasta pronto, porque todos tenemos el mismo destino.

Algo de nosotros se va con ellos, y algo de ellos queda en nosotros…

Tío Facio: No te decimos adiós, te decimos ¡Hasta luego! Porque todos los nacidos vamos de la tierra al cielo…  


"Esta despedida la he leído hoy en homenaje a mi tío Facio (Bonifacio), en la Misa-Funeral celebrada en la Iglesia de Santa María en Guía (Gran Canaria)".

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