sábado, 25 de noviembre de 2023

Ley justa para iguales delitos

 


"Dios creó al HOMBRE: varón y mujer los creó". Dios otorgó a la mujer el don de dar la vida. La mujer ha engendrado a toda la humanidad. A todos los varones le dio la vida una mujer. ¿Porqué quieren robarles su libertad y someterla a su dominio? La mujer es madre, esposa, es tu compañera ¡respétala! 

Las mujeres nacemos libres y nadie tiene derecho a cortar las alas a nadie... El Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer se celebra anualmente el 25 de noviembre para denunciar la violencia que se ejerce sobre las mujeres en todo el mundo y reclamar políticas en todos los países para su erradicación. La violencia contra las mujeres y las niñas sigue siendo una de las violaciones de los derechos humanos más extendidas y generalizadas del mundo. Estos machitos del mundo, don nadie que nacen de una grandiosa mujer, pero para demostrar que son más poderosos que ellas utilizan su fuerza bruta y las somete y maltrata con crueldad despiadada.   

Machismo Vis Feminismo: iguales males. Ministerio de Igualdad. Hablando de España y sus Leyes de protección a la mujer... El feminismo hace Leyes para derrotar al machismo que crean desigualdad. Las Leyes están para hacer justicia y la justicia debe ser justa. ¿Cuántos padres están penando por no poder ver a sus hijos? Hay muchísimos casos que claman justicia, por falsas denuncias, y eso es delito. Llega este día y siguen habiendo muchos interrogantes. Sin quitar hierro al grave problema de la violencia, que hay casos sangrantes, pero no todas las mujeres somos víctimas, una se pregunta ¿quién se hará cargo ahora de crear cargas a cargo de los varones para que los cargos del Ministerio puedan seguir cargando las cargas de supuestos cargos que han supuesto un problema para la convivencia entre mujeres y varones? 

No sé si se entiende, lo digo porque ya no está la ministra y su equipado equipo del Ministerio de Igualdad, para seguir creando problemas de convivencia para justificar su valiosísima labor en pro del bien general. Las estadísticas son alarmantes y desde el Ministerio las dan a bombo y platillo, como queriendo justificar la necesidad de ese organismo, pero tras esas cifras se esconde algo indeseable; denuncias falsas o el estrepitoso fracaso de la convivencia, sea una cosa o la otra, es muy preocupante... Con ese Ministerio han crecido los problemas. Parece que odian la felicidad y el amor y no quiere que existan grupos de familias ni que vivan en paz, por eso han creado normas, no de convivencia, sino de confrontación y esto está complicando las relaciones de pareja. Nos quieren hacer ver que las mujeres ponen en riesgo sus vidas si conviven con un varón y por eso se han visto obligados a crear Leyes de protección para que podamos sobrevivir en este mundo de matones.

Hay que poner atención y cuidado en los casos de riesgo, pero no todas las mujeres estamos en peligro. Este Ministerio ha sido todo un fracaso (no lo digo yo, lo dicen personas cualificadas). Hoy hay más muertes que nunca, y en lugar de reconocer que sus políticas no sirven para nada, más que para crear problemas de convivencia, insisten en la necesidad de endurecer las leyes contra los supuestos maltratadores. Digo supuestos maltratadores porque desde el Ministerios se incita a denunciar alegremente maltrato donde no hay maltrato, por tanto, es denunciar falsamente. 

El maltrato es algo grave y muy serio, una cosa es la falta de educación y respeto en un momento dado, momentos de enfado que todos tenemos, cuando digo todos, son todos los vivientes; quién hace la ley, quienes la aplican, en palacios y en chabolas, aquí nadie se escapa, hasta los santos han tenido enfados. En toda relación de familia, de amistad de trabajo ha habido un mal gesto y una mala palabra, pero hasta ahí han puesto el foco para que las familias no se diviertan en armonía, y todo sea motivo de conflicto y denuncia.

Sobre el maltratador que golpea, somete, desprecia, humilla…, que caiga todo el peso de la Ley. Está bien que toda persona que sea maltratada, maltratada es que su vida está en peligro y con causas probable, se le proteja. Pero, otra cosa es que a las mujeres nos inoculen el odio hacia los varones y nos den carta blanca para denunciarlos alegremente, alegando causas inverosímil o falsas, sin que medie prueba alguna, y eso está envalentonando a las mujeres y cuando se presenta una dificultad que no saben cómo resolver, cogen la vía de la confrontación y venganza. La mujer como sabe que tiene todo a favor y que va a ganar, lo confronta y amenaza con el arma de amargarle la vida: Te voy a denunciar y te voy a arruinar la vida. 

Los varones se ven indefensos frente a falsas denuncias y están desquiciados, porque con la denuncia ya están condenados. No existe la presunción de inocencia: son detenidos, le imponen una orden de alejamiento y los separa de sus hijos sin pruebas de nada; los condena la palabra de una mujer... Los hijos pasan años sin ver a sus padres y sufren por no poder verlos. Condenan en vida a los hijos a no tener padres ni abuelos, relaciones muy necesarias para el buen desarrollo emocional de un niño. No se piensa en el bien de los niños, solo triunfa la venganza de la madre.

Qué paradoja, implantado este Ministerio hay más muertes. Algo se está haciendo mal porque este año han aumentado las muertes de mujeres. También mueren varones a manos de sus parejas y aquí la Ley no les protege, estos asesinatos tienen otra Ley. Esta 'Ley de Igualdad' creada desde la ideología de género es un dislate. Es una Ley para perseguir al varón. Hay que legislar con justicia y no animen a la ligera a las mujeres a vengarnos de nuestros hijos. Creo que para crear Leyes hay que reunirse con especialistas que estudien la causa de los problemas para darles adecuada soluciones. Lo que no se hizo desde el principio, se está a tiempo de hacer: Convoquen una reunión urgente, un  Comité de Crisis, pero con expertos de las ramas de ciencia antropológica de género de psicología y de las que den luz sobre la evolución del 'hombre' para que se estudie los pros y los contra de esta Ley y se adecue a la realidad de los verdaderos problemas, para que la Ley de soluciones a cada caso individual, y no sea una Ley generalizada que lastra la armonía de la convivencia de parejas, lo que es lo mismo, la convivencia familiar. Tras esta Ley hay mucho sufrimiento y en los niños deja secuelas por siempre. Las leyes están para dar solución a los problemas, pero no para crearlos. Y hay otro problema, que no se puede opinar diferente sobre este problema, porque lo que se diga fuera de sus líneas está fuera del sistema.

“Cada vez existen más mujeres que reclaman que la reivindicación por sus derechos se haga sin intentar implantar en la sociedad dogmas ni preceptos. Escribía en septiembre en larazon.es Rebeca Argudo. Ella da voz a mujeres que saben de leyes y de lo que se esconde tras el fanatismos de este feminismo, que no defiende a la mujer, ejercen una ideología de género arbitraria. Rebeca Argudo da voz a las siguientes voces: 

“¿Es esto el feminismo? Este institucional y hegemónico que, en palabras de Berta G. De Vega, columnista y promotora (entre otras) del manifiesto “No nacemos víctimas”, lo que hace es “imponer un canon de pensamiento único” ¿Es el que nos merecemos? Cada vez son más las mujeres que se desvinculan de él, no se sienten representadas, y reivindican y defienden otro modo de ser feminista. Que son críticas con este dogma impuesto (e impostado) que se pretende arrogar la representación, unánime y sin discrepancias, de La Mujer, con mayúsculas, y en nuestro nombre, el de todas, implantar sus preceptos. Aunque algunas, demasiadas para ser mujeres libres y capaces, han declinado la invitación a dar su opinión en estas líneas por miedo a represalias (lo que da una medida de la legitimidad de la voz y los métodos de este feminismo), otras, ya no dudan en elevar la suya y reclamar el derecho a pensar por ellas mismas, sin tutelas ni imposiciones. Sin miedo. Rasgan, valientes, la corteza de esa espiral de silencio y se distancian de un movimiento que “nos quiere convencer de que todas las mujeres tenemos los mismos intereses y las mismas quejas”, como dice De Vega. “Que traslada una imagen de víctimas necesitadas de la tutela del estado, seres débiles a los que hay que guiar en pensar lo que está bien, lo que está mal y a lo que deben aspirar”.

Paula Fraga, articulista y jurista especializada en derecho penal y de familia, es profundamente crítica con este Ministerio de Igualdad que lleva a cabo “políticas maquillaje con las que quieren aparentar que luchan contra la violencia machista con medidas ridículas (como puntos violetas o campañas mediáticas) pero no tiene, en realidad, políticas efectivas. Esto no es feminismo. Es un transgenerismo que ni siquiera sabe definir lo que es ser mujer y que ha institucionalizado el borrado jurídico del sexo: no podemos decir que las mujeres somos mujeres por nacer de sexo femenino, so pena de delito de odio o multas. Tenemos un feminismo inquisitorial con las personas críticas que ha abandonado las grandes causas del feminismo”. “Yo creo”, añade, “en un feminismo racional centrado en las cuestiones que verdaderamente importan e impactan en la vida de las mujeres: prostitución, conciliación, erradicación de la violencia machista, denuncia de las formas de violencia sexual más graves… Uno punitivista para casos de violaciones y agresiones sexuales, para las violencias más graves contra la mujer. No como este feminismo, que lo es (punitivista, censurador e inquisidor) solo para perseguir a los ciudadanos que son críticos con sus leyes y sus mandatos. Que exacerba los casos de violencia sexual menos graves y minimiza o relativiza los más graves, gracias al lisado terminológico de la Ley del Solo sí es sí de llamar a todo, agresión sexual. Creo en una agenda totalmente diferente a la suya”. “Si el feminismo es, como yo creo”, añade la periodista Yaiza Santos, “que es la lucha por la igualdad de derechos entre hombres y mujeres, este feminismo no puede considerarse tal. Desde el momento en que se aprobó la Ley de Violencia de Género, que establece un trato distinto en función del sexo, quedó claro que la igualdad no era el objetivo de ese feminismo. Ya lo advertimos las casi treinta mujeres que firmamos el manifiesto “No nacemos víctimas”, en el que nos rebelábamos contra esa “política de identidad” que niega nuestra libertad, pone bajo sospecha al varón por el mero hecho de serlo y culpa de todos nuestros males a un ente incorpóreo llamado heteropatriarcado. Y la deriva de esa ideología ha llegado al paroxismo, demostrando que ni las víctimas le importan: cientos de miles de millones de euros de dinero público gastados (564 millones de euros este año) para que las cifras de violencia de género no hayan descendido, las agresiones sexuales estén aumentando, miles de víctimas reales vean salir de la cárcel a sus agresores antes de tiempo, se niegue el sexo biológico y, por lo tanto, nacidos hombres compitan deportivamente con mujeres, anulándolas”.

Tampoco Cuca Casado, coautora del libro Desmontando el feminismo hegemónico, no se siente representada en absoluto por un “movimiento paternalista que infantiliza a la mujer y la revictimiza, que demoniza al hombre por el mero hecho de serlo. Que no respeta diferencias y particularidades y establece un credo al que hay que sumarse sí o sí, imponiendo un canon de cómo ser mujer, y señalando a toda aquella que no se adhiere. Es un feminismo machista, que considera a la mujer menor, sin capacidad para decidir, que hay que proteger por vulnerable, en lugar de facilitar que crezca y se desarrolle libremente. “Este feminismo de barbilla temblorosa, doliente y blandiblú”, apunta Paula Añó, abogada y Secretaria Autonómica de Cultura en la Comunidad Valenciana, “nos han vetado el derecho de hacer algo que, para mí la cualidad por excelencia de la gente inteligente: reírse de uno mismo. Mientras tanto, se ríe, acusa y mata civilmente a quienes considera herejes, hombres y mujeres que no se pliegan a su catecismo. Y algunos ya solo tenemos pequeños espacios privados y seguros donde evacuamos nuestras bromas, frustraciones y opiniones de forma libre. Afortunadamente creo que se está gestando una corriente a la contra capitaneada por mujeres fuertes, desacomplejadas, listas y razonables que está huyendo de esta neo-religión absurda. Otra exaltación de la identidad, como la que desde hace muchos años sufre Cataluña con el nacionalismo, y cuyos modos y maneras se ha extendido como una pringosa mancha de aceite a toda España”.

Para la articulista María Blanco, doctora en Ciencias Económicas y empresariales, autora del ensayo "Afrodita desenmascarada", este feminismo es, directamente, “una estafa: se aprovechan del sufrimiento real de algunas mujeres, de las que han sufrido, para sacar rédito político. Se erigen en salvadoras y representantes únicas, no solo de ellas sino de todas. Y han conseguido una sociedad polarizada en mujeres de primera y mujeres de segunda. Y a las segundas, que son las que disienten, se las puede agredir y denostar. Ellas son las iluminadas que saben lo que todas necesitamos y deberíamos pensar. Y no me molestaría que se creyesen sus propias mentiras si no fuera porque se aprovechan de ese relato para justificar verdaderas atrocidades. Este feminismo solo es hegemónico porque no hemos sido capaces de contraponer otro tipo de defensa de la mujer”.

Y no lo hemos sido porque, como explica María Calvo, Doctora en Derecho Administrativo y autora del libro “Masculinidad robada”, “se trata de un dogmatismo blindado, son impersuasibles, impermeables al argumento. Se cierran el debate y al diálogo. Frente a eso, nuestras reivindicaciones verbales chocan contra un muro. Y, cuando las palabras no llegan, hay que dar ejemplo”. Uno que no tiene nada que ver con este que “lucha contra los hombres, pero masculiniza a las mujeres, que nos obliga a renunciar a nuestra parte maternal. Y al mismo tiempo nos deja solas, nos hace renegar de los vínculos de la familia y la procreación, porque es tiranía. Se olvida de sus luchas primordiales, no tiene demandas equilibradas y racionales, como si no supieran lo que es ser mujer”, dice Calvo. “Yo defiendo un feminismo de la libertad”, prosigue”, de ser quien quiero ser y lo que quiero ser. De poder tener una familia, amar a mi marido, adorar a los hombres que me rodean. La igualdad de la mujer sin el hombre no existe y la inmensa mayoría de ellos nos apoyan y están con nosotras, mano a mano. Este es un mundo de hombres y mujeres, no de hombres contra mujeres”.

A Isabel Fernández Alonso, portavoz de Universitaris per la Convivència y profesora de comunicación, “las políticas que ha desplegado este feminismo oficial, me generan mucho rechazo. Desde el tono histriónico al nivel paupérrimo de argumentación, combinado con descalificaciones con todo aquel que no comparte sus planteamientos. Me molesta especialmente que sean invasoras, lo vemos en la universidad, con protocolos sobre lenguaje inclusivo o la imposición de la perspectiva de género en los temarios, que choca con la libertad de cátedra. La igualdad no se puede construir hacia atrás, se ha de construir a futuro. Mi batalla es la igualdad. Creo en ella como creo en la libertad, son grandes valores que deben planear sobre todas las políticas e impregnarlas”. “El feminismo que yo defiendo”, concluye Yaiza Santos, “tiene como bandera el primer artículo de la Declaración de los Derechos del Hombre de 1789. Y, más que predicarse, se demuestra. Es el de las mujeres libres laboral, sexual y afectivamente. Mujeres indomables por cualquier tipo de clero, de hombre o de mujer o de perrita pequinesa”.


Fotografía: Internet


 

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