Lo impredecible de la vida, que no te atormente. A veces la
vida es tan impredecible que, cuando creemos tener el control de todo, se va de
nuestras manos. Se van los anhelos del momento, las alegrías, las tristezas,
muchas emociones y también se van nuestros sueños. Quizás mucho se
transforme la realidad de lo que creemos, puede ser que nunca existió tal
realidad, pudimos haber estado dormidos y no percatarnos de lo que sucedía
alrededor, o tal vez tan despiertos que en alguna parte de nuestro ser
decidimos omitir y hacernos los ciegos.
Cuando creemos tener todo entre las manos, apenas nos
percatamos de nuestra existencia, de nuestro respirar, de nuestro palpitar, de
nuestros pasos, de las huellas que hemos dejado y las que con gratitud o dolor
nos han marcado, de la felicidad inimaginable, de las huellas que también
nosotros hemos dejado a lo largo del tiempo.
¿Que, si creo tener la eternidad en las manos, o la eternidad
nos espera en algún lado? No sé, pero tengo fe y espero en la eternidad. De
lo que sí estoy segura es, que a pesar de que no todo sea como habíamos imaginado,
depende de nosotros que los sueños se realicen. En nuestras manos está el poder
de ser grandes personas, personas sensibles y amorosas que crean ambientes de
paz y armonía para la convivencia. Y el que se dedique a perturbar la
convivencia, ese tendrá que dar cuenta…
Al decir verdad, nada se va de las manos, pues no tenemos
nada entre ellas que sea seguro; ni la vida misma, ni mi cuerpo, ni mis hijos, ni
mis padres, ni familiares, ni amigos... No nos queda más que disfrutar y vivir
inmensamente el amor, la vida con todos sus matices, con alegrías y penas,
esperanzas y desilusiones, luces y sombras, con todas sus responsabilidades y
compromisos. Aquí estamos para vivir el ahora, mañana Dios dirá…
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