No soporto la falsedad y la mentira. La verdad puede
lastimar, pero siempre es más digna. Charles Chaplin.
La hipocresía es la falsedad que demuestra una persona en sus
acciones o en sus palabras, fingiendo o pretendiendo cualidades o sentimientos
que en realidad no tiene. Lo que definimos por, poner una cara por delante y otra por detrás. La palabra, como tal, proviene del griego ὑποκρισία
(hypokrisía).
La Hipocresía es una "actitud negativa" de un
individuo del cual sus acciones no se corresponden con aquello que dice pensar
u opinar. Es comparable con la falsedad y podríamos decir que es en esta tiene su base, pues la persona hipócrita actúa básicamente mediante la falsedad
o el falseamiento de sus pensamientos y se oculta tras la máscara de la apariencia.
Aquellos que tienen el privilegio de saber, tienen la
obligación de actuar.
Albert Einstein.
La mentira y la falsedad destruye relaciones y confianza. La
hipocresía proviene del deseo o necesidad de esconder sentimientos o
motivaciones reales a los demás, proyectando una imagen falsa o irreal de sí mismo.
En la hipocresía existe una inconsistencia entre lo que se piensa
y se hace o se dice, con la finalidad de no revelar la verdadera
personalidad. En este sentido, la hipocresía es engañar conscientemente a los demás ocultando la intencionalidad de las acciones y esto, es una de
las tantas formas que adquiere la mentira.
Ser hipócritas es considerado un antivalor, una inmoralidad, pues, aunque aparenten bondad o ejemplaridad y se esfuercen por parecer mejores personas de las que son, finalmente todo no son más que apariencias basadas en la mentira, porque un hipócrita es una persona falsa que finge ser lo que no es, actúa injustamente y sobre todo, es alguien que no es de confianza. La persona hipócrita finge tener algo que no tiene, ya sea para agradar a los demás, o para acercarse a un grupo en particular con el fin de conseguir sus propósitos.
Un acto hipócrita es cuando alguien critica la actitud de
alguien, pero hace exactamente lo mismo, o incluso peor. El hipócrita ni
siquiera piensa en este hecho, lo único que quiere es estar en ventaja sobre
otros. Otro ejemplo de un hipócrita es alguien que quiere hacer algo y critica
a los que lo hacen solo para desvalorizar a otros. Un hipócrita es también una
persona disimulada, disfrazada, un demagogo que finge ser algo que no es. El
hipócrita es un facha que muestra lo que desea que se vea y al mismo tiempo oculta aquello que
no quiere que sea conocido por el entorno.
No olvidemos que la palabra ‘hipocresía’ usualmente implica
maldad. La hipocresía nunca es algo elogiable en ninguna forma, sea como fuere.
Los psicólogos la han definido como mostrar un buen carácter para lograr algo
dañino y perjudicial.
Por lo tanto, la hipocresía nunca busca algo bueno, más bien
es la intención de dañar a alguien traicionándolo y acarreándole males, y para conseguir su objetivo se gana a las persona mostrando un buen semblante y aparentando ser afectuoso y
amigable.
Lo mismo se aplica a cualquiera que se presente amigablemente
a la gente para parecer que es una persona cariñosa, cuando en realidad está engatusándolos para sacarle algún beneficio, o para involucrarlos en sus malévolos planes, o buscando perjudicarlos o hacerles algo malo.
“No toméis por amigos confidentes a quienes no fueran de los
vuestros, porque los incrédulos se esforzarán para corromperos, pues sólo
desean vuestra perdición. Ya han manifestado su odio, pero lo que ocultan sus
corazones es peor aún. Ya os hemos evidenciado su enemistad, si es que
razonáis”.
Una persona cortés no desea el mal a nadie, y trata de no perjudicar
a nadie ni interna ni externamente, pero puede mostrarse amable y dispuesta
para suavizar los sentimientos de los demás, ante alguien que tiene una mala
actitud, o para evitarse un aprieto a sí mismo o a los demás, pero sin estar de
acuerdo con la falsedad ni apoyándola en ninguna forma, ni en palabras ni en
actos.
“La hipocresía significa mostrar un buen semblante cuando
ocultas malas intenciones, albergando mala voluntad mientras se aparenta el
bien para causar el mal”.
El hecho de encontrarnos con gente que se muestre
exageradamente hipócrita no es nada que nos seduzca. Más bien al contrario. Cada
vez se demanda más autenticidad y menos “quedar bien” con los demás, porque una
persona que es capaz de mentir y mostrar una cara cuando en realidad oculta una
muy distinta puede esconder otras cosas realmente peligrosas.
Sin embargo, cuando tratamos con una persona sincera, aunque
nos diga con la verdad las cosas que no nos gustan, viene de cara y sabemos a qué
atenernos.
La falta de sinceridad y la hipocresía están por todas
partes. Lo mejor sería no caer en ella y saber cómo reaccionar ante las
personas que no nos dicen precisamente la verdad.
En los territorios donde cabalga la mentira vestida de dulce
hipocresía, la sinceridad es siempre la gran incomprendida. Es como si
comunicar con transparencia fuera un delito, una osadía para quien se quita las
armaduras y, con educado respeto es capaz de ir con el corazón por delante y
con la verdad en su boca.
Hay quien opta por el silencio y por esa supuesta pasividad
por simple y absoluto cansancio. Porque ya sabe 'de qué pie cojea' ese
familiar, esa persona falsa e indeseable. La hipocresía, es nada más y nada
menos que una falta de honestidad muy sibilina, ahí es dónde se esconde la
propia personalidad mientras exhibe una nobleza moral intachable.
A la hipocresía no se la vence, se la encara. Cambiar al
hipócrita es una batalla perdida, pero lo que sí podemos hacer, es dar ejemplo
y ser auténticos, así podremos desactivar la influencia que puedan tener sobre
nosotros.
Lo que diga, haga o piense el hipócrita no vale ni cuenta en
tu vida. Solo es aire, solo es el aliento de una marioneta algo cobarde que ha
hecho de la falsedad su reino de naipes. Tarde o temprano, caerá.
Sí, es mejor mantenerse alejado de las personas hipócritas,
porque como decimos, suelen tener aspectos negativos que ninguna persona
quiere tener cerca. Las personas hipócritas suelen ser
manipuladoras y tóxicas. Por tanto, lo mejor es limitar las relaciones con
ellas.
Lo más triste de la hipocresía y del engaño es que nunca
proviene de enemigos ni de personas desconocidas, viene de familiares y eso duele en el alma. Cuando nos engañan lo peor no son las
mentiras en sí, sino el fin de destruir el prestigio y la credibilidad de alguien, y el daño que deja y las vivencias que arrebata.
A veces, aun conociendo al hipócrita y sabiendo la verdad, queremos ver hasta dónde
llega la hipocresía. En la Biblia, se advierte sobre los peligros espirituales
que trae consigo la hipocresía. De hecho, ya en la Nuevo Testamento, Jesús
advertía contra los hipócritas y previene contra ella: “Cuídense de la
levadura de los fariseos, es decir, de su hipocresía. Porque no hay ningún
secreto que no llegue a descubrirse, ni nada escondido que no llegue a saberse”
(Lucas, 12: 1-2).
Además, la hipocresía es considerada una característica
propia de los falsos conversos, de aquellos que dicen creer en Dios pero que no
lo sienten con el corazón, y que, por esa razón, están condenados al infierno.
Por eso, advierte Jesucristo que no todo aquel que
simplemente dice creer en Dios padre entrará en el reino de los cielos: “Muchos
me dirán en aquel día: Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu
nombre echamos fuera demonios, y en tu nombre hicimos muchos milagros? Y
entonces les declararé: nunca os conocí; apartaos de mí, hacedores de maldad”
(Lucas 13: 21-23).
No es la vida la que separa a la gente, es la maldad, la hipocresía,
la traición, el egoísmo y la falta de respeto. La gente hipócrita no cambia,
solo finge cuando le conviene.
¿Qué sí he cambiado? Por supuesto… Hoy me valoro más, no
permito que las palabras de otra persona me afecten. No lloro más por lo que no
vale la pena, descarto la falsedad y no corro detrás de alguien que no quiera
estar conmigo.
Cuando la hipocresía comienza a ser de muy mala calidad, es
hora de comenzar a decir la verdad. Bertolt Brecht.
Fotografía: Internet
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