Dulce Jesús,
ayúdanos a esparcir tu aroma
donde quiera que vayamos.
Inunda nuestras almas
de tu espíritu y tu vida.
Posee toda nuestra existencia
hasta tal punto,
que toda nuestra vida
solo sea una emanación de la tuya.
Brilla a través de nosotros
y mora en nosotros de tal manera,
que todas las almas
que entren en contacto con nosotros,
puedan sentir tu presencia en nuestra alma.
¡Oh, Señor!
Haz que nos miren
y ya no nos vean a nosotros,
sino solamente a ti…
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