La fe no hace que las cosas sean fáciles, hace que sean
posibles. Para conseguir nuestros objetivos es fundamental que tengamos fe y
confiemos en nosotros mismos. Aunque no lo creamos, el plano psicológico
desempeña un papel fundamental para lograr nuestros propósitos.
La fe es una dimensión psicológica que trasciende los
sentimientos. No estamos hablando de religión o espiritualidad, sino de esa
fuerza interior que nos aporta esperanza, valía, confianza y coraje.
En realidad, pocos aspectos emocionales pueden llegar a ser
tan intensos como aquel que nos ayuda a creer en nosotros mismos y, sobre todo,
en esa capacidad para superar adversidades y para hacer que nuestros sueños
sean posibles.
No importa cuál sea tu religión; no importa si eres más bien
espiritual, puesto que lo realmente esencial es que cualquiera que sea nuestra
convicción personal nos ayude a creer en lo que valemos, en todo lo que
merecemos. La fe es la capacidad que tiene el ser humano de hacer frente al
miedo. La psicóloga Valeria Sabater nos ayuda a entender y reflexionar sobre ello.
La fe es la luz que encendemos cuando todo está oscuro. Hay
épocas en que las dificultades parecen encadenarse unas a otras. Lejos de
atribuir la fatalidad o los momentos difíciles a factores externos, es
necesario ver las cosas con objetividad y en la medida de lo posible asumir
el control.
Las dificultades y los momentos dolorosos no duran
eternamente. La vida cambia, fluye y nos embiste en su rumor incansable. Por
ello, es necesario 'encender' una luz en el corazón y confiar en que las cosas
van a mejorar y que nosotros vamos a poder con ello. A esto lo llamamos fe y es
esa virtud casi inexplicable, la que nos hace creer en cosas que no se ven pero
que se sienten. Debes saber que, a pesar de tanto sufrimiento de lágrimas y de
decepciones, tienes en tu interior una fortaleza con la que serías capaz de dar
hasta el último aliento por los tuyos.
Ten fe en que no te doblegarás, porque a lo largo de tu vida has experimentado instantes complejos de los que has podido aprender. Hay quién suplica, quién pide que las cosas sean más fáciles para que no le cueste tanto lograr los proyectos, llegar a final de mes, tener buenas relaciones familiares… Ahora bien, si lo pensamos durante un instante nos daremos cuenta de que nadie da nada a cambio de nada, que vivir es luchar cada día y que, para encontrar buenos resultados se necesita constancia, coraje y esfuerzo.
La fe nunca hará que las cosas nos caigan del cielo, pero si
albergamos una confianza plena en nosotros mismos, lograremos ese aliento
indispensable para que la batalla se lleve a cabo con más optimismo. Alimenta
tu fe para que tus miedos se mueran de hambre. Los miedos son emociones
instintivas que nos ponen en alerta ante ciertos riesgos para que escapemos.
En ocasiones, las personas desarrollamos miedos que no son objetivos y que limitan nuestro crecimiento personal. Hablamos de actitudes limitantes, de inseguridades, de temores injustificados. Tampoco podemos dejar de lado que muchos de nuestros miedos han sido inculcados en nuestra infancia y de la mano de nuestra familia, pero también por experiencia hemos comprobado que no siempre somos capaces ni estamos preparados para afrontar según qué cosas... Es necesario que conozcamos cuáles son nuestros miedos, los desenmascaremos, los racionalicemos y las hagamos desaparecer mediante la fe, a través de esa necesaria confianza en nosotros mismos.
Utiliza tu fe para vencer cualquier dificultad. Las
dificultades deben afrontarse con recursos y estrategias propias. Quien se
acostumbra a delegar en los demás, pierde poco a poco el control de su propia
vida.
Utiliza tu fe para vencer adversidades. En primer lugar, debemos
desarrollar una adecuada confianza en nosotros mismos, ahí es donde la fe en
nuestras capacidades, fortaleza y recursos psicológicos, debe ser lo bastante
fuerte como para resolver dichos problemas.
Sabemos que existen alguna dificultades más complejas que otras y
que no siempre vamos a poder con ellas en soledad. El apoyo de los nuestros es
indispensable; no obstante, siempre será más adecuado no responsabilizar a
nadie de todo aquello que podamos resolver o afrontar nosotros mismos.
Así pues, Abahram Maslow, uno de los psicólogos más
relevantes en cuanto a crecimiento personal se refiere, en una de sus
investigaciones, señala que el miedo es una necesidad humana y que debemos
afrontarlo y superarlo para poder avanzar. Es decir, superar el miedo es una especie
de obligación que tenemos que encarar para sentirnos realizados.
Las cosas son posibles, no fáciles. En definitiva, a pesar de que en ocasiones relacionemos la palabra 'fe' con el ámbito religioso o espiritual, hemos de entenderla también como un constructo psicológico de gran poder. Gracias a ella desarrollamos una mayor fortaleza interior y una confianza respecto a nuestras capacidades y posibilidades para luchar por nuestros sueños. Porque el que tiene fe en sí mismo no necesita que los demás crean en él.
Date tiempo… Si te caes siete veces, levántate ocho. Si te
caes, levántate. Todos conocemos la teoría, pero, ¡qué difícil es llevarla a
cabo cuando estamos pasando por un mal momento! A lo largo de la vida hay
muchos momentos en los que nos caemos, pero debemos levantarnos porque aún hay
mucho camino por recorrer.
Tras una situación dolorosa lo mejor es que te des tiempo
para atravesar el duelo. Es normal que te encuentres mal. No obstante, es
necesario no anclarte en la tristeza, hay que levantarte y seguir adelante.
Angustia, depresiones, frustraciones, estrés… La vida está
repleta de circunstancias que nos llevan de lo más alto a lo más bajo. ¿Qué
podemos hacer? ¡No rendirnos! Aunque todo parezca estar perdido, debemos
seguir porque la vida continuará con o sin nosotros.
Siempre hay esperanza. Es normal que, si estás pasando por un período malo lo veas todo de imposible solución. No obstante, todo empezará a llenarse de luz después de un tiempo. Cuando ese bache haya pasado verás como te levantarás fácilmente. Es normal que en el momento que lo vives lo veas todo negro. Uno de los problemas que pueden afectarnos en esos momentos es la depresión; un trastorno del estado de ánimo que puede hacernos sentir tristes, decaídos y sin ganas de nada. Al contrario que la tristeza, la depresión se mantiene en el tiempo y con ello, puede aparecer también la desesperanza.
Debemos evitar dejarnos llevar por la depresión que puede surgir por una pérdida, por un problema grave, porque las relaciones familiares se complican, porque nos acaban de echar del trabajo… Pero, aunque en el momento no veas una salida, créenos: la hay. Si crees que estás sumido en un pozo, ¡levántate! porque hay esperanza... Puede ser que cuando pasamos por situaciones difíciles no vemos la esperanza, y una cosa que hacemos mal es potenciar ese malestar en el que nos encontramos. Si estamos mal no puede ser que hagamos todo lo posible por estar aún peor, pero hay personas a las que les funciona caer hasta lo más profundo, pues solo así logran después levantarse.
Cuando estamos bajos de ánimo es lógico y normal que no tengamos ganas de nada. En ocasiones, no salimos de casa, nos encerramos, dejamos de lado a nuestras amistades y nos sumimos tan solo en nuestro profundo dolor. Esto también puede ser beneficioso para encontrarnos con nuestro yo interior, escucharlo y aprender de todo ese dolor. Pasar por algo que nos hace sufrir realmente no es algo negativo. Debemos experimentarlo para poder superar eso que nos ha hecho tanto daño. Si no sufriésemos, no lo superaríamos nunca. Es por esto por lo que debemos caer, pero tampoco dejarnos llevar. Aunque no tengas ganas de nada, ni de vivir, ni de cuidarte, debes ser fuerte y en tu yo más interno sabes que vas a superar esa situación y más. Tu instinto de supervivencia te impedirá dejarte vencer. Por eso, pasa ese 'duelo', súfrelo, siéntelo, para que luego puedas renacer como ave fénix. Aprende hasta de tus momentos más dolorosos, porque de ellos es de donde más podrás aprender, sobre el mundo y sobre ti mismo.
Lo has superado, ¡levántate! Ahora es el momento de que, pasado ese período de dolor, reflexiones sobre cómo has actuado. Te has caído, es normal. Todos nos tropezamos con piedras una y otra vez en nuestro camino, pero, ¡porque el mundo está lleno de piedras! La cuestión es… cuando te caes, ¿te quedas en el suelo? Pasas vergüenza, eso es verdad, pero te obligas a levantarte. Cuando atravieses por un mal momento, piensa en esto: si te caes siete veces, levántate ocho.
Los momentos más negativos te permitirán conocerte y saber cuánto tiempo necesitas estar sumergido en ese dolor y cuándo será el momento en el que saques todas tus fuerzas y debas levantarte. Claro que es diferente estar triste un día que pasar por una depresión. Pero el resultado es el mismo: acabarás levantándote. Nunca te des por vencida, porque no será la última vez en la que te encuentres con un problema. Sufrir, caer, es parte de nuestro camino, lo importante es seguir levantándonos.
Nunca perdamos la esperanza. Si una puerta no se abre, ese no
es tu camino. Ten fe, cree en ti. Comenzamos a creer cuando nuestro corazón de
piedra se vuelve milagrosamente “corazón de carne”; cuando nuestro espíritu
racionalista se convierte en “espíritu nuevo”. Cuando tomamos conciencia que no
estamos solos y recuerda: cuando una puerta se cierra otra se abre…
Decir que la fe es un “don” no es suficiente. La fe es un don
que nos es concedido por el Espíritu Santo.
El profeta Habacuc nos dice que, para sobrevivir, necesitamos
creer. La fe es la esencia de la vida, quién tiene fe en Dios, tiene fe en todo
lo demás. Ya lo dijo Santa Teresa: Quien a Dios tiene nada le falta, solo
Dios basta.
La fe es el antídoto de todas las adversidades. La fe sustenta la vida: la fe es mi vida. La puerta de la fe nos introduce en la vida de comunión con
Dios y nos permite la entrada en su gloria. Ten fe y todo saldrá bien, porque en la fe está todo el poder...
Fotografía: Internet
No hay comentarios :
Publicar un comentario