¿Qué hay en tu vaso? Imagina que vas caminando con un vaso de
café en la mano. De pronto tropiezas, pierdes el equilibrio y el líquido se
derrama. ¿Qué derramaste: agua, leche, vino? No, derramaste café porque es lo
que había en tu vaso. Del mismo modo, cada uno de nuestros actos da cuenta de
lo que llevamos en nuestro interior, y de lo que llevas repartes.
Tu tesoro interior es solo tuyo. Si entregas amor, lealtad, ayuda y perdón es porque eso habita en ti. Las personas amorosas, aman. Las personas heridas, hieren. Quienes son felices, entregan felicidad y quienes expulsan veneno, solo denotan su veneno interior. Cuando comprendes esta premisa puedes salir de la trampa de identificarte con los actos de los otros.
¿Alguna vez te pidieron ayuda y tú socorriste siempre pero ese alguien no lo valoró? ¿Ofreciste lealtad que terminó traicionándote? Probablemente te hayan tachado de ingenuo por confiar, de blando por entregar o de tonto por esforzarte. Sin embargo, tú eres lo que das, no lo que el otro responde. Tú eres el amor que pusiste en ayudar, la fidelidad que otorgaste y la responsabilidad que mostraste. La ingratitud, la traición y la indiferencia son el contenido del vaso de los otros, no del tuyo.
Tú sigue la luz interior que custodia tus dones. Así que, si amas y no eres
correspondido, has de tener claro que tu amor no pierde valor. Si confías y te
traicionan, tu confianza no se convierte en una cualidad negativa. Quién no
entrega amor es porque no lo tiene dentro de sí, quién traiciona es porque
guarda traición en su interior. Nada de lo que el otro haga te
representa a ti, sino a él.
Entonces, desoye a quienes te aconsejan cerrarte, limitarte o
condicionar tu forma de ser. Es muy común que las personas se rijan por el «si
tú me das, yo te doy». Olvida esos regateos inútiles, te doy mucho porque soy
mucho; si tú también me das, te lo agradezco; si no, haré un esfuerzo por
comprenderte.
Sé que tus acciones son independientes de las mías, que no he de
actuar en función de lo que harán los otros sino de lo que yo soy. Dejo de
estar pendiente de lo que ocurre afuera y comienzo a vivir mirando hacia
dentro. ¿Qué siento yo? ¿Qué me nace hacer de forma natural? Lo que siento es
mi esencia y por ella debo regirme: me guía mi luz y mis dones…
No importa lo oscuro que sea tu entorno si tu luz interior
ilumina tu vida…
La vida es como un eco, nos devuelve nuestra misma voz
amplificada, pero cuidado, aunque seamos excelentes personas el eco puede ser
negativo cuando inconscientemente emitimos sentimientos de tristeza o temor que
nada tienen que ver con que seamos intachable. El universo se limita a emitir lo
que recibe. No juzga. Por ello hay buenas personas que no se explican que todo
le vaya mal en la vida. Los pensamientos son ondas impersonales y se limitan a
darnos su réplica para bien o para sufrimiento.
La felicidad solo depende de nuestra luz interior. Henry Lacordaire.
Esto dice Julio Andrés Pagano: Desde el punto más sombrío de mi mundo interior, envío delicadas burbujas que viajan hacia mi parte
consciente, creando un colorido y luminoso puente por donde afluye la
comprensión. Es mediante esta armónica reconexión que celebrando abro, de par
en par, mi corazón, para bendecir y honrar lo aprendido en este maravilloso
recorrido por la tercera dimensión, ya que no es batallando como
logramos iluminar, sino aceptando y amando nuestra propia oscuridad.
Al comenzar el proceso de transformación, una pequeña chispa
de amor se encendió y poco a poco nos permitió tomar conciencia sobre la
deshumanización que imperaba. Gracias a esa luz interior, que hacia afuera
iluminaba, sentimos que lentamente lo que nos rodeaba se aclaraba. Así fuimos
dando pasos y aprendimos a confiar. También nos animamos a alentar e hicimos un
considerable esfuerzo para permanecer despiertos, al tiempo que nuestra luz se
acrecentaba.
A pesar del duro trabajo, desterrando la oscuridad, vemos que
aún queda tarea por realizar, y eso nos lleva a preguntar en qué fallamos. La
respuesta sincera a este interrogante, conduce a la introspección y es la
sabia voz del corazón quien nos responde: “En el mágico camino de la vida no
hay errores. Todo es aprendizaje. Lo que falta integrar son tus partes
dormidas, que en el mundo externo se muestran como si fuesen oscuras, para que
puedas iluminarlas, amando”.
Esta respuesta nos permite rememorar que los que vemos fuera
es la prolongación de nuestro mundo interno, de ahí que en cada uno de nosotros
exista el poder de cambiar la realidad. Por eso, en vez de insultar, enojarnos
y criticar por el entorno en que vivimos, podemos abrirnos y sanar nuestras
desarmonías internas que proyectan inconsciencia. Todo es Uno. La oscuridad es
funcional a la luz. Si estamos alertas, su marcado contraste nos ayuda a ser
más conscientes.
Si todos nos hacemos cargo de la bella responsabilidad que
implica nuestro poder co-creador, sólo habrá lugar para el amor que se manifiesta en múltiples y creativas formas. Por eso es que hoy, volviéndome más
consciente de lo que puedo generar, sonriendo elijo plasmar sensibles burbujas cristalinas y relucientes, que desde mi parte iluminada retornan hacia el punto
más sombrío de mi mundo interior, para abrazarlo con infinito amor y agradeciendo de todo
corazón.
Por muchas piedras que encuentres en tu camino, siempre habrá
una luz en tu corazón que te permitirá alumbrarlas.
En la obra de Dios los dones son un medio esencial para poder
convertirnos en servidores eficaces de su propósito. Por ello debemos ser
conscientes de las habilidades con las que contamos y aprovechar cada
oportunidad que se nos presente, para rendir gloria al Señor. Es lo contrario a
tratar ser algo que no somos y enfocarnos en desarrollar habilidades que
creemos tener o que satisfacen el criterio de otros a nuestro alrededor. Es
tener la maduración para no envidiar las habilidades que no poseemos, sabiendo
que en este mundo existen numerosas necesidades físicas y espirituales, que no
podrán ser satisfechas por un solo don o individuo, sino por la colaboración
efectiva de todos los dones que por muy pequeños que sean, se unan en el camino
de seguir a Dios.
Nadie es más feliz que aquél que sabe disfrutar de su propio espacio sin sentirse solitario...
Los tesoros personales son los dones que han sido dados parea brillar con luz propia. Unos poseen la capacidad de comunicar, transmitir, enseñar. Otros han sido dotados con el don de la comprensión, la paciencia, la colaboración y así muchas otras habilidades. Pues, reconociendo, valorando y agradeciendo camino diariamente junto a Dios para recibir su fuerza y no desfallecer frente a las provocaciones de los que viven en tinieblas.
En mi interior guardo un tesoro, un tesoro que se me ha dado, el tesoro de la verdad: y no se debe esconder, debe transmitirse con talento, audacia y valentía…
Fotografía: Internet
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