Cada vez que dos personas se entienden y se perdonan, es
Navidad.
Cada vez que muestras paciencia con quienes convives, es
Navidad.
Cada vez que alguien decide ser honesto en todo lo que hace,
es Navidad.
Cada vez que nace un niño, es Navidad
Cada vez que se respeta y se auxilia a un anciano, es
Navidad.
Cada vez que dos personas se aman con un amor limpio, profundo y sincero, es Navidad.
Cada vez que miras a alguien con los ojos del corazón, sin
juicios o críticas, es Navidad.
Cada vez que alguien socorre y devuelve dignidad a sus semejantes, es Navidad.
Cada vez que divides el pan de tu mesa, es Navidad.
Cada vez que se demuestra amor al prójimo, es Navidad.
Cada vez que buscas dentro de ti y te renuevas, es Navidad.
Cada vez que has inducido al desprecio de un hermano y tomando
conciencia de tu mala acción, vas con humildad y sinceridad a reconciliarte con
él, es Navidad.
Cada vez que llevado de la furia has ofendido y te arrepientes
y pides perdón, es Navidad.
Cada vez que quieras dar sentido y contenido renovado a tu vida,
es Navidad.
Porque Navidad es Amor cada día.
Amor todos los días.
Paz todos los días.
Caridad todos los días.
Justicia todos los días.
Comprensión todos los días.
Respeto todos los días.
Sinceridad todos los días.
Acción positiva todos los días.
Verdad todos los días…
Y es a partir de esas actitudes que:
nace la Esperanza,
nace la Alegría,
nace la Concordia,
nace el Entendimiento,
nace la Paz del alma
y la Paz del mundo…
Nunca será una verdadera Navidad, mientras conmemoramos sólo
una noche con amor, y nos olvidamos de amar y de respetar el resto del año.
¡Seguramente no es esto lo que Jesús quiere de nosotros!
Entonces hagamos una reflexión y cuidemos los pensamientos, las palabras, las emociones y las acciones para que reine la verdad, la sinceridad y nuestra vida sea una constante NAVIDAD.
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