sábado, 3 de octubre de 2020

Rota se camina igual

 


"Rota se camina igual": Este es un libro que estará siempre de actualidad, porque es un viaje al interior de las emociones, con el que podemos identificarnos y hacernos carne a través de las heridas del desamor, del abandono, de las pérdidas, de la soledad y de la desolación. Lorena Pronsky nos muestra cómo puede volverse a construir un nuevo mundo, aún con esas grietas que la vida nos impone. Este es un viaje de regreso hacia nosotros mismos, en donde nos cruzaremos con dos opciones: aferrarnos a un dolor que nos deja en pausa o asumir la realidad que nos toca vivir, entendiendo que rota puede caminarse igual. Apoyada en la herida como parte inevitable de la vida, la autora nos invita a reflexionar acerca de cómo y de qué forma podemos transitar con los dolores que nos perforan el alma y nos marcan un nuevo destino. Con un lenguaje sencillo y con la capacidad magistral de poner en palabras las emociones, nos lleva por todos los huecos de la subjetividad humana para darnos, en cada texto, la llave que nos permita abrir esa puerta que uno mantiene cerrada.

Lorena Pronsky, —la psicóloga que hizo conocida Pampita y es furor por sus textos en las redes— creó ‘Curame’, una comunidad en Facebook donde muchas personas logran expresar sus propios dolores y angustias. Ella, con un lenguaje sencillo, contundente y, a veces, descarnado, logra poner en palabras aquellas emociones que muchos no pueden decir, al ser entrevistada contesta:

Uno tiene que curarse primero. Te andan obligando a disfrutar el momento, a soltar lo que te hace mal, a dejarte fluir con las circunstancias y a entregarle todo al Universo para que suceda lo que convenga. Uno primero tiene que curarse. Dejen de mentirle a la gente rota que todos sabemos que a nadie deja de sangrarle la herida por poner las patas en el agua y acariciar al perro mientras se les agradece la existencia a las tostadas que comemos todas las mañanas. La gente pide magia para que no duela y entonces se lo cree, y después los ves por ahí sintiendo culpa por no tener los huevos necesarios para salir a bailar y reírse a carcajadas mientras acaba de enterrar en el medio del pecho al amor de su vida, dice Lorena Pronsky.

Y ¿por qué hay tanta gente exponiendo sus dolores públicamente? Podría hacer la misma pregunta al revés ¿Por qué hay tantas personas ocultando su dolor?

La gente expone su dolor porque, muchas veces, no tiene otro espacio donde hacerlo. En esta página, no se interpretan los mensajes, se lee y se acompaña. Nadie juzga ni analiza, ni cuestiona el sentir de quien se expresa. Probablemente, por miedo a que todo eso suceda, también, lo esconden. Lo viven entre cuatro paredes y en silencio por temor a ser acusados. La gente en situación de dolor no necesita ser analizada permanente y fuera de contexto. De nuestro entorno, uno espera amor y presencia, un espacio para sentirse escuchado, tenido en cuenta y mimado. Quizá, sea esa la razón por la cual, muchas personas, evitan exponer su dolor en su círculo más íntimo. No sabemos qué hacer con el dolor del otro, afirma con mucha contundencia Lorena Pronsky.

¿Por qué? La gente está apurada, tiene sus propios conflictos y muchas veces el dolor ajeno estorba, porque le demanda un tiempo que no está dispuesta a ceder. En algunas personas, la creencia de que debe decir algo para calmar ese dolor de manera eficaz es muy fuerte. Le decimos y le deseamos que se sane pronto, que tome algo para estar mejor, que salga, que disfrute y que trate de olvidar. Le decimos que haga algo para que se le pase y todo esto se convierte en una exigencia a su voluntad, que probablemente en su momento de dolor, no tenga. Sin saber, se ejerce una presión innecesaria que, en general, se relaciona más con las propias carencias para contener que con el dolor del otro en sí. Es preferible alguien que esté bien y no alguien que nos pida un tiempo que no siempre sabemos cómo dar o bien no queremos regalar.

“Esto también pasará”, “Aprender a soltar” ,“Lo que crees, creas”... ¿Cómo crees que el exceso de psicología positiva nos puede perjudicar?

La psicología positiva funciona como soporte cuando ya logramos conectarnos con la voluntad hacer algo. Cuando aún estamos atravesados por momentos de dolor, tristeza, depresión y angustia, todos estos mensajes positivos se transforman en un discurso de góndola de supermercado que nada tiene que ver con el entendimiento de los procesos que uno transita. Más aún, estas frases de superación tan de moda, nos exponen a situaciones de frustración constante por no poder cumplir con objetivos de sanación de manual. No se puede dar una receta para ser exitoso y feliz. Está bien ofrecer herramientas, pero no se puede apurar y domesticar los tiempos del dolor.

¿No hay tiempo para los duelos? En los libros se habla de etapas y de tiempos concretos. Las primeras veces, las primeras fechas y el tiempo esperado. Hay duelos normales y duelos patológicos. Si bien pareciera que está todo escrito, la realidad es diferente. Cada persona transita el duelo como puede y con las herramientas que tiene. Es importante hacer foco en qué fue lo que se perdió. No es lo mismo perder un hijo, que perder un abuelo. Cuándo uno pierde a un ser querido pierde también todo lo que quedó pendiente y todo lo que los unía. Cada ausencia es diferente. Las generalizaciones son peligrosas, afirma Lorena autora del libro “Rota, se camina igual”. El libro que nos invita a reflexionar acerca de cómo y de qué forma podemos transitar con los dolores que nos perforan el alma y nos marcan un nuevo destino.

"Curame" es una comunidad que no para de crecer. Curame crece porque la gente logra sanar en la identificación y con la certeza de que no está solo con lo que le pasa. Todo lo que allí escribo y todo lo que se comparte, es un discurso que le da voz a las heridas que nos atraviesan y al silencio que llevamos atravesado en la garganta y que duele. Muchas personas son parte, porque se sienten comprendidas y al leer que a otro le pasa lo mismo, el dolor se alivia y se sienten acompañadas. Creo que los textos son de mucha ayuda porque tienen verdad. Nadie participa de Curame esperando fórmulas mágicas. Todos ya las hemos buscado y jamás las encontramos porque no existe un tratado de cómo ser feliz.

Muchas personas se quedan en el victimismo, se aferran al arquetipo de víctima sagrada. Otros se polarizan en el Salvador y quieren andar rescatando a todo el mundo…

Aferrarse a la herida es una opción que a muchos les da una posición de ventaja frente a la mirada del otro que lo ve como en inferioridad emocional. Así, obtienen un beneficio secundario del síntoma. Soltar el dolor tiene un costo muy alto que no cualquiera es capaz de asumir. Implica un gran esfuerzo que muchas veces uno prefiere evitar. Y, sobre todo, variables a cambiar de su propio mundo que no cualquiera tiene la voluntad de hacer. Nadie suelta sin costo. Es necesario dejar la famosa y terrible zona de confort, allí donde uno se acostumbra a vivir mal por miedo a lo que pierda cuando salga de esa zona”.

Nadie rescata a nadie. “Uno tiene que descubrir sus propios recursos. Si necesitamos ayuda, es posible buscarla sabiendo que encontraremos soporte y acompañamiento, pero que no seremos salvados por otro. Esto es una fantasía. El mayor trabajo lo hace uno y el camino es hacia adentro. Podemos caminar acompañados, pero solo uno con uno mismo puede atravesar el camino.

Con esta certeza, Lorena también hace talleres a los que concurren muchas personas con su dolor y allí se trabajan las heridas con técnicas que van más allá de las palabras. El dolor se puede resignificar.

¿Por qué evitamos conectar con el dolor? Muchas personas evitan contactar con el dolor porque tienen miedo de no poder transitarlo y de romperse en el intento. Le tenemos miedo a sufrir y a no poder salir más de ese lugar. Asumir la herida tiene que ver con permitirse transitarla. Cuando logramos esto, recién ahí podemos hacer algo para repararnos. Es sólo después de asumir que estamos heridos, que algo nos duele y nos atraviesa cuando encontramos una fortaleza en nosotros que antes desconocíamos. Sucede entonces la tan aclamada resiliencia. Uno crece en la herida porque implementa recursos emocionales que tenía dormidos. De esta forma, es como realmente te haces más fuerte, más seguro y más íntegro.

El duelo es, en definitiva, un proceso de sanación en sí mismo. Es el pasaje de la herida a la cicatriz. ¿Cómo podemos dejar de esconder las cicatrices y llevarlas con el honor de haber sobrevivido a las batallas?

Quien sale victorioso de los dolores no tiene razón para esconder las cicatrices. Todos llevamos puesta alguna. Todas las caricias que nos atravesaron y la ausencia de ellas nos hacen ser quienes somos. No hay razón para esconder nada. Es nuestro mundo interior el que nos nombra y nos hace únicos. El dolor necesita un tiempo y mientras tanto, duele. Acompañar, guiar, sugerir terapias, apoyar, contener es muy bueno, pero vender recetas en almas rotas, con puntos de cocción, no. Eso no.

Hay gente que juzga, critica, calumnia y desprecia a los demás, después vuelve a su casa y no logra entender porque su vida está llena de frustración, amargura y decepción… Esta claro que en esta vida hay gente que nace sólo para infligir dolor. De ahí el mal de toda convivencia, personas sin piedad, egocéntricas y egoístas, sin sentimientos que no empatizan con el igual y por donde pasan destruye las relaciones: hijos que se enfrentan a los padres, hermanos que se unen para pisotear a otro, falsas amistades que te ponen zancadillas...

Cuando la vida nos confronta con situaciones desafiantes, hay opciones. Depende en qué lugar te pares sobre un problema, es la respuesta que obtendrás. Es frecuente que las personas utilicen los términos aceptación y resignación como sinónimos, y no lo son.

Como sabemos, si al dolor le oponemos resistencia, el resultado será una dosis mayor de sufrimiento. ¿Por qué? En palabras simples, porque todo aquello a lo que te resistes, persiste con más fuerza. Daniel Colombo.

El arte de vivir  es cambiar las hojas sin perder las raíces. Y, para afrontar todas las dificultades de la vida, hay que estar fuertes de mente y de espíritu, y usar la frase mágica: "Yo quiero. Yo puedo. Yo soy capaz...".

Fotografía: wikiHow

 

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