Es difícil olvidar a alguien, sobre todo si son las personas más importantes en tu vida. A mis padres les debo la vida y cuando ellos partieron a la llamada del Señor, algo de mí se fue con ellos. Por eso sigo estando apegada a su esencia y recuerdo. Su sangre riega mis venas, sus enseñanzas me guía, su recuerdo me alimenta, su amor siento noche y día...
Somos viajeros del tiempo: Vinimos a aprender, compartir, tocar almas, dar amor, transformarnos y partir sin apegos.
La mayor riqueza que tenemos son las persona que queremos y nos quieren... Nunca pensé que me iban a faltar, pero el destino tiene unos planes secretos, y de pronto nos sorprende y ya la vida deja de ser tan hermosa. Perderles ha sido lo más difícil que me ha pasado; he tenido que aprender a sobrevivir con la ausencia que pesa como una loza. Es duro y doloroso remontar, pero me quedaron tantos bellos recuerdos... Ellos me sujetan cuando no me quedan fuerzas para seguir caminando, porque el camino se hace largo cuando no tienes a las personas que más quiere a tu lado.
No hay día que no dé gracias a Dios por mis padres, porque cada día los tengo presente y me siento dichosa de ser fruto del amor de dos personas admirables. Todo era perfecto, por eso jamás pensé que les perdería tan rápidamente; en realidad nunca pensé en perderlos. Y todo cambió, pues tuve que aprender de la forma menos esperada que la vida da muchas vueltas y nos parece que es injusta, despiadada y misteriosa, ya que existen muchas cosas que no podemos entender para asimilarlas como quisiéramos.
Papá, siempre nos quedan cosas por decir y por hacer, sin esperar que una de ellas era que tu misión a nuestro lado había terminado. Te marchaste dejando cosas pendiente, como el siguiente abrazo en donde encontraría refugio y el consejo que me ayudaría a continuar mi camino sin el calor de tu presencia.
De saberlo, quedó pendiente la gran despedida en donde te llenaría de besos y te daría gracias por cada lección de vida, por cada gesto y por cada momento vivido a tu lado, y te hubiera dicho lo orgullosa que estoy de que seas mi padre y sobre todo, lo mucho que te quería y quiero y cuánto te iba echar de menos.
Te fuiste inesperadamente; no es tarea fácil hacerme a la idea de que no estás, pero poco a poco lo voy logrando, aunque el camino no parece terminar y eso duele, pero me sobrepongo y te recuerdo justo como hubieras querido: lleno de alegría y entusiasmo por la vida, junto con mamá, pero sobre todo con agradecimiento, porque a pesar de que el tiempo nos ganó, siempre disfruté de tu compañía.
Fuiste un padre único, junto a mamá me enseñaste a crecer, a comprender que quien te ama te respeta y lo demuestra, que la familia es lo más importante en este mundo, que no debo despegar los pies de la tierra y crecer en humildad, a ser una persona íntegra y sobre todo, me enseñaste a vivir con honestidad, valorando y agradeciendo.
Porque valoro las enseñanzas de mis padres les siento siempre conmigo. Antes de dormir repaso el día y les pido consejos e imagino cuales serían sus respuestas sin dejar de visualizar la sonrisa. Aunque hay asuntos peliagudos que debemos darle su tiempo, ¿verdad?
Papá, creo que después de todo me dejaste un gran tesoro, uno que nadie podrá arrebatarme jamás. Me dejaste cariño, recuerdos, experiencias, enseñanzas, momentos inolvidables y sobre todo una familia que nada ni nadie podrá romper las raíces, aunque las ramas estén marchitas.
Son muchas las cosas que tengo que decirte, pero sé muy bien que tú ya las conoces, por lo tanto, sólo me queda agradecerte por convertirme en quién soy, y por todo ese amor y seguridad que me brindaste.
Lo importante es que conservo de mi padre hermosos recuerdos, guardo en mi memoria los valores que me enseñó y no se me olvidan las tribulaciones que por mí pasó. En este día puedo decir con orgullo que tuve el mejor padre del mundo, al que le rindo homenaje hoy y siempre. Todos tenemos dentro una reserva de fuerza insospechada que emerge cuando la vida nos pone a prueba...
¡Gracias Papá! Te seguiré queriendo y recordando mientras viva. Dicen que solo se muere cuando se olvida y yo, no te olvidaré, ni a ti ni a mamá.
¡Gracias Papá! Te seguiré queriendo y recordando mientras viva. Dicen que solo se muere cuando se olvida y yo, no te olvidaré, ni a ti ni a mamá.
Nuestras almas se comunican más allá de la ausencia, por eso les llevo tan adentro y siento el aliento y la presencia. Siempre les llevaré en mi mente y en mi corazón. Besos para ti y para mamá.
Fotografía: cocoparisienne
Fotografía: cocoparisienne
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