Solo Dios sabe lo que guardas en tu corazón. En el mundo existen muchas buenas personas, de hecho, la mayoría de la gente tiene buen corazón y buenos sentimientos. La superación personal que se esconde en el interior de cada ser humano demuestra que siempre podemos evolucionar. Es decir, tú puedes ser la mejor versión de ti mismo.
¿Se puede ser odiado sin ser mala persona? Siempre es bueno conocer los porqués para intentar comprender ciertos comportamientos.
Tendrás tus defectos, como todos, pero: eres una persona que trata de no herir deliberadamente a los demás; procuras vivir en paz y hacer tu parte lo mejor posible. Entonces, ¿por qué hay personas que te odian? ¿Eres una mala persona y no te has dado cuenta?
Todos nosotros podemos provocar odio, repulsión o, simplemente, caemos mal a otras personas sin que precisamente seamos la reencarnación del mal. Para caer mal a alguien (o incluso para sacarle de sus casillas o repugnarle) no necesitas hacer nada. A veces bastan aspectos tan superficiales como tu forma de ser, tu simpatía, tu modo de hablar o de vestir para despertar esa antipatía.
Cuando alguien te aborrece lo notas rápidamente en su nerviosismo en su mirada en sus gestos, y te preguntas ¿qué habré hecho? No es porque tú hayas hecho nada, todo está en la mente y en el ánimo de la otra persona; ella es la causante de su mal y lo canaliza a través de ti. No te preguntes qué hay de malo en ti, ni qué razones tienen otros para despreciarte u odiarte. ¿Razones? Esas razones no tienen porqué ver contigo necesariamente, sino con la persona que te odia. Algunos ejemplos:
Su propia inseguridad… Tus cualidades pueden ser vistas como una amenaza. Tu inteligencia, tu simpatía, tu buena presencia, tu habilidad para relacionarte con otros…
Una persona con escasa confianza en sí misma puede sentir miedo a que obstaculices su progreso; a que otros te prefieran a ti… Eres una amenaza para sus objetivos y por eso te “odia”. Tu existencia impacta significativamente en su vida. De ahí el odio. Si esta persona en cuestión tuviera más confianza en sí misma, no sentiría esa aversión hacia ti.
Celos y envidia… Tiene que ver con lo anterior. Alguien te “odia” porque tú tienes algo valioso que siente que falta en su vida. Será tu forma de ser, tu simpatía, tu éxito, tu casa, tu pareja, etc. Cualquier cosita —incluidas las que tú consideras pequeñas— puede despertar la envidia y la antipatía de otro. Otro al que también le falta la confianza necesaria. Si estuviera seguro de que puede lograr eso mismo que tú tienes, no le caerías mal.
Su necesidad de atención… También hay gente que puede odiarte porque no le prestas la atención que quiere; porque no le rías la gracia o no le haces la pelota. Que alguien necesite este apoyo o aprobación social y tú le ignores, puede ser otra razón para que empieces a caerle gordo.
Ahora que, no todas las personas que se sienten inseguras o que necesitan feedback social (en los ejemplos que hemos visto) se comportan igual en la misma situación. Lo que decimos es que puede que algunas sí te “odien”. Y, en tal caso, no lo hacen porque tú seas mala gente, sino porque ellos gestionan sus carencias de esa manera.
Las malas personas saben que lo son y utilizan la astucia para tratar de aparentar lo contrario. No olvides que la cara es el reflejo del alma. Las buenas personas no saben ser de otra forma, su paz interior se refleja en su cara, son bondadosos de corazón y de nobles sentimientos.
Por sus rasgos se distingue fácilmente a una buena persona. Uno de los rasgos de una buena persona es que suelen ser personas empáticas. Se preocupan por tus problemas y te tienden la mano para ayudarte. El dolor ajeno no es invisible a sus ojos. La empatía, la humanidad y la solidaridad muestran que una persona se siente mejor consigo misma cuando se implica en las circunstancias de su entorno, para apoyar a quien lo necesita y poder aportar su granito de arena para que la gente se sienta mejor.
Las personas que practican la empatía se rigen bajo un lema claro y conciso: "No hagas a los demás lo que no te gustaría que te hicieran a ti". Esta es su base en la vida y, desde aquí, actúan, hablan, reaccionan y se relacionan con los demás. Es un principio básico de respeto y tolerancia que hace que te puedas poner en la piel de la otra persona y así, comprender mejor sus emociones y su forma de vivir la vida.
Sinceridad, otro de los rasgos de una buena persona. El perfil de una persona buena también se caracteriza por practicar la sinceridad. Pero no nos equivoquemos; hay personas sinceras que también son groseras e hirientes. Las buenas persona, al ser empáticas, saben cómo tienen que decir las cosas y respetan las emociones de los demás. Incluso, cuando se siente traicionadas, saben aguardar pacientes, para dar la oportunidad de rectificar, si ve que no hay reflexión, entonces, con toda la sinceridad que le caracteriza preguntará el porqué de su comportamiento. Por tanto, serán sinceras siempre contigo, pero cuando te digan algo que no te gusta, lo harán defendiendo la verdad y la verdad a veces duele.
El corazón de una buena persona se nota en su mirada serena y su franca sonrisa, incluso en sus palabras y en la forma que tienen de hablar de los demás. Una buena persona no pierde el tiempo en crear rumores falsos sobre terceras personas o en criticar de forma constante a alguien a sus espaldas. No van traicionando, lo que tienen que decir lo dicen mirando a la cara y dando todas las explicaciones que haya que dar, porque la primera intención es que no quede nada de dudas.
Las buenas personas hacen buenas acciones. Otra de las características de las buenas personas es que también dedican parte de su vida a realizar actos positivos y bondadosos. Las acciones igual que las palabras son un efecto de los sentimientos del corazón. Una buena persona se define a sí misma a través de los hechos que reflejan una serie de valores y de normas de conductas que hacen que la vida merezca la pena.
También suelen tener unas escalas de valores muy firmes que suelen cumplir a rajatabla. Son personas optimistas, soñadoras e idealistas que intentan vivir de una forma positiva tanto a nivel individual como social. Intentan ofrecer pequeñas ideas para que el mundo pueda ser un lugar mejor para vivir y, muchas veces, lo consiguen.
La confianza, otra característica de las buenas personas. Una buena persona es aquella en la que puedes confiar de verdad. Incluso en el caso de no tener mucha confianza, es una persona responsable que no juega con los sentimientos de nadie. Una buena persona no utiliza a los demás como si fuesen objetos. Suelen ser personas que, gracias a los valores tan firmes que tienen, tienen muy claro que el respeto es un elemento básico en las relaciones humanas.
Por eso, son personas que te respetarán y que no irán escampando tus secretos o intimidades a nadie. Además, gracias a su sinceridad, son personas que pueden convertirse en amigos del alma ya que querrán lo mejor para ti y no les costará nada decirte si hay algo que no les termina de convencer. En general, suelen crear relaciones muy sanas con la gente de su entorno y ayudar a que los demás también se puedan convertir en buenas personas.
Humildad, esencial en las personas con buen corazón. Otro de los rasgos de una buena persona es que suelen ser humildes. Es decir, nunca se sentirán superiores a los demás ni mirarán a nadie por encima del hombro. Saben que todo el mundo tiene su vida y sus propias metas, por tanto, respetarán cada éxito de cada uno y nunca se interpondrán en ellos.
No necesitan demasiadas cosas para vivir: ni lujos, ni dinero, ni reconocimientos. Son personas sencillas que se sienten la mar de felices disfrutando de un bonito atardecer, despertándose con sus seres queridos o dando un paseo por el campo. Valoran que en la sencillez de la vida es donde se encuentra la auténtica felicidad y la auténtica belleza.
Basten esos ejemplos para afirmar que sí puedes caerle a alguien muy mal sin que tú seas mala persona, pues habrá que aceptarlo, entonces. Siempre nos queda conectar espiritualmente con el Señor de la vida y nada nos faltará.
Decía, Eckhart Tolle: No podemos llegar a ser buenos esforzándonos por serlo sino encontrando la bondad que mora en nosotros para dejarla salir.
Las almas bellas son las únicas que saben todo lo que hay de grande en la bondad. François Fénelon.
Fotografía: truthseeker08
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