Tres montañeros fueron a pasar el fin de semana a un bosque. Uno era el fuego, otro el agua y el último la confianza. Al entrar en la espesura, les salió el guardabosque y les dijo:
—¿A dónde se dirigen ustedes?
Ellos respondieron:
—Queremos pasar el fin de semana en el bosque.
Entonces, el guardabosque les avisó:
—Tengan mucho cuidado, ya que se trata de un bosque muy peligroso. Les diré que hay personas que entraron y no lograron salir jamás.
Los tres amigos hicieron un gesto de sorpresa, pero el fuego no tardó en contestar:
—Yo no tengo ningún miedo, si me pierdo, entraré en combustión y saldrá humo de mí, así me encontrarán fácilmente.
Seguidamente, el agua manifestó:
—Pues yo tampoco tengo problemas, me diluiré ladera abajo y a mi alrededor brotará la hierba verde, y me hallarán pronto.
Viendo el guardabosque que el tercer montañero permanecía en silencio, le preguntó:
—¿Y usted quién es?
—Yo soy la confianza –respondió– y estoy pensando en no entrar en el bosque, porque cuando alguien me pierde casi nunca me vuelve a encontrar.
Y esto es muy cierto, porque cuando esta se pierde una vez, es muy difícil volver a recuperarla. Si confías en una persona y te falla no volverás a creer en ella tan fácilmente como antes.
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