sábado, 17 de agosto de 2019

Envidia ponzoñosa


Todos sabemos que la envidia es un mal destructivo. Los envidiosos son personas que no viven en paz, están obsesionadas con saber todo sobre la vida de quién envidia, para ir afeando y criticando con el fin de ponzoñar la luz del que ven como rival. Esas personas malévolas y amargadas, nunca están contentas, siempre están inquietas e intranquilas pensando que la envidiada lo está pasando bien sin echarles de menos y eso les atormenta y buscan por dónde arruinar su placentera vida.

A este tipo de gente puedes complacerles por un rato, por unos días, pero pronto surgirá otra vez el rencor que provoca la envidia, las malas acciones, las críticas, el hablar mal de ti y de todos los que te rodean.

La persona envidiosa ya desde niño recela a quién admira y crecerá con sentimientos de frustración y vacío interior, y siempre será un adulto envidioso, y lo peor de todo es que afectará a todos los que le rodean, contaminándolo todo; su rencor y envidia lo lleva a contaminar los éxitos de la envidiada, esos éxitos la corroen y no podrá disfrutar plenamente de sus propios éxitos, porque la envidia destruye y lo contamina todo. 

Ten pena de los que te envidian y respeta sus celos, porque ellos son los que piensan que eres mejor que ellos. Las personas envidiosas suelen tener excelentes habilidades para manipular a los demás. Muchas veces la persona envidiosa se esconde detrás de una cara dulce y agradable. Sonríen haciendo que se interesa por ti, saben aparentar ser una buena persona para caer muy bien, incluso pareciendo una persona humilde y desinteresada. Pero ojo, porque cuando realmente conoces a la persona envidiosa descubres que nunca se alegra por ti, y cuando lo hace es una alegría falsa, para sacar provecho de ti o para destrozarte a dentelladas por detrás. 

Cuando te ayuda, por mucho que diga, no lo hace desinteresadamente ni por hacerte un favor, lo hace para tomar crédito y gloria de lo que hace. Constantemente te recordará cualquier «favor» que te ha hecho, y se encargará de pregonar a todo el mundo lo buena persona que ha sido contigo, que sin su ayuda no fueras quién eres ni tuvieras lo que ahora tienes. 

Es difícil estar junto a una persona envidiosa, lo contamina todo: no sólo su propia vida y sus propios éxitos, sino también tu vida, porque las personas con envidia no solo son víctimas de sí mismas, sino que siempre tiene víctimas, como puedes serlo tú. 

No pierdas tu tiempo mirando mi vida, dedícala a arreglar la tuya, y quizás la envidia deje de corroerte. A nivel familiar, entre hermanos es destructivo, las relaciones quedan mutiladas de por vida. Siempre hay uno que arde y propaga el fuego. Son tan constantes en su objetivo enfermizo que rozan la obsesión. Van haciéndose víctima de la que es su víctima, y en su dolo finge quererle y sufrir de amor, y con sus falsas lágrimas pretenden captar la atención de los demás para que aflore su vulnerabilidad y emocionalmente empaticen con su aparente estado de ánimo y queden en sus manos. Atrapados en manos de Morfeo, ya nadie piensa ni opina por sí mismo, actúan al son de la voz del inconsciente. 

La envidia y el odio suelen ir juntos. Se fortalecen entre sí porque ambas tienen el mismo objetivo. Si eres una persona envidiosa y quieres salir de ese mal estado que consume tu vida y la de quienes te rodean, yo sólo sé recomendarte que te acerques a Dios y busques su ayuda. Dios puede ayudarte a alejar de ti la envidia de tu corazón y de las personas que te rodean. 

La envidia se viste de muchas maneras: desprecios, críticas, ofensas, difamación, agresión, rivalidad, venganza... Todos sabemos que hay y siempre habrá personas envidiosas en el mundo que no pueden soportar que a la gente de su alrededor le vaya mejor que a ellos. Examina tu corazón, y busca la razón por la que no eres feliz con lo que tienes, la razón por la que siempre te fijas en lo que tienen los demás y no eres capaz de disfrutar de aquello que tienes, aunque sea poco. 

Hablar mal de alguien es fácil ser como él es lo difícil. La envidia se muestra en las personas que no aceptan la felicidad de los demás. A las que me envidian y quieren verme caer, les digo que se esmeren, porque sigo en pie y con más fuerza que nunca… 

La envidia es mil veces más terrible que el hambre, porque es hambre espiritual. No permitas que la envidia albergue en tu corazón, porque la envidia contamina. Recuerda que Caín mató a Abel, Abel murió, pero el que se destruyó fue Caín.

Fotografía: designwebjae

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