Si alguna vez te tratan mal, recuerda que la responsabilidad no es tuya. Recuerda que son ellos los que están errando, los que tienen “algo mal” en su interior. No eres tú. No es tu culpa, tampoco tu responsabilidad.
Nada, absolutamente nada, justifica sin razón alguna, un maltrato, un mal gesto, una mala palabra. Sin embargo, tristemente nos ocurre con frecuencia que damos validez a las malas palabras y malos gestos de los demás. Lo dejamos pasar para evitar males mayores, pero terminan culpándote a ti de su mala conducta.
Cuando otorgamos atención a estos comportamientos, las personas que nos tratan mal pueden enorgullecerse incluso de su manera de proceder, creyendo que son válidos y que sus malas palabras son el reflejo de la realidad. Sin embargo, nada más lejos de la realidad, pues sus actos reflejan su oscuridad y sus conflictos internos.
¿Por qué lo mejor es ignorar a las personas que nos tratan mal? Las palabras que buscan herir, los juicios, las opiniones no solicitadas y las críticas lanzadas directamente contra nosotros no deben recibir crédito alguno. Porque no ofende el que quiere, ofende el que puede y si atendemos a esas personas que nos tratan mal, les estamos dando la oportunidad de herirnos, tanto en ese momento como después.
Cuando otorgamos atención a estos comportamientos, las personas que nos tratan mal pueden enorgullecerse incluso de su manera de proceder, creyendo que son válidos y que sus malas palabras son el reflejo de la realidad. Sin embargo, nada más lejos de la realidad, pues sus actos reflejan su oscuridad y sus conflictos internos.
¿Por qué lo mejor es ignorar a las personas que nos tratan mal? Las palabras que buscan herir, los juicios, las opiniones no solicitadas y las críticas lanzadas directamente contra nosotros no deben recibir crédito alguno. Porque no ofende el que quiere, ofende el que puede y si atendemos a esas personas que nos tratan mal, les estamos dando la oportunidad de herirnos, tanto en ese momento como después.
Como se suele decir, “lo que Juan dice de Pedro dice más de Juan que de Pedro”. Así que antes de darle importancia a aquellos “consejos”, “opiniones” o “críticas” que no nos aportan bondad, utilidad o verdad, debemos plantearnos las intenciones de la persona que tenemos delante.
Sin embargo, ese malestar que nos generan no es en vano para nosotros, pues de todo se puede extraer un significado. Y es que eso de que algunas personas llegan a nuestra vida para enseñarnos a no ser como ellos es una gran verdad.
Porque el respeto mutuo y los buenos tratos son valores indispensables para recorrer de manera saludable la vida, para sentirse pleno y en paz con uno mismo. En sus mismas acciones, las personas que tratan mal a otras, tienen su castigo.
Sea o no sea visible, lo negativo recorre su mente y, por lo tanto, no podrán conocer esa sensación de satisfacción y de plenitud que las personas que respetan a los demás consiguen.
Regalar la ausencia e ignorar, la mejor manera de salvaguardar nuestro amor propio. La mejor manera de protegernos ante las personas que nos tratan mal es no admitir ese trato. Los vínculos emocionales son valiosos y debemos cuidarnos, por eso es importante ignorar y alejarnos de las personas que dañan nuestra autoestima.
Si siembran las dudas, el malestar y la desgana, no conviene que sigamos cerca, pues nos envenenarán. Las personas que pretenden dañarnos, no ven en esos momentos más allá de sus intereses, por lo que lo seguirán haciendo si no somos capaces de pararles los pies.
En este sentido no debemos dar tanta importancia a lo que estas personas hagan sino centrar nuestra atención en lo que podemos aprender de lo que han hecho, ayudándonos esto a crear oportunidades de crecimiento y a trabajar nuestra autoestima y nuestra fuerza.
La traición, la frialdad y la prepotencia son puñales afilados que, al clavarse, duelen con intensidad. Sin embargo, precisamente lo más doloroso es conocer desconociendo a aquellas personas que te rodearon en un tiempo. Hay personas que acabas descubriendo cuando se muestran de verdad, cuando ya no te necesitan y reflejan su verdadero interés por ti.
Al reconocer que hay personas que nos tratan mal, podremos analizar la situación y anticiparnos a sus reacciones e intenciones. Por lo tanto, nuestro escudo está conformado por la capacidad de ignorar y de anticipar esas malas palabras o malas acciones.
Este proceso de duelo, originado en el desengaño relacional, nos ayudará a replantearnos nuestras prioridades y a buscar nuevos núcleos en los que depositar nuestra confianza. Una tarea que no es fácil, pero que, sin duda, es necesaria.
Cuando la honestidad brilla por su ausencia, algunas personas se toman la libertad de mentir y engañar, ya sea por la espalda o directamente a la cara.
La traición se produce cuando alguien en quien creíamos confiar nos juega una mala pasada, hablando mal de nosotros o fallando a un compromiso que había adquirido. La traición puede causar mucho malestar y tristeza, y es que mucha gente deposita toda su confianza en una persona, sea un familiar, amigo o pareja, y se llevan una tremenda desilusión.
Decía, tirso de Molina: Quien a ser traidor se inclina, tarde volverá en su acuerdo.
Fotografía: mary1826
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