martes, 23 de abril de 2019

El libro y su historia


El libro tiene ya una larga historia que se ha ido desarrollando y evolucionando a través de su propia historia. El origen más primitivo del libro es el que carece de soporte material, es decir, el libro oral, (la palabra y la memoria nació con el hombre, luego surgió la escritura). Se utilizó para la transmisión de mitos, normas religiosas, códigos legales y poesía, que con la invención de la escritura los textos fueron recogidos en soportes y han podido llegar hasta nuestro tiempo. El soporte más antiguo de la escritura es la piedra, que ha llegado hasta nuestros días. Los primeros libros consistían en planchas de barro que contenían caracteres o dibujos incididos con un punzón. Las primeras civilizaciones que los utilizaron fueron los antiquísimos pueblos de Mesopotamia, pero la madera sería realmente el verdadero soporte del libro.

Las palabras ‘biblos’ y ‘liber’ tienen, como primera definición, corteza interior de un árbol. En chino el ideograma del libro son las imágenes en tablas de bambú. Los soportes del libro fueron evolucionando, y ya en el Antiguo Egipto, las tablillas de madera o marfil del IV milenio a. C., fueron reemplazadas por rollos de papiro escritos con tinta, más ligeros y más fáciles de transportar.

El más antiguo soporte de papiro que ha llegado a nuestros días, aunque no tiene nada escrito, se descubrió en la tumba de Hemaka, de la Primera Dinastía de Egipto, de alrededor del 3035 a. C. Los papiros fueron los principales soportes de la escritura en las culturas mediterráneas de la antigüedad, tanto en Egipto como en Grecia y Roma. 

En China, desde el II milenio a. C., se escribía en hueso, escamas, madera o seda. El papel fue inventado hacia el siglo I. El descubrimiento del empleo de la morera se atribuye a Ts’ai Louen, pero es posible que su utilización fuera más antigua. 

Ya en el siglo VIII los árabes aprendieron a fabricar el papel tal y como lo hacían los chinos y lo dieron a conocer en Europa. Finalizando la Edad Antigua entre los siglos II y III, y ya en la Edad Media, el códice sustituyó al volumen. El libro ya no era un rollo continuo, sino un conjunto de hojas cosidas, que adquirió el aspecto rectangular, útil para tomar notas o escribir mientras se leía. 

El formato de los códices fue mejorando con la separación que conocemos hoy. Desde ese momento fue posible acceder directamente a un punto preciso del texto. El códice resultaba más manejable, podía ponerse sobre una mesa facilitando de esta forma que el lector pudiera tener la visión de las palabras, las mayúsculas y la puntuación, lo que permitía una lectura silenciosa; posteriormente se añadieron las tablas de las materias y los índices, que facilitaron el acceso directo a la información requerida. Fue éste un formato tan eficaz que todavía se utiliza hoy, después de más de 1.500 años de su aparición. 

A día de hoy los libros publicados son incontables, el bosque de las letras es interminable, y las historias contadas son tan particulares como los escritores que las cuentan. Son tantos los registros para bucear como campos para cultivar historias. Cada registro tiene su ciencia y misterio para atrapar a los lectores, dejándolos cautivos de cada página. 

Lee, porque la tinta de cada pluma va desgranando palabras y las palabras tienen el poder de hacerte sentir. Si eres capaz de concebir historias en tu cerebro, entonces puedes trasladarlas al mundo físico; a las páginas de un libro. Sabes que un libro es interesante cuando pasas paginas sin darte cuenta. 

“El mundo está lleno de libros preciosos, que nadie lee”. Umberto Eco. 

“Libros, caminos y días dan al hombre sabiduría”. Proverbio árabe .

“Por grandes y profundos que sean los conocimientos de un hombre, el día menos pensado encuentra en el libro que menos valga a sus ojos, alguna frase que le enseña algo que ignora”. Mariano José de Larra. 

“Un libro, como un viaje, comienza con inquietud y se termina con melancolía”. José Vasconcelos. 

“El libro es fuerza, es valor, es alimento; antorcha del pensamiento y manantial del amor”. Rubén Darío. 

“Los libros son abejas que transportan el polen de la sabiduría de una mente a otra”. James Rusell Lowell. 

“El buen lector es el que hace el libro bueno”. Ralph W. Emerson. 

“La pluma es la lengua del alma”. Miguel de Cervantes Saavedra.

Fotografía: Internet

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