Un vagabundo leyó en un periódico el siguiente anuncio: «Se vende preciosa casa frente al mar; Tiene tres plantas, jardín y piscina. Valor: un euro». «Pero, qué tontería», pensó.
Al día siguiente encontró otro periódico con el mismo anuncio, pero esta vez sintió curiosidad por saber qué clase de broma podría ser esa. Como le quedaba un último euro en el bolsillo, decidió acercarse hasta allí. Llamó a la puerta y le abrió una elegante mujer.
—Disculpe, vengo por lo del anuncio, ¿será una broma, verdad?
—¡Nada de eso! La casa está a la venta—, dijo la mujer.
—Sí, pero ¿realmente vale un euro?—, insistió él.
—Sí, así es. Si le interesa, puede entrar a mirar—, confirmó ella.
Emocionado, el vagabundo sacó del bolsillo el euro y se lo entregó a la mujer. Intrigado, le preguntó el por qué la vendía tan barata y ésta le contó que su marido le dejó escrito en su testamento: que vendiera la casa y le diera el dinero a su amante.
—¡Debo cumplir el último deseo de un moribundo! He publicado este anuncio durante seis meses y usted es el único que ha venido, así que, toda suya.
Es curioso cómo a veces los acontecimientos de la vida te ponen en el lugar y momento correctos para que aprendas una lección: todos tenemos al menos una oportunidad en la vida, sólo es necesario creer que lo imposible es posible.
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