miércoles, 9 de enero de 2019

El ratoncito Pérez


Cuando a Juanito se le aflojó el primer diente sus compañeros de clase le dijeron que en cuanto se le cayera lo pusiera debajo de la almohada así el Ratón Pérez le dejaba una moneda. Faltaba un mes para su cumpleaños y le pareció un buen momento. 
En su casa el dinero no sobraba y desde hacía unos años no había fiesta ni regalos ese día. La posibilidad de tener una moneda hizo que sus ojos brillaran intensamente. "¿Qué podré comprar con una moneda?". se preguntaba, mientras elucubraba en torno a todos aquellos juguetes que deseaba. Mayo llegó una vez más a casa de la familia, Susana, la mamá de Juanito, estaba desarmada: saber que no sólo no podría regalarle un lindo juguete a su pequeño sino que ni siquiera tendría dinero para hacerle un pastel de cumpleaños, la entristecía profundamente. Pese a ello intentaba sonreír. 
El viernes previo a su cumpleaños, Juanito se levantó y al mirarse al espejo vio un hueco profundo por el que asomaba su lengua. Loco de contento se acercó a la cama en busca del dichoso diente, que le permitiría pasar un bonito cumpleaños. Como por arte de magia el diminuto marfil se había evaporado y, como era de esperarse, sin diente no hubo moneda y Juanito llegó a su cumpleaños sumamente triste. 
Cuando volvió de la escuela la mesa estaba vacía, su madre aún no había llegado y en la casa se respiraba la tristeza de las tardes pobres. El niño, que se suponía debía estar contento, se sentía tan apenado que se metió en la cama; la vida era una porquería y él no quería vivirla. Pero algo sucedió. Cuando su madre llegó del trabajo se encontró a su niño jugando con un diminuto ratoncito:
Mira, mamá, el Ratón Pérez ha venido a visitarme. No tenía dinero pero se ha quedado con mi diente… ¿Puede quedarse, mami, porfis? 
Su madre sonrió. Ese niño era capaz de quitarle las angustias a cualquiera. Con una enorme sonrisa le dijo que sí, que podía quedarse y que prepararía comida para tres. Y así fue. Cuando el niño se hallaba en la cama su madre se acercó y entristecida le pidió disculpas por no haberle podido comprar un regalo. El niño la miró con los ojos llenos de luz y le dijo: 
Mis amigos hablaban de dinero, pero ahora sé que el dinero dura poco, mami, en cambio la amistad es para toda la vida. Es el mejor cumpleaños que he tenido nunca. 
Dicho esto le dio un beso y se dispuso a dormir, pensando en el precioso collar que haría para su nuevo amigo Pérez cuando se cayera el último de sus dientes.

Fotografía: Internet

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