…“Sueño que un día, en las rojas colinas de Georgia, los
hijos de los antiguos esclavos y los hijos de los antiguos dueños de esclavos,
se puedan sentar juntos a la mesa de la hermandad. Sueño que un día, incluso el
estado de Misisipí, un estado que se sofoca con el calor de la injusticia y de
la opresión, se convertirá en un oasis de libertad y justicia”… Discurso “Tengo
un sueño”.
Martin Luther King, hoy hubiera cumplido los 90 años, el hombre que tenía un sueño... Martin Luther King nació el 15 de enero de 1929 en Atlanta,
Georgia, EEUU. Fue un gran defensor de los derechos humanos. Hijo de Martin
Luther King Sr. y Alberta Williams King. Tras estudiar en colegios públicos y
graduarse en el instituto con 15 años, Martin Luther King fue a la Universidad.
Estudió sociología y obtuvo su título en 1948, después hizo estudios de
posgrado en teología y obtuvo un doctorado, también en teología, por la
Universidad de Boston. Posteriormente se volvió pastor de la Iglesia Baptista
Dexter Avenue, en Montgomery, Alabama, siendo éste el lugar en donde comenzó su
lucha por los derechos civiles, liderando las acciones contra las líneas de
autobuses durante 382 días por discriminar a la población afroamericana. Martin
Luther King fue el encargado de emprender una lucha pacífica para conseguir la
igualdad de derechos civiles de las y los afroamericanos, su gran capacidad
oratoria lo convirtió en uno de los personajes más mediáticos e influyentes de
aquel momento, durante más de 10 años tuvo grandes logros en la lucha por los
derechos civiles a través de las posturas no violentas y las manifestaciones
pacíficas.
Durante su época de activismo, en las décadas de 1950 y 1960, Martin Luther King lideró diversas protestas bajo el principio de desobediencia civil sin violencia. De esta manera pudo ganar fama en el movimiento por la igualdad de los derechos civiles. Dentro de sus luchas encontramos la llevada a cabo en 1955, cuando con otros activistas de los derechos civiles fue arrestados tras haber encabezado un boicot a una compañía de transporte de Montgomery: ésta exigía que las personas no blancas cedieran sus asientos a los blancos y se quedaran de pie o sentados en la parte posterior del autobús. En 1963 dio otra batalla civil en Birmingham, donde encabezó manifestaciones pacíficas multitudinarias que las fuerzas policiales blancas combatieron con perros policía y mangueras contra incendios, generando una gran polémica presente en los titulares de diversos periódicos de todo el mundo. Las protestas pacíficas y los boicots llevados a cabo en la ciudad tuvieron como resultado su arresto en abril de 1963. Durante su estancia en prisión Luther King escribió la popular 'Carta' desde la cárcel de Birmingham. Dentro de este ensayo explica el porqué de sus protestas. Debido a que John F. Kennedy, el entonces presidente de los Estados Unidos, apoyaba sus ideales, pudo obtener su libertad.
Las posteriores manifestaciones multitudinarias en muchas
poblaciones culminaron con un aproximado de 250.000 manifestantes, en Washington,
DC. Fue ahí donde King pronunció su famoso discurso: “I Have a Dream” (Tengo un
sueño), corría el año 1963, en el que imaginaba un mundo donde las personas pudieran
vivir en igualdad, sin estar divididas por su raza.
El 14 de octubre de 1964, Martin Luther King recibió el
Premio Nobel de la Paz. Con 35 años, se convirtió en el hombre más joven en
recibir este reconocimiento. Años más tarde, a finales de marzo de 1968, viajó
hasta Memphis, Tennessee, con el objetivo de apoyar la huelga de basureros
afroamericanos que buscaban la mejora de sus condiciones laborales.
Lamentablemente, el 4 de abril de 1968 a las 6:01 de la tarde, mientras estaba
en la terraza de la habitación del Motel Lorraine, Martin
Luther King fue asesinado, con tan sólo 39 años.
Discurso de la intervención histórica de Martin Luther King: «Tengo un
sueño»:
«Estoy orgulloso de reunirme con ustedes hoy en la que
quedará como la mayor manifestación por la libertad en la historia de nuestra
nación. Hace cien años, un gran americano, cuya sombra simbólica nos cobija,
firmó la Proclama de Emancipación. Este importante decreto se convirtió en un
gran faro de esperanza para millones de esclavos negros que fueron cocinados en
las llamas de la injusticia. Llegó como un amanecer de alegría para terminar la
larga noche del cautiverio. Pero 100 años después debemos enfrentar el hecho
trágico de que el negro aún no es libre. Cien años después, la vida del negro
es todavía minada por los grilletes de la discriminación. Cien años después, el
negro vive en una solitaria isla de pobreza en medio de un vasto océano de
prosperidad material. Cien años después, el negro todavía languidece en los
rincones de la sociedad estadounidense y se encuentra a sí mismo exiliado en su
propia tierra.
Y así hemos venido aquí hoy para dramatizar una condición
extrema. En cierto sentido, llegamos a la capital de nuestra nación para cobrar
un cheque. Cuando los arquitectos de nuestra república escribieron las
magníficas palabras de la Constitución y la Declaración de Independencia,
firmaban una promisoria nota de la que todo estadounidense sería heredero. Esa
nota era una promesa de que todos los hombres tendrían garantizados los
derechos inalienables de 'vida, libertad y búsqueda de la felicidad'. Es obvio
hoy que Estados Unidos ha fallado en su promesa en lo que respecta a sus
ciudadanos de color. En vez de honrar su obligación sagrada, Estados Unidos dio
al negro un cheque sin valor que fue devuelto con el sello de 'fondos
insuficientes'. Pero nos rehusamos a creer que el banco de la justicia está
quebrado. Nos rehusamos a creer que no hay fondos en los grandes depósitos de
oportunidad en esta nación. Por eso hemos venido a cobrar ese cheque, un cheque
que nos dará las riquezas de la libertad y la seguridad de la justicia.
También hemos venido a este lugar sagrado para recordarle a
Estados Unidos la urgencia feroz del ahora. Este no es tiempo para entrar en el
lujo del enfriamiento o para tomar la droga tranquilizadora del gradualismo.
Ahora es el tiempo de elevarnos del oscuro y desolado valle de la segregación
hacia el iluminado camino de la justicia racial. Ahora es el tiempo de elevar
nuestra nación de las arenas movedizas de la injusticia racial hacia la sólida
roca de la hermandad. Ahora es el tiempo de hacer de la justicia una realidad
para todos los hijos de Dios. Sería fatal para la nación pasar por alto la
urgencia del momento. Este sofocante verano del legítimo descontento del negro
no terminará hasta que venga un otoño revitalizador de libertad e igualdad.
1963 no es un fin, sino un principio. Aquellos que piensan que el negro sólo
necesita evacuar su frustración y que ahora permanecerá contento, tendrán un
rudo despertar si la nación regresa a su rutina.
No habrá ni descanso ni tranquilidad en Estados Unidos hasta
que el negro tenga garantizados sus derechos de ciudadano. Los remolinos de la
revuelta continuarán sacudiendo los cimientos de nuestra nación hasta que
emerja el esplendoroso día de la justicia. Pero hay algo que debo decir a mi
gente, que aguarda en el cálido umbral que lleva al palacio de la justicia: en
el proceso de ganar nuestro justo lugar no deberemos ser culpables de hechos
erróneos. No saciemos nuestra sed de libertad tomando de la copa de la amargura
y el odio. Siempre debemos conducir nuestra lucha en el elevado plano de la
dignidad y la disciplina. No debemos permitir que nuestra protesta creativa
degenere en violencia física. Una y otra vez debemos elevarnos a las
majestuosas alturas de la resistencia a la fuerza física con la fuerza del
alma. Esta nueva militancia maravillosa que ha abrazado a la comunidad negra no
debe conducir a la desconfianza de los blancos, ya que muchos de nuestros hermanos
blancos, como lo demuestra su presencia aquí hoy, se han dado cuenta de que su
destino está atado al nuestro. Se han dado cuenta de que su libertad está
ligada inextricablemente a nuestra libertad. No podemos caminar solos. Y a
medida que caminemos, debemos hacernos la promesa de marchar siempre hacia el
frente. No podemos volver atrás.
Hay quienes preguntan a los que luchan por los derechos
civiles: '¿Cuándo quedarán satisfechos?' Nunca estaremos satisfechos mientras
el negro sea víctima de los inimaginables horrores de la brutalidad policial.
Nunca estaremos satisfechos en tanto nuestros cuerpos, pesados por la fatiga
del viaje, no puedan acceder a un alojamiento en los moteles de las carreteras
y los hoteles de las ciudades. No estaremos satisfechos mientras la movilidad
básica del negro sea de un gueto pequeño a uno más grande. Nunca estaremos
satisfechos mientras a nuestros hijos les sea arrancado su ser y robada su
dignidad con carteles que rezan: 'Solamente para blancos'. No podemos estar
satisfechos y no estaremos satisfechos en tanto un negro de Mississippi no
pueda votar y un negro en Nueva York crea que no tiene nada por qué votar. No,
no estamos satisfechos, y no estaremos satisfechos hasta que la justicia nos
caiga como una catarata y el bien como un torrente.
No olvido que muchos de ustedes están aquí tras pasar por
grandes pruebas y tribulaciones. Algunos de ustedes acaban de salir de celdas
angostas. Algunos de ustedes llegaron desde zonas donde su búsqueda de libertad
los ha dejado golpeados por las tormentas de la persecución y sacudidos por los
vientos de la brutalidad policial. Ustedes son los veteranos del sufrimiento
creativo. Continúen su trabajo con la fe de que el sufrimiento sin recompensa
asegura la redención. Vuelvan a Mississippi, vuelvan a Alabama, regresen a
Georgia, a Louisiana, a las zonas pobres y guetos de las ciudades norteñas, con
la sabiduría de que, de alguna forma, esta situación puede ser y será cambiada.
No nos deleitemos en el valle de la desesperación. Les digo a ustedes hoy, mis
amigos, que, pese a todas las dificultades y frustraciones del momento, yo
todavía tengo un sueño. Es un sueño arraigado profundamente en el sueño
americano.
Yo tengo un sueño de que un día esta nación se elevará y
vivirá el verdadero significado de su credo: 'Creemos que estas verdades son
evidentes: que todos los hombres son creados iguales'.
Yo tengo el sueño de que un día en las coloradas colinas de
Georgia los hijos de los ex esclavos y los hijos de los ex propietarios de
esclavos serán capaces de sentarse juntos en la mesa de la hermandad.
Yo tengo el sueño de que un día incluso el estado de Mississippi,
un estado desierto, sofocado por el calor de la injusticia y la opresión, será
transformado en un oasis de libertad y justicia.
Yo tengo un sueño, sueño que mis cuatro hijos vivan un día en
una nación donde no sean juzgados por el color de su piel sino por el contenido
de su carácter. ¡Yo tengo un sueño hoy!
Yo tengo el sueño de que un día, allá en Alabama, con sus
racistas despiadados, con un gobernador cuyos labios gotean con las palabras de
la interposición y la anulación; un día allí mismo en Alabama, pequeños niños
negros y pequeñas niñas negras serán capaces de unir sus manos con pequeños
niños blancos y niñas blancas como hermanos y hermanas. ¡Yo tengo un sueño hoy!
Yo tengo el sueño de que un día cada valle será exaltado,
cada colina y montaña será bajada, los sitios escarpados serán aplanados y los
sitios sinuosos serán enderezados, y que la gloria del Señor será revelada y
toda la carne la verá al unísono. Esta es nuestra esperanza. Esta es la fe con
la que regresaré al sur. Con esta fe seremos capaces de esculpir en la montaña
de la desesperación una piedra de esperanza. Con esta fe seremos capaces de
transformar las discordancias de nuestra nación en una hermosa sinfonía de
hermandad. Con esta fe seremos capaces de trabajar juntos, de rezar juntos, de
luchar juntos, de ir a prisión juntos, de luchar por nuestra libertad juntos,
con la certeza de que un día seremos libres.
Este será el día, este será el día en que todos los niños de
Dios serán capaces de cantar con un nuevo significado: 'Mi país, dulce tierra
de libertad, sobre ti canto. Tierra donde mis padres murieron, tierra del
orgullo del peregrino, desde cada ladera, dejen resonar la libertad'. Y si
Estados Unidos va a convertirse en una gran nación, esto debe convertirse en
realidad. Entonces dejen resonar la libertad desde las prodigiosas cumbres de
Nueva Hampshire. Dejen resonar la libertad desde las grandes montañas de Nueva
York. Dejen resonar la libertad desde los Alleghenies de Pennsylvania. Dejen
resonar la libertad desde los picos nevados de Colorado. Dejen resonar la
libertad desde los curvados picos de California. Dejen resonar la libertad
desde las montañas de piedra de Georgia. Dejen resonar la libertad de la
montaña Lookout de Tennessee. Dejen resonar la libertad desde cada colina y
cada montaña de Mississippi, desde cada ladera, dejen resonar la libertad. Y
cuando esto ocurra, cuando dejemos resonar la libertad, cuando la dejemos
resonar desde cada pueblo y cada caserío, desde cada estado y cada ciudad,
seremos capaces de apresurar la llegada de ese día en que todos los hijos de
Dios, hombres negros y hombres blancos, judíos y cristianos, protestantes y católicos,
serán capaces de unir sus manos y cantar las palabras de un viejo espiritual
negro: '¡Por fin somos libres! ¡Por fin somos libres! Gracias a Dios
todopoderoso, ¡por fin somos libres!'».
Fotografía: Internet
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