Decimos que «errar es humano» y somos humanos, pero rectificar es de sabios. ¿Por qué acusarnos entonces de aquello que consideramos que hemos hecho de manera equivocada y que podemos subsanar? Justamente es ahí donde está la enseñanza, en la oportunidad de reparar el daño.
Si podemos ver nuestro error, es que hemos podido tomar en cuenta el hecho de las consecuencias que emanan de él. Entonces, lo lógico es quitarnos el complejo de culpa y ver con alegría el aprendizaje que nos dejó, ya que podemos valorar la equivocación para no reincidir. Si lo vemos desde otro punto de vista, el no equivocarnos hubiera sido acertar con la decisión justa en el momento preciso. Nuestras actuaciones no siempre son perfectas, lo malo lo pone la intencionalidad de hacer el mal.
El pasado es pasado y no vuelve, no hay corrección al respecto, entonces vivamos el presente con la alegría correspondiente a hoy, porque sabemos que si en algún momento se nos presenta algo similar, ya no va a ser acertar a tientas ni a ciegas, sino dar con lo justo por experiencia propia. Si sabemos recoger las enseñanzas no hay motivos de sentirnos culpables.
De eso se trata la vida… Es una conexión continua de enseñanzas y aprendizajes. Pues, destierra la palabra error y con ella el complejo de culpa, porque el pasada a veces pesa mucho, pero puedes enmendarlo reconociendo tus errores y asumiendo tu responsabilidad. Toma aquello que utilizaste para dejar tu marca dañina como la enseñanza maestra que te lleva derechito a rectificar y con la sinceridad alcanzas el perdón.
No hay comentarios :
Publicar un comentario