Érase una vez una posada llamada «La Estrella del Norte». Su dueño estaba volcado en el negocio y hacía lo posible y lo imposible para que sus clientes estuvieran cómodos, y los atendía con cordialidad y les daba de comer como a reyes, pero a pesar de tanto trabajo no obtenía ganancias, porque sus precios eran muy bajos y cada vez resultaba más difícil tirar adelante. Un día ya no supo cómo solucionar el problema y decidió consultar a un sabio. Éste, tras escucharle atentamente, le dijo:
—Es más sencillo de lo que piensas. Verás, tan sólo tienes que cambiar el nombre a la posada.
Respondió el posadero:
—¡Eso no puede ser! Toda la vida se ha llamado «La Estrella del Norte» y así es conocida en la región.
Insistió el sabio:
—Olvídate de eso. A partir de ahora deberás llamarla «Las Cinco Campanas», pero colgarás seis en la entrada.
Tras replicar que aquello era un absurdo, el hostelero acabó haciéndole caso. Y para su sorpresa, todo viajero que pasaba por allí entraba para advertirle que había colgado una campana de más. Pero una vez dentro, quedaban tan impresionados por la calidad del servicio que pronto el negocio prosperó.
Como la vida misma, si algo no funciona, seamos creativos y cambiemos las cosas, porque sólo cambiando, los resultados pueden dar un giro a mejor.
No hay comentarios :
Publicar un comentario