jueves, 4 de mayo de 2017

El pájaro y el manzano

Un pájaro, después de estar toda la mañana volando de un lugar para otro sin parar, se posó en una rama del manzano. En ese momento el árbol salió de su ensimismamiento y le dijo:
¿Es que no tienes otro lugar donde pararte?
El ave dio un respingo de sorpresa y contestó:
Tranquilo, sólo quiero descansar un rato. ¿Te sucede algo?
A lo que el manzano replicó:
Es que mi vida es aburrida. Estoy siempre aquí, quieto, a la espera de que pájaros como tú y otros animalejos vengan a picotear mis frutos…
El pájaro atentamente escuchaba todas sus quejas y, cuando hubo acabado, le dirigió estas palabras:
Pues, a mí me parece todo lo contrario. Creo que tu existencia tiene mucho más sentido que otras. Desde pequeño creciste para dar generosamente, ofreces tus frutos a los demás sin pedir nada a cambio. ¡No puede haber una vida más plena!
Replicó el manzano:
Puede que tengas razón, pero yo preferiría ser un ave. Los pájaros tenéis una gran virtud: aceptáis las cosas tal cual son; haga sol o llueva salís a volar. No como los humanos que siempre esperan algo más y si no sucede, se decepcionan.

Mejor, hagamos como los pájaros. Antes de quejarnos, siempre es mejor aceptar los altibajos del día a día y agradecer a la vida por tantas oportunidades que nos ofrece para ser dichosos. Mientras nos quejamos por menudencias, se nos escapa la percepción del bienestar que disfrutamos y nos sentimos desdichados pudiendo ser algo más felices.

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