La cabra entaliscá en el risco,
el cabrero le silbea.
Le echa al perro bardino
pa´ meterla por verea.
La cabra ni pizco caso.
El cabrero enfurruñao.
El perro ladra que ladra
de uno p´al otro lao.
¡Vaya cabra majadera!
¡Qué guineo con el risco!
Está algo totorota.
¿Será que mira pal’ cañiso?
El cabrero ya enroñao,
coge un tenique y se lo jinca
y la cabra que es morrua,
ahí está, brinca que brinca.
Cansao y pa’ serenarse,
se sienta a silbiar folías.
Y la cabra baja del risco
y las baila con alegría.
La algarabía no es poca
entre la cabra y el perro;
parece que ponen letra
a la música del cabrero.
Está medio atolondrao,
su berrinche no es tan fiero;
se marca también una pilfia,
al esqueleto da un meneo.
Del monte ya están bajando,
troquetiando con las piedras
y entre el sol que ya traspone
se levanta la polvajera.