La clave
para una vida plena y auténtica es vivir según tus valores, los valores son los pilares que sostienen las convicciones. Son
conceptos que guían las acciones de cada comunidad, según sus creencias y cultura... Esos valores también se ven reflejados individualmente como guía de vida.
Vivir de
acuerdo con los valores significa que tus acciones diarias y decisiones
reflejan tus principios fundamentales, como la honestidad, la empatía o la
responsabilidad. Esto te proporciona un sentido de propósito, aumenta tu
satisfacción personal y bienestar emocional, y actúa como una guía en la toma de decisiones.
En la
búsqueda de una vida significativa y plena, la conexión con los valores
personales es una de las claves. Los valores son principios fundamentales que
guían las decisiones, acciones y comportamientos del día a día. Funcionan como pilares
internos que proporcionan un sentido de dirección y propósito. Por ello, cuando
las acciones se alinean con lo que realmente se considera importante, se
experimenta una sensación de coherencia, bienestar y satisfacción. Por el
contrario, cuando estas elecciones y decisiones no están en sintonía con los
valores, es probable que surjan sentimientos de estrés y falta de realización.
Los
valores son las normas y principios que guían la forma de actuar, ser y pensar
de una persona, es decir, son las convicciones sobre lo que se considera
especialmente importante, los elementos que definen lo que es esencial para la
vida. Los valores actúan como una brújula moral que orienta las decisiones
diarias y fortalece determinadas formas de actuar. Se manifiestan en los
comportamientos, actitudes y elecciones y están ligados a la identidad
personal. Por ejemplo, si la honestidad es uno de los valores fundamentales de
una persona, tomará decisiones en su vida que refuercen la transparencia y la
sinceridad. Del mismo modo, si uno de los valores es la familia, tomará
decisiones que vayan en consonancia, como dedicar tiempo de calidad a los seres
queridos o buscar un trabajo que permita un equilibrio entre lo profesional y
lo familiar.
Los
valores son una fuente de motivación y energía para afrontar las tareas
cotidianas y tomar decisiones complicadas. Reconocer los valores principales
facilita la toma de decisiones y la realización de acciones que están alineadas
con lo que es verdaderamente importante para cada persona. Al reconocer qué es
lo que realmente valora cada uno, se vuelve más fácil enfocar la energía en
actividades que acercan a los objetivos y dan sentido.
Cuando las acciones están alineadas con los valores, se experimenta una sensación de fluidez y propósito. Las acciones ya no son aleatorias ni dictadas por presiones externas, sino que nacen de un sentir profundo y auténtico. Por el contrario, si las acciones no están alineadas con los valores, el contraste genera una sensación de vacío, desconexión e incluso estrés o frustración. Esto sucede porque se está viviendo en desacuerdo con lo que realmente importa para cada uno. La desconexión entre lo que se valora y lo que se experimenta puede ser una fuente importante de malestar emocional.
Aunque los valores son principios fundamentales para el desarrollo personal, es importante tener en cuenta que no son inmutables. A medida que acumulamos experiencias y adquirimos nuevos aprendizajes, los valores pueden cambiar. Lo que en un momento de la vida se considera importante puede cambiar con el tiempo, y este proceso es completamente natural. Por ejemplo, el valor de la amistad suele ser percibido diferente a los 15 años que a los 30, lo que refleja el crecimiento personal y la transformación derivada de nuevas vivencias.
También es importante destacar que los valores no tienen un significado objetivo o universal; cada individuo asigna un significado personal a los valores en función de sus creencias, cultura, educación y experiencias previas. Por ejemplo, para una persona el valor de "libertad" puede significar independencia financiera y la capacidad de tomar decisiones sin restricciones, mientras que para otra puede ser tomar decisiones sin sentirse presionado por las expectativas sociales.
Cuando se
trabaja con los valores es necesario distinguir entre los que son "vividos" y
los que son "anunciados". Los primeros son aquellos que se reflejan de manera
clara en las acciones cotidianas de una persona, aquellos que otras personas
pueden identificar fácilmente en el comportamiento. Por otro lado, los valores "anunciados" son aquellos que aún no se reflejan en el día a día, pero sí que
son importantes para la persona.
Pero para
vivir de acuerdo con los valores de uno mismo, el primer paso es
identificarlos. Este proceso requiere introspección y autoconocimiento, así
como entender que cada valor puede significar algo distinto para cada persona y
que los principales valores pueden cambiar a lo largo del tiempo. Al conocer
los propios valores, las decisiones y acciones irán de acuerdo a lo que se
valora realmente.
Cada persona tiene unos principios o valores que rigen su día a día. Tus valores se van formando en base a tu personalidad, la educación que has recibido por parte de tu familia y colegio, y con aquellas experiencias que hayas vivido. Los valores no son estancos e inamovibles, pueden cambiar a lo largo del tiempo, aunque de forma general son bastante estáticos.
¿Qué
ocurre cuando no vives en coherencia con tus valores? Cuando no vives acorde
con tus valores se genera un malestar denominado disonancia cognitiva. La
disonancia cognitiva ha sido ampliamente estudiada en problemas de ansiedad o
depresión. Decimos que una persona está en disonancia cognitiva cuando actúa de
una forma contraria a sus creencias y valores.
Las personas no podemos vivir en disonancia cognitiva durante mucho tiempo, ya que entonces empezaríamos a sentir ansiedad elevada e incluso tristeza, así como un gran vacío. En definitiva, las personas necesitamos vivir en consonancia con nuestros valores ya que de esta manera nuestro cerebro y emociones está con la conciencia tranquila.
Fotografía: Internet

No hay comentarios :
Publicar un comentario