Cuando el recuerdo se hace imagen / porque recordar es revivir, / volando se va mi pensamiento / al lugar donde nací.../ Fragmento de mi poema "Juncalillo".
Los Encuentros o Convivencias Fraternales, son eventos que se
realizan con el fin de estrechar lazos de fraternidad entre familiares, amigos
o pueblos. Las relaciones fraternales nunca son simples, siempre son únicas,
específicas y muy importantes en el desarrollo de los individuos que influirá,
para que la armonía del espíritu de la amistad, fluya de por vida.
Pero para hablar de buenas relaciones y convivencias fraternales,
hoy toca hablar de la de los juncalillenses. Mi Juncalillo de Gáldar es el punto más alto del reino de los
Guanartemes, yo digo que las cuevitas blancas del lugar son las perlas que
adornan la corona del municipio de los Guanartemes.
Juncalillo es un lugar hermoso con gente sencilla, buena y servicial. Recordar que hasta hace unos cincuenta y cinco años, disfrutábamos de un bello y
exuberante paisaje, gracias a los largos inviernos lluviosos y fríos. Mi rincón
cumbrero era un vergel, el lugar más bonito del mundo…Todo verde, el agua
corría por los barrancos, llenos de berros, juncos y cañaverales. Sonidos de
agua, croar de ranas, mugidos, relinchos, rebuznos, balidos. Nos criamos
arropados por el Pinar de Tamadaba, con cantos de pájaros, olor a hierba y mil
flores, respirando aire puro y limpio, bajo un cielo estrellado. Pero, la
lluvia fue a menos y los campos no se podían cultivar y poco a poco la gente
fueron dejando sus cuevitas y se asentaron en lugares donde poder trabajar.
Decir que Juncalillo es un pueblo de arraigada fe, donde tiempo
atrás las vocaciones florecieron y cuenta con gran número de sacerdotes y
religiosas. Tanto, que se decía “que en Juncalillo habían más curas y monjas
que gente”. Pues la idea de celebrar
las Convivencias Fraternales de los juncalillenses en la diáspora, partió de
uno de los sacerdotes que por entonces era párroco de la iglesia del Pilar en
el barrio de Guanarteme de Las Palmas de Gran Canaria. Y a la feligresía del
Pilar pertenecían algunos juncalillenses que mantenían gran amistad con el
paisano Señor Cura Don Francisco Rodríguez Rodríguez, y precisamente un día
hablando con las hermanas Fidela y Nazaria Rodríguez García, sobre el
fallecimiento de varios paisanos de los que no tuvieron noticias, y como buenos
cristianos se les ocurrió la idea de celebrar una misa-funeral por todos los
recién fallecidos de Juncalillo. El Encuentro religioso les pareció muy acertado
y como faltaban un par de meses para noviembre y noviembre es el mes dedicado a
los difuntos, pensaron que era el mes ideal para Memorar a los paisanos.
Hay que recordar que el complejo parroquial del Pilar de
Guanarteme, fue un proyecto llevado a cabo por Don Francisco Rodríguez que
estuvo al frente de la parroquia 52 años. El recinto cuenta con amplios
espacios y un salón de actos y se les ocurrió que, para completar el Encuentro,
qué mejor que reunirse en el salón para saludarnos y confraternizar y pasar un
buen rato distendido y alegre, como una gran familia.
Así fue, llegó el mes de noviembre de 1974 y se corrió la voz
entre el amplio colectivo de juncalillenses que vivían en Las Palmas, capital,
de la convocatoria cristiana en la parroquia del Pilar, para el jueves día 21 a
las 19 horas, y unidos rezar por todos los paisanos fallecidos durante ese año.
Yo no pude ir a ese primer Encuentro, pero mis padres (que no
faltaron mientras vivieron), si fueron y me contaron lo emotivo y fraterno del
acto. Me contaron que la misa fue concelebrada por el párroco del Pilar, el
convocante, Don Francisco Rodríguez y sus dos hermanos Don José y Don Teodoro, y
cuatro sacerdotes más, y que habían asistido gran cantidad de paisanos, todos con la
emoción contenida y la alegría de encontrarse y de compartir tan entrañable
velada. Decir que yo llegué a contar en el altar hasta 10 sacerdotes hijos de Juncalillo.
Después de la misa pasaron al salón de actos, dónde Don José Rodríguez,
gran orador y apasionado de la historia de nuestro pueblo de Juncalillo, tomó
la palabra y trajo a la memoria de los presentes mil vivencias y anécdotas del
hacer y quehacer de nuestra gente. Afloró más de una lágrima y sonó más de una
risa, porque todos fueron invitados a subir al escenario y relatar vivencias y
recuerdos.
Al final todos estaban encantados y tan agradecidos por el
Encuentro, que se hizo el propósito de que se volviera a repetir. Don
Francisco, emocionado, daba las gracias a todos por la impagable colaboración y
aportación desinteresada. Y ese día, como si de una promesa se tratara, se
selló el compromiso de que cada año se celebraría un Memorándum, una
misa-funeral anual para recordar a todos nuestros paisanos que durante el año
se marchaban a la otra vida, y como día señalado para este acto Memorable, se
fijó una fecha inamovible, el último sábado del mes de noviembre, mes de los
difuntos… Desde ese día 21 de noviembre, los Encuentros pasaron a llamarse
“Convivencias Fraternales” y así ha sido hasta este día que hoy Conmemoramos. Y
de eso hace hoy 50 años.
Contar que el primer Encuentro despertó tal entusiasmo que se
pensó en hacer de las Convivencia días inolvidables, para ello se propuso que
después de la misa-funeral concelebrada por los hijos del pueblo, pasarían al salón
de actos, donde no faltarían los relatos históricos y populares de Don José
Rodríguez, y donde todos los asistentes tendrían la oportunidad de expresar sus
capacidades artísticas, bien cantando, contando chistes, recitando como era mi caso, y al final un refrigerio y un brindis por Juncalillo.
La idea de seguir con las Convivencias despertó el entusiasmo
de todos y sabiendo que para llevar a cabo lo del refrigerio se necesitaba
colaboración y ayuda, se ofrecieron voluntarios dispuesto a organizar y echar
una mano. Sé que Cándido Velázquez y su
hermana Pino eran los mayores colaboradores, ellos estaban relacionados con empresas
de la alimentación y podían conseguir promociones y obsequios para endulzar el paladar, y
también se podía contribuir con aportaciones particulares.
Importante recordar que el grupo ‘Los Paperos de
Juncalillo’, nació en el Pilar. Para amenizar las Convivencias faltaba la
música y Juncalillo ha tenido muy buenos tocadores, pues Manolo Rodríguez,
profesor de música, convocó a los tocadores y se pusieron a ensayar y se
hicieron con un amplio repertorio musical y nos deleitaron con sus notas musicales y sus voces
por años. Los Encuentros se fueron consolidando y cada año acudían más
juncalillenses de todos los puntos de Gran Canaria, para disfrutar de las
Convivencias Fraternales.
En armonía y confraternidad, fueron pasando los años, hasta
que en el año 1996 a Don Francisco Rodríguez le llegó la jubilación. La que fue
su parroquia por 52 años y que fue sede de nuestros Encuentros, pasó a tener
nuevo párroco y un ayudante, y ya, ese mismo año 1996, aunque el nuevo párroco
dejó que Don Francisco Rodríguez presidiera la misa-funeral, acompañado de sus
dos hermanos, Don José y Don Teodoro y de otros dos sacerdotes paisanos, no
pudimos reunirnos en el salón de actos, y al término de la Eucarística nos
fuimos a casa.
Lo lamentable fue el año 1997, fuimos convocados el 29 de
noviembre para la misa-funeral, pero vimos cómo el párroco del Pilar, nos hizo
un gran desprecio a todo los juncalillenses. En primer lugar, a Don Francisco
que fue párroco durante 52 años. En segundo lugar, a Monseñor Don José
Rodríguez, por edad y por qué ostenta el título Honorífico de Monseñor, y no los dejó, ni siquiera, concelebrar. Los dos se pasaron la misa como dos
monaguillos pegados a la pared, sin ninguna participación en la celebración.
Ese día no acudió ningún otro sacerdote y los dos hermanos se les veía tristes,
su hermano Don Teodoro había fallecido ese año. El párroco tampoco quiso hacer mención
a nuestros fallecidos, porque decía que la misa era de su comunidad. Los juncalillenses
dándonos cuenta de tal humillación, al final de la misa, un grito rompió el
silencio de la Iglesia ¡Viva Juncalillo! Un grupo nos reunimos a comentar los imperdonables desaires y la falta de respeto que habíamos percibido, dolidos, Manolo Rodríguez, yo y otras personas
más, nos acercamos a uno de los
sacerdotes (eran dos los nuevos encargados de la parroquia) para afearles las formas de proceder y el tratamiento inapropiado hacia Don José y Don Francisco. El cura trataba de quitarle importancia,
pero insistimos, en que el desprecio hecho a sus compañeros sacerdotes era evidente,
y ellos estaban para dar testimonio del amor de Dios y no para mostrar recelos.
Tanto nos afectó aquella humillación, que Manolo Rodríguez Rodríguez
hizo pública la queja en nombre de los juncalillenses, y el fin de semana
siguiente escribió al espacio ‘cartas al director’ del periódico La Provincia,
con fecha 6 y 7 de diciembre con el título “Convivencia Juncalillense: ¿Qué
pasó en la parroquia del Pilar?”. Puntualizar, que esto ha sido lo más
desagradable que hemos vivido, pero pasó y también lo contamos.
Ya en el año 1998, las Convivencias de los juncalillenses
pasaron a celebrarse en nuestro pueblo de Juncalillo, en nuestra parroquia de Santo
Domingo de Guzmán. Y en Juncalillo en 1999 se cumplió los 25 años de tan bonita
iniciativa. Recordar que los primeros años de las Convivencias en Juncalillo,
los sacerdotes, hijos del pueblo, siempre que podían se unían a la celebración,
los que nunca faltaban eran Don José y Don Francisco, hasta que Don José, algo
enfermo, dejó de asistir, pero siguió yendo Don Francisco. El último año que
asistió, 2004, lo recogí en su casa de la Avenida del mar, para llevarlo a nuestro querido rinconcito cumbrero. Don Francisco falleció el 2006 y Don José el
2008. Don José era el predicador que nos animaba a seguir tejiendo vínculos de
fraternidad en la iglesia y en la comunidad y nos recordaba que todo compromiso
personal y colectivo se fundamenta en el amor que sale al encuentro de toda
persona humana. A todos los que ya no están, los llevaremos en nuestra memoria,
con espíritu de confraternidad y alegría, Juncalillo unido, para recordar y
memorar a nuestros difuntos, hoy y siempre.
No podemos olvidar, que el objetivo de estos Encuentros era
recordar y pedir por los fallecidos, y esa es la pena, la parte amarga de esta
convocatoria, porque cada año la lista de los difuntos es tan larga, que parece
que Juncalillo se va a quedar sin juncalillenses. En estos 50 años hemos visto
como muchos de nuestros seres queridos nos han precedido, pero están en nuestro
corazón y nosotros con cariño y agradecimiento, los seguiremos recordando porque
siguen siendo parte de nuestras vidas.
¡Bendito sea Dios! Cómo pasa el tiempo: 50 años de los “Encuentros
Fraternales” y parece que fue ayer. Sigamos ‘Memorando’ a nuestra gente.
¡Qué viva nuestra gente! ¡Qué viva Santo Domingo! ¡Qué viva
Juncalillo!
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