Muchos años de hermanamiento.
Vivencias e infortunios compartidos.
Juncalillenses que han pasado a mejor vida,
nos dejan su recuerdo y su cariño.
Corría el año setenta y tres,
Don Francisco Rodríguez nos invitó
a reunirnos en su parroquia,
para fomentar el espíritu del amor:
Amor al rincón que nos vio nacer.
Amor a nuestros paisanos.
Amor a nuestras costumbres.
Amor de auténticos hermanos.
Nos sentimos unidos por la tierra.
Nos sentimos unidos por la sangre.
Nos sentimos unidos por el orgullo
de pueblo sencillo, valeroso y grande.
Sigamos creando unidad.
Sigamos engrandeciendo a un pueblo.
Sigamos echando raíces,
para arraigar a nuestros hijos y nietos.
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