sábado, 17 de agosto de 2024

Sinsabores

 


Los sinsabores de la vida solo son parte del crecimiento y del fortalecimiento para encontrar nuestro camino. “Ama con todo el corazón y desprende la magia que yace en tu ser”.

Hay momentos en la vida, cuando el dolor toca a la puerta, en los que todo pareciera carecer de sentido. Es tan difícil comprender el porqué de una pérdida, de un abandono, de una mentira, de una traición, de un fracaso. Pero es justamente de esos momentos, donde pueden emerger las más grandes bendiciones de nuestra vida; basta con detenernos, cambiar la perspectiva, conectarnos con el aprendizaje y abrir nuestros ojos, para ver más allá de nuestra frustración y descubrir así, que podemos pasar del dolor al propósito de superación.

Los sinsabores de la vida los encontramos en el día a día, tanto en las relaciones familiares como en las relaciones amorosas… “Amar es maravilloso, pero amar trae sufrimiento”. Estas y otras son frases contradictorias que se pueden escuchar en la vida diaria, y aunque ciertamente el amor puede traernos alegrías y tristezas, no nos rendimos y seguimos enamorándonos una y otra vez, durante toda la historia de la humanidad ¡Y valga que así sea! Porque de no ser así ya la raza humana se hubiera extinguido.

Lo que la mayoría de las personas no saben es que este “te amo, te odio” tiene condicionamiento social y como consecuencia un aprendizaje personal, formando parte de la personalidad y en la manera en que nos relacionamos con nuestro entorno. La primera condición es de tipo social y está en el lugar que ocupa la mujer y el hombre en la jerarquía de la sociedad, con sus derechos, independencia, religión, modelos aceptados y adoptados, entre otras, haciendo que la alegría, los celos, el dolor, la desconfianza y otras emociones, se manifiesten en dependencia de esta jerarquía. 

La experiencia de vida está cargada de sinsabores. La verdad es que cada persona es un mundo, y podemos saber de hijos que aunque hayan recibido unas enseñanzas determinadas, los ves que se comportan de aquella manera alejada de la crianza de orden y valores morales muy alejada de los principios recibidos. Es evidente que en la actitud de cada persona está la clave de la convivencia, tanto en la familia de cuna, como en la que formemos como ley de vida. Sabemos que al formar una nueva familia, las personas que se unen son diferentes, con historias, familias, experiencias, criterios y personalidades que no coinciden en todo, lo cual es lógico, pero el reto de toda pareja es que ambos traten de conocer al otro y realizar ajustes para encontrar una nueva forma de vida en común, porque debemos entender, que el matrimonio es un espacio de interacción y crecimiento mutuo, resultando un camino largo y nada fácil de recorrer, donde aparecerán sin dudas emociones positivas y negativas como parte del proceso. Lo que estás claro es, que la convivencia se llena de sinsabores por culpa de los convivientes. En toda relación cada uno debe de poner lo mejor de su parte, para que los sinsabores sean lo menos posibles. La vida es bella, son las malas intenciones en las relaciones las que la puede convertir en un infierno. 

Sé que la perfección no existe, pero no desesperemos porque puede suceder, que un día te levanta y no hay sinsabores... Te pones de pie creyendo que todo está igual que siempre y entonces la vida te sorprende con momentos bonitos, con personas que se sinceran para nuevos reencuentros y oportunidades que te harán sentir como si nunca antes hubieran existidos los amargos sinsabores.

El hombre es corto de días y lleno de sinsabores, y desde la fe tenemos más capacidad para reponernos de las dificultades de la vida.

“El hombre nacido de mujer, corto de días, y hastiado de sinsabores, sale como una flor y es cortado, y huye como la sombra y no permanece”. Job 14:1-2.

Al leer Job 14:1-2 nos damos cuenta de que el hombre nace y se expone a una vida corta llena de sufrimientos e injusticias, pero ¿por qué es esto? ¿Por qué hay tanto dolor y sufrimiento en el mundo? ¿Por qué Dios permite tanto dolor? Estas preguntas difíciles han sido realizadas a lo largo del tiempo y difícilmente encuentran una respuesta satisfactoria, pero lo cierto es que Dios no es el causante de todo el mal, aunque en su voluntad lo permite, sino que es el pecado del hombre. Cuando Dios creo al ser humano lo hizo perfecto, sin enfermedades en mundo perfecto, pero lamentablemente no obedeció al mandato de Dios y por su desobediencia el pecado entro al mundo y por medio de él la muerte y sufrimiento: “Por tanto, como el pecado entró en el mundo por un hombre, y por el pecado la muerte, así la muerte pasó a todos los hombres, por cuanto todos pecaron”, Romanos 5:12. El pecado endurece el corazón del hombre y hace que la maldad crezca desmedidamente eso trae una serie de calamidades como sufrimientos, injusticias, destrucción y muchas cosas malas. Esto es la causa raíz de los males del ser humanos.

Ahora bien, ante esta realidad debemos preguntarnos qué hacer para enfrentar a este mundo de sin sabores. Es importante saber que si bien es cierto la paga del pecado es muerte, la dádiva de Dios es vida eterna por lo que la mejor forma de enfrentar el dolor es a través de la ayuda de Cristo.

“Por ello debemos aferrarnos a nuestra esperanza que es Cristo conscientes que todo nos ayuda a bien”. Hechos 14:21-22.

Lo primero que debemos hacer es reconocer nuestra vulnerabilidad. Aunque seamos cristianos debemos saber que estaremos expuestos a dificultades. En este mundo que vivimos el ser humano tiene que enfrentar un sinfín de sinsabores y sufrimientos por causa del pecado, pero debemos mantener nuestra confianza en Cristo, y con la fuerza de nuestra fe, no nos separaremos de la fuente de agua viva, que nos aportará el aliento para poder soportar los embates de quienes mal nos quiere.

“Cuando pases por las aguas, yo estaré contigo; y si por los ríos, no te anegarán. Cuando pases por el fuego, no te quemarás, ni la llama arderá en ti”. Isaías 43:2.


Fotografía: Internet




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