jueves, 29 de agosto de 2024

En lo bueno y en lo malo

 


“Hermanos, en lo bueno y en lo malo. Siempre unidos, siempre a mano. Sin pedirnos nada a cambio... Hermanos, en lo dulce y en lo amargo, Aprendimos a escucharnos, Y a entendernos sin mirarnos...” Fragmento de la canción del grupo ‘Pimpinela’ formado por los hermanos Lucía y Joaquín.

Hermano, en lo bueno y en lo malo, en lo dulce y en lo amargo, siempre unidos como hermanos… Así debiera de ser: En lo bueno y en lo malo tenemos que estar, siempre. Cuando pertenecemos a un grupo adquirimos el compromiso de lealtad, pero a veces fallan los principios éticos y morales... El tiempo nos cambia, nos transforma, a veces para bien y otras no tanto. El tiempo nos muestra como verdaderamente somos.

Las buenas relaciones familiares son una parte importante de las familias fuertes. Las familias fuertes crecen desde el amor, la seguridad, la comunicación, la conexión, y también a partir de algunas reglas y rutinas.

La familia influye de manera importante en nuestra personalidad, ya que las relaciones entre los miembros determinan valores, afectos, actitudes y modos de ser que se van asimilando desde el nacimiento. Son patrones que influyen en la conducta y que muchas veces se transmiten de una generación a otra, aunque siempre hay algún miembro que rompe con todo.

Se puede decir que la familia tiene cierta influencia en cada uno de sus miembros, porque hay costumbres y comportamientos que tendemos a repetir, ya que es lo que hemos aprendido en nuestras casas. Ahora bien, esto no quiere decir que estemos determinados a actuar como lo han hecho nuestros padres o nuestros abuelos: si así fuera, los hijos que viven en el mismo ambiente familiar reaccionarían siempre repitiendo el mismo patrón, y no es así, los hijos nacen con su propio carácter y a pesar de recibir las mismas enseñanzas, unos las asumen y otros como que no va con ellos y se comportan de manera descabellada, tanto, que los propios padres pueden sentirse sorprendidos y decepcionados al ver en sus hijos comportamientos alejados de la educación y los valores trasmitidos. 

Por eso mismo, en una misma familia, sea para bien o para mal, los hijos crecen de manera muy distinta, ya que su carácter innato y sus características particulares dominan su personalidad, de ahí que se den grandes diferencias de unos hermanos a otros. Podríamos citar a los hermanos Caín y Abel. Caín no disfruta de la vida familiar, no vive en paz porque no soporta el carácter sereno y alegre de su hermano Abel, y cegado por la envidia termina por matarlo. También citar a los doce hijos de Jacob, Jacob un hombre bueno al que Dios puso en su plan de salvación, pero algunos de sus hijos llevaban el mal dentro y maquinaron un plan perverso contra uno de sus hermanos. La envidia anidó en unos que valiéndose del chantaje y la coacción, obligaron a que todos los mayores fueran cómplices de las fechorías destinadas a aniquilar al pequeño José. En este caso, los hermanos malévolos se alían para ensañarse contra un hermano, hasta hacerle daño y crearle sufrimiento. Es increíble que un hermano sea capaz de odiar a otro, pero lo más vil es, que sea capaz de contaminar su odio al grupo para que callen y otorguen sus maldades, aunque también da que pensar que alguien de buenos principios se deje inocular el veneno del odio tan fácilmente y colabore en su plan de venganza... Qué sufrimiento para unos padres ver la capacidad malvada de unos hijos. 

La envidia es el germen de muchos males en el mundo y también de las familias. Cuando la envidia anida en el corazón de un hermano, no hay paz en la familia. Darte cuenta que un hermano te quiere mal es muy doloroso y te haces mil preguntas, porque es difícil aceptar que alguien de tu sangre posea ese sentimiento tan devastador... Pero, frente a está situación tan desgarradora, apelas a tu fe y utilizas el raciocinio para enfocarte hacia lo positivo y no desfallecer. Aunque depende de cada persona, hay que decir que el ser humano tiene una enorme capacidad de superación y de adaptación, de manera que ante situaciones complicadas puede sacar lo mejor de sí mismo, desarrollando una entereza fuerte y madura. Es decir, a pesar de la incontestable influencias de los patrones familiares, individualmente podemos modificar nuestra conducta en positivo a través de una decisión meditada, cambiando nuestros reacciones por medio de nuestra voluntad, para poder afrontar tales ofensas.

Está claro que la familia tiene una enorme importancia en el desarrollo personal, aunque cada familia tiene unas peculiaridades propias, unas tradiciones, un modo de relación específico que crea un ambiente familiar determinado. Y qué satisfacción para unos buenos padres que queriendo lo mejor para sus hijos les inculca valores para que puedan llevar una vida ordenada siendo participes y corresponsables de los logros individuales y familiares.  Los padres, aunque ponen todo su amor en transmitir ejemplos vivenciales, a veces no florecen en sus hijos su ejemplo, no todos los hijos poseen un buen corazón.

Hablando de hermanos, de familia unida, quiero hablar del amor que siento por mis padres, esas personas que Dios eligió para que me dieran la vida y por ello siempre agradecida... Pero, hoy es un día especial y tengo que felicitar con todo mi corazón, a mi querido y añorado padre. Aunque en la vida eterna no cumple años, en la vida terrenal sí, porque yo sigo recordando este bendito día... Papá, hoy sería tu cumpleaños, y a pesar del dolor de tu ausencia, agradezco cada instante que compartimos juntos, y aunque no estés físicamente, tu amor sigue vivo en mi corazón. ¡Te extraño tanto a ti y a mamá...! Cierro los ojos y me abrazo con fuerza, para sentir el calor de la presencia ausente. ¡Felicidades, papá! Hoy hace 104 años que naciste, llenando de alegría el hogar de aquel joven matrimonio que recibía en sus brazos a su primer hijo. Fuiste el primero de doce hermanos y como hermano, el mejor… Siempre estuviste en lo bueno y en lo malo, siempre atento y servicial arrimando el hombro. Con tu carácter afable y noble, tratabas de conformar a todos dando soluciones y poniendo alegría en todo momento.

Un padre es un tesoro, un hermano es un consuelo… Pero, qué orgullo de padres tengo: la mejor madre y el mejor padre. Sí, papá, fuiste el mejor hijo, el mejor hermano, el mejor marido, ¡qué pareja más hermosa! Papá, mamá; Mamá, papá. Ustedes fueron para sus hijos los mejores maestros, fueron ejemplo de buenos hermanos, de buenos hijos, de buenos padres... Con sus enseñanzas vivenciales nos inculcaron valores de convivencia desde el respeto, la comprensión, la solidaridad, el esfuerzo y una fe de principios éticos y morales; herencia muy valiosa para formar personas de bien, pero como ya dijo Jesús, la buena semilla no siempre da frutos, porque depende del terreno en el que caiga, hay terrenos áridos y pedregosos que no habrá semilla que arraigue… Pero no hay que perder la esperanza de que algún día algo bueno pueda florecer.

Las huellas quedan en el camino y los recuerdos en el alma. En la vida se necesita poseer virtudes para poder caminar siempre con la cara alta y la mente tranquila. No hay nada como saber que amaste y respetaste a tus padres, que estuviste atenta cuidando, ayudando y acompañando en sus necesidades. La memoria de las vivencias compartidas con las personas más importantes de tu vida, en mi caso mis padres, me dan la fuerza y el coraje para poder afrontar cualquier situación que se dé entre los hermanos y que estén alejadas de las enseñanzas recibidas. La sabiduría de callar frente a la ignorancia de los que pregonan humo, activa la esperanza de un mañana mejor, porque la verdad más tarde o más temprano pondrá a cada uno en su lugar... Dios lo ve todo. 


Fotografía: Internet


 

No hay comentarios :

Publicar un comentario