sábado, 3 de agosto de 2024

Lazos de sangre


 

“El vínculo que te une a tu verdadera familia, no es solo el de la sangre, es el del respeto y la alegría que tú sientes por la vida de ellos y ellos por la tuya”.

Lazos de sangre se refiere a la familia inmediata: padre, madre, hermanos, abuelos, primos… La importancia de la familia radica en que es el primer grupo a la que un individuo pertenece, por tanto, es el primer grupo donde se aprenden reglas, pensamientos, costumbres y reacciones; la familia es una institución en donde se aprenden valores, comportamientos y una educación básica como la que desprenden rutinariamente el núcleo familiar.

En sentido propio, ha significado “un grupo de personas ligadas por la parentela”. En su sentido figurado, ha primado el concepto de ligamen sobre el vínculo sanguíneo, porque, como toda metáfora, se relacionan dos conceptos de campos semánticos diversos para acentuar una nueva interpretación de la realidad.

La familia es el pilar de nuestra existencia. Se conoce como lazo familiar al vínculo que se establece entre dos o más personas especial, aunque no exclusivamente a través de la sangre. La familia es el conjunto de personas con las que un individuo crece y esto puede ser así a partir de lazos de sangre o de vínculos de amor y protección en el caso de la adopción. El lazo, sea cual sea el caso, en términos generales, es uno de los lazos que se mantiene por más tiempo a lo largo de la vida de una persona. Dicen que los lazos de sangre son irrompibles, pero no a todos los hermanos le corre sangre por las venas, los hay que tienen el corazón de piedra.

Consanguinidad es la relación de sangre entre dos personas: los parientes consanguíneos son aquellos que comparten sangre por tener algún pariente común; los parientes no consanguíneos son aquellos que no presentan un vínculo de sangre, pero que son parientes por un vínculo legal (matrimonio o adopción). A esta otra relación de parentesco se le denomina afinidad.

Lo importante de una familia no es vivir juntos, sino estar unidos. ¿Qué es lo que nos hace sentir parte de una familia? No hay una respuesta unívoca a esta pregunta. Cada familia es un mundo y bien en términos generales las sociedades humanas establecen la estructura en base a los vínculos de sangre que remiten a compartir un código genético, hay muchas familias que establecen lazos de tipo afectivo y de cuidado y amor que van más allá de la sangre y que incluso a veces pueden ser tan fuertes, que perduran en el tiempo.

Se entiende que la familia no es algo que uno elija salvo cuando uno mismo construye la propia. Los padres no los elegimos, pero llegamos al mundo a través de ellos, y aunque por lo general hay normas familiares comunes, cada familia marca sus propias reglas para conducir a sus hijos. Los padres son los primeros maestros de los que aprendemos, de sus valores vivenciales de fe cristiana nos empapamos, pero al crecer, cada hijo va teniendo sus propios puntos de vista y su actuaciones se pueden alejar de las enseñanza recibidas. Y, cuando unos padres inculcan a sus hijos valores de convivencia desde el respeto, responsabilidad, solidaridad, para que sean personas de bien, sufrirán al ver que van por la vida llenos de rencor y mentiras pisoteándose unos a otros, dando una imagen despreciable. Cada familia se adapta y se desenvuelve en formatos y estilos que perfectamente pueden variar de una a otra. Los lazos de sangre se construyen subjetivamente y dependerán de lo que cada grupo considere como importante: mientras históricamente el vínculo de sangre ha sido importante en las sociedades pasadas para considerar a alguien parte de la familia, hoy en día esa estructura se ha resquebrajado y la inclusión de personas externas es mucho más común.

Familia extendida o ensamblada. Sabemos que cada familia tiene una estructura de funcionamiento específica y particular. La actualidad nos marca que no hay una sola forma de familia y esto hace que muchas veces se integre como parte del grupo central a agregados como abuelos, tíos, primos o incluso familiares políticos que están muy presentes.

Los vínculos también se han reestructurado en los últimos tiempos a partir del surgimiento de familias ensambladas. Las mismas son la unión de fragmentos de familias que han sido el resultado a veces de matrimonios fallidos, de la presencia de hijos previos, etc. Así, una pareja que se une y que trae al grupo familiar hijos de relaciones previas (más tal vez los hijos en común) obliga a reordenar los vínculos, ya que allí la conexión de sangre no está asegurada, sino que los mismos deben establecerse en base al amor, el respeto, el cuidado, la contención, etc.

​Las encuestas sociales sobre lo más significativo para las personas, insisten en mostrarnos que la primera referencia es siempre la familia. Podemos entender que la familia en la antigüedad quisiera asegurar el débil dominio sobre la naturaleza mediante los hijos, y que en la Edad Media se acentuara la necesidad de los reyes de retener un dominio dinástico. Y que la burguesía quisiera mantener el dominio de la propiedad. Pero siempre fue bajo el imperio del apotegma “madre siempre cierta, padre siempre incierto”. De modo que las situaciones de conflicto y la vulneración de las líneas biológicas de parentesco estuvieron siempre presentes. Es obvio que estas condiciones fueron cambiando desde la modernidad hasta hoy, tanto para “bien”, si lo miramos desde el “progreso”, como para “mal”, visto desde el vértice del reparto de la riqueza.

Pero, dejando de lado la -sin embargo- inevitable consciencia sociológica y política de estas cuestiones, la actual condición de la familia nos puede llevar a pensar en dos situaciones: las funciones materna y paterna, y la determinación de la identidad sexual de los hijos en el nuevo clima social y legal de las parejas y familias.

Se dice que la función paterna ha decaído, eso dice el médico psicoanalista César Merea, pero, creo, sin embargo, que nunca estuvo muy alta, y que la fuerza de la mater siempre está más vigente en lo profundo del psiquismo de los sujetos. Expresaré, —dice Merea— un concepto bajo la forma de una expresión de deseo, rumbo a la salud: la madre siempre debe ejercer una función “placenterizante y antiparanoica”; y el padre, estar atento a los excesos mediante una función “discreta y orientadora”.

Hoy el debate se plantea en cuanto a la identidad sexual de los hijos en las nuevas familias, todo está por verse. Pero esa identidad está dada por cuatro factores: uno genético, la fuerza instintiva o pulsional, las identificaciones psíquicas con los padres, y el carácter más o menos permisivo del marco social. Eso sí, atravesados por la comprensión de tres aspectos que nos deben constituir imprescriptiblemente: la diferencia entre el yo y el afuera, la diferencia de sexos y la diferencia entre vida y muerte, esta parte del complejo nuclear, es función de la familia trasmitirla y hacerla comprensible.

"La familia siempre es de sangre. La familia son aquellos en tu vida que te quieren en la suya. Aquellos que harían lo que fuera por verte sonreír todos los días".


Fotografía: Internet


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