Pareciera que en estos tiempos cada vez es más difícil
encontrar a alguien de confianza. Es preocupante ver cómo la gente se vuelve
más individualista, materialista y utilitarista. En definitiva, personas poco
fiables. La pérdida de los valores tradicionales y su sustitución por una
vacuidad moral e intelectual, hace que cada vez nos resulte más complicado
confiar en el prójimo.
Por ejemplo, antes se concedía una importancia sagrada a la
palabra dada. La mentira era la excepción, no la regla, y los individuos
miraban más por el sentido de la trascendencia, la familia, los valores
eternos, etc. En palabras de C. S. Lewis: «Nos reímos del honor y nos
extrañamos de ver traidores entre nosotros».