sábado, 15 de junio de 2024

La paz que habita mi alma...


 

Una mente en calma trae fuerza interior y confianza en uno mismo, por eso es muy importante para la buena salud. Dalai Lama.

El alma no se llena de riquezas materiales, se llena de riquezas espirituales. Realmente, para descubrir cómo encontrar la paz interior, debes saber que ésta implica, aparte de liberarte de emociones y sentimientos negativos, ser consciente de las cosas maravillosas que te ofrece la vida, y que puedas sentir que estás plenamente conectado con el universo y contigo mismo.

La paz interior es fuente de felicidad. La paz interior es una sensación de calma en la que dejamos de luchar contra los pensamientos y las emociones negativas y perturbadoras. Es un estado en el que ponemos distancia mental y emocionalmente de los problemas y conflictos cotidianos.

En estos tiempos de creciente incertidumbre, hay tanto dolor, angustia y sufrimiento en todo el mundo que podría evitarse si se comprendieran unos a otros, desapareciera la falsedad y fueran fieles a la verdad. Para muchos, la tranquilidad y la felicidad se obtienen al comprender la relación que existe entre la paz de conciencia y la paz mental, y al vivir los principios sobre los cuales se fundan ambas bendiciones.

Dios desea que cada uno de sus hijos disfrute de la bendición trascendental de la paz de conciencia. Una conciencia tranquila invita a estar libre de angustia, de dolor, de culpabilidad, de vergüenza y de la condenación propia, y otorga un cimiento para la felicidad. Es una condición de inmensa valía, pero, aun así, pocos sobre la tierra la disfrutan. ¿Por qué? Porque la mayoría de las veces los principios sobre los cuales se basa la paz de conciencia no se siguen en forma apropiada. Cuando eres una persona de fe, porque has recibido de tus padres valores cristianos, que crees en Dios, Creador; crees en Jesucristo, Salvador y en el Espíritu Santo que ilumina y acompaña en el camino de la fe, no se entiende que esas personas se dejen llevar por envidias, rencores, venganzas y arruinen su vida, incordiando la vida de los demás.

La paz de conciencia es el ingrediente vital para que tengas paz espiritual y esta proporciona la paz mental. Sin paz de conciencia no puedes tener la verdadera paz mental. La paz de conciencia se relaciona con tu ser interior y es controlada por lo que haces. La paz de conciencia sólo se recibe de Dios mediante el amor,  porque Dios es amor, y quien ama, vive en paz y no es capaz de infringir daño a nadie, es ahí dónde está el mal de los males, en la maldad. En una persona dañina no hay paz, la paz mental muchas veces se ve afectada por celos y envidias, creando un vacío interior que solo pueden llenarlo haciendo daño a quien envidia. Las situaciones personales también nos pueden llevar a perder la paz mental, como la preocupación por las malas relaciones, por un hijo rebelde, por ofensas recibidas, por las condiciones sociales, por el deterioro de valores… La intranquilidad mental puede ser temporal y transitoria, porque la paz mental se restaura al resolverse los problemas externos que la perturban. No sucede lo mismo con una conciencia atribulada, porque ella es un recordatorio constante y siempre presente de la necesidad de enmendar errores, de no hacer daño a nadie, de aclarar una ofensa o de arrepentirse de una transgresión. Hay quien intenta acallar su conciencia inquieta, temporalmente, al estimular físicamente la mente y el cuerpo cediendo al ruido exterior cargado de tentaciones. Todo ello al precio de una necesidad cada vez mayor y de un esfuerzo inútil de calmar la conciencia afligida, y buscando aparentar lo que le interesa, corriendo el riesgo de caer en la trampa de la falsedad y la mentira constante. 

Existe una forma de restaurar la paz de conciencia. La facultad de tener una conciencia tranquila es un don de Dios, que te ayuda a triunfar en esta vida terrenal. Es principalmente el resultado de la influencia de la Fe de Cristo en tu mente y en tu corazón. La Luz de Cristo es el poder o influencia divina que proceden de Dios por medio de Jesucristo y es lo que da vida y luz a todas las cosas. Induce a todos los seres racionales de la tierra a discernir la verdad del error, lo correcto de lo incorrecto. Activa la conciencia. Su influencia se debilita a causa de la transgresión y la adicción, y se restablece mediante un arrepentimiento adecuado. La Luz de Cristo no es una persona sino un poder y una influencia que provienen de Dios, y, cuando se sigue, guía a la persona y la prepara para recibir la guía y la inspiración del Espíritu Santo. Para tener paz en el alma, no dejes apagar la Luz de Cristo en tu corazón.

Es bueno recordar que aun con paz de conciencia, tú puedes tener períodos temporales en que la paz mental se vea interrumpida por preocupaciones externas. La comprensión que tengas de las razones causantes podría aliviar gran parte de la presión que éstas generan. A medida que tu vida personal se ajuste a las enseñanzas del Señor, te será posible buscar Su ayuda para resolver los problemas. De ese modo, tu fe en el Señor y en Sus enseñanzas te brindará paz mental. Tus esfuerzos serán escalones ascendentes hacia un mayor progreso personal, conforme encuentres las soluciones que el Espíritu te indique. Además, a medida que resuelvas esas pruebas, los demás recibirán muchas veces bendiciones a causa de ellas, si es que sus necesidades fueron la causa de los sentimientos que inquietaron tu mente.

En resumen, puedes recobrar la paz de conciencia al arrepentirte de las transgresiones personales que te hayan ocasionado conmoción interior. Entonces, la paz mental se asegurará resolviendo las presiones externas que te hayan causado la ansiedad, la preocupación y la angustia temporales. Sin embargo, por más que trates, no lograrás la felicidad perdurable hasta que, por medio del arrepentimiento satisfagas personalmente la ley que hayas quebrantado, a fin de devolver la paz a una conciencia atribulada.

Ya sea que tú seas alguien que reconozca la necesidad de arrepentirse y te sea difícil hacerlo o que seas alguien que se pregunte si se ha arrepentido lo suficiente para ser totalmente perdonado, podría ayudarte el repasar algunos de los principios fundamentales sobre los cuales se basa la paz de conciencia.

La ley que se quebranta por medio de la transgresión o del pecado ocasiona angustia en la mente y en el corazón por motivo de una conciencia ofendida. Al saber que todos Sus hijos espirituales, salvo Su Unigénito Jesucristo, violarían con o sin intención Sus leyes, nuestro Padre Eterno proporcionó un medio para corregir las consecuencias de tales hechos. Ya sea que la infracción sea grande o pequeña, la solución es la misma: Un arrepentimiento completo mediante la fe en Jesucristo y en su expiación, y la obediencia a sus mandamientos.

Para el arrepentimiento total es necesario que tú hagas algo, tales como la confesión y el abandono del pecado; buscando la restitución obtienes el perdón y recuperas la paz de conciencia, la paz interior. El Salvador ha dejado en claro que, para recibir el perdón, debes pedir perdón a quienes hayas ofendido, y perdonar a los demás las ofensas que hayas recibido.

Con el perdón se obtiene la paz en el alma, y también con la gratitud. Simplifiquemos nuestra vida, vivamos en paz, sin ofender y con agradecimiento. Teniendo la conciencia en calma, disfrutamos de paz en el alma. Pues practiquemos la gratitud, siempre hay algo por lo cual dar gracias, solo hay que aprender a valorar lo importante.

François de La Rochefoucauld dijo: “Pocas cosas son necesarias para hacer feliz al hombre sabio, pero nada satisface al tonto; esta es la razón de que gran parte de la humanidad sea miserable” y “El primero de los bienes después de la salud es la paz interior”

Cada uno sabe sus cosas y Dios la de todos... Aunque hayan desencuentros que no han sido resueltos, porque no hay voluntad de sentarse frente a frente y con humildad y sinceridad dejar que los nobles sentimientos afloren, mantengamos la serenidad y la esperanza: comprendámonos, aceptémonos y perdonémonos, Dios sabe lo que guarda cada corazón. Dejemos que la paz habite nuestra alma y nuestra mente, la decisión es nuestra. El Señor desea que tengamos paz y que vivamos en paz: "La paz contigo...".

La paz que habita mi alma, es el mayor tesoro que poseo y nada ni nadie podrá arrebatármela, porque está cimentada en una fe sólida y firme, trasmitida por mis padres y que yo, libremente, he abrazado con toda mi alma. Esa paz es la que me ayuda a seguir avanzando, a pesar de las zancadillas y adversidades del camino.


Fotografía: Internet


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