Por estas fechas abundan las reuniones familiares, comidas, y el día de las ilusiones para los más pequeños, y no tanto, muchos regalos... Un regalo representar un
sentimiento de cariño y aprecio para con otras personas. Sin embargo realizar
un regalo, por más difícil que parezca, es más placentero que recibirlos.
En todas las culturas se hacen regalos. Los regalos nos hacen
felices, tanto al regalado como al que regala y suelen hacerse por Navidad,
Reyes, y también cumpleaños, día de la madre, día del padre, del enamorado,
pero, es más costumbre que obligación.
¿Por qué hacemos regalos? Un regalo es, sobre todo, un gesto.
El acto de regalar es una ocasión para mostrar nuestro cariño y agradecimiento
a aquellas personas que nos acompañan en la vida. Un regalo tiene la capacidad
de fortalecer un vínculo, mostrar amor y gratitud, o simplemente hacer que
alguien se sienta especial. El acto de regalar tiene mucho que ver con la amabilidad. Según numerosos
estudios, el nivel de nuestro bienestar varía en función de las conductas
amables que llevemos a cabo.
Regalo viene del vocablo latín regalis, que significa rey o
realeza. Y en el idioma francés, procede del verbo galer que significa
divertir. Como sinónimo de regalo tenemos a las palabras obsequio y presente.
El regalo viene a ser un artículo entregado a otra persona con el objetivo de
felicitar, agradecer o, incluso, cumplir socialmente con la persona que lo
recibe.
Regalar enciende las sensibilidades complejas e importantes,
porque estamos buscando que nuestro regalo toque el corazón y la emoción. Cada
vez que damos o recibimos algún regalo, no solo obtenemos un objeto, también
solemos experimentar una sensación de bienestar.
Pero ¿realmente los regalos nos dan la felicidad? Ciertamente tendemos a relacionar nuestro
nivel de felicidad con cantidad de regalos que hacemos o nos hacen. “Asociamos
el acto de regalar con emociones de felicidad y alegría”, explica el psicólogo
Jesús Matos, pero el problema es que realmente, cuando nos regalan algún
objeto, la felicidad que sentimos es efímera. “Poco a poco nos habituamos a él
y la capacidad para generarnos emociones agradables se va perdiendo. Es decir,
nos habituamos enseguida a este tipo de sensaciones”, asegura el experto en la
gestión de la tristeza.
Regalar es tradición antigua, pero que en la era del consumo
desbocado se ha ido convirtiendo en un complejo concurso de rivalidades, de
demostración del dinero que se tiene y del poder adquisitivo del que se fardar.
Los regalos, el regalarse, que era un signo de paz, por el acto de reciprocidad
que regalarse incluye, ha terminado por significar un acto de ostentación y de
imposible reciprocidad. Un acto de ostentación que no solo se proyecta hacia
las personas que reciben el regalo, sino entre la comunidad que se habita. En los
regalos a los niños queda patente; no hay más que ir a un parque un día de
Reyes.
Realmente existen muchas ideas y muchas cosas que se compran
para regalar, pero los regalos más importantes no se pueden comprar. Regalar cariño,
amistad, la calidez de tu presencia, la calidad de tu tiempo, el calor de un
abrazo, emociones y sentimientos compartidos generarán recuerdos llenos de
sentido. Recuerdos latentes que quedarán guardados para siempre en forma de
presencia interna y que se reavivan cada vez que se evocan.
Ahora que los reyes de los regalos son los Reyes Magos… Todos
hemos sido niños y por Reyes recibíamos regalos, pero nada que ver con los
tiempos que corren. Por entonces no había variedad de juguetes para elegir,
pero tampoco dinero para comprar. Los Reyes nos dejaban siempre en los zapatos material
escolar, ropa y golosinas, y todos tan contestos.
Hoy hay muchísimos juguetes dónde elegir, tanto que los niños
no saben ni qué pedir, pero lo quieren todo, y reciben tantos regalos que
pierden interés por ellos. En esto tienen mucha culpa los padres que quieren que
sus hijos tengan los más caro, lo más llamativo para demostrar a los demás padres
(porque esto va de padres) su poderío. Cuando un niño consigue todo sin
esfuerzo, no sabe valorar ni apreciar lo que tiene. En estos casos hay que pedirles a los padres, mesura.
Llegada la noche mágica, es hora de limpiar los zapatos para
dejarlos en la puerta, para que los Reyes nos dejen los
regalos que le hemos pedido. También tenemos que dejar agua para los camellos y
un vaso de leche para los Reyes…, y a la cama a dormir que, si llegan los Reyes
y nos encuentra despiertos, no nos dejarán los regalos.
La luz de la ilusión nunca se apaga y por Reyes la ilusión nunca
se pierde. Deseo que los Reyes Magos les traiga a todos, todo lo que han pedido,
pero sobre todo mucha salud. Tras una noche de sueños y emociones…
Que la alegría que llenó el corazón de los Reyes Magos al encontrar al Salvador, nos acompañe todos los días de nuestra vida.
¡¡Feliz Día de Reyes!!
Fotografía: Internet
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