Quién lo diría, ayer era niña y hoy estoy a las puertas de la
ancianidad, cargada de vivencias y recuerdos. En las historias de mi historia
se suceden acontecimientos y crecimiento. He recorrido caminos de polvo,
piedras y asfalto, en ellos van quedando las huellas de mi existir, una
existencia donde las experiencias vitales se configuran con el devenir de la
vida y afloran las emociones que forjan el carácter personal, donde la alegría
y el llanto, las penas y las ilusiones, la salud y la enfermedad, los anhelos y
sueños, el cariño y el desprecio, todo un conglomerado de sensaciones y emociones de donde
eclosionan los sentimientos que nos conforman y nos distinguen.
Feliz de mi ayer… Sí, en los recuerdos de mi ayer están mis mejores años; el
hogar y el lugar de mi nacencia. Nací y crecí en el seno de una gran familia,
donde el bullicio de juegos y risas no dejaban lugar al silencio. En la alegría
del calor familiar, bajo la atenta mirada de unos padres buenos que nos educaron
en valores éticos y morales, y con su ejemplo nos legaron lecciones de vida para
ser hombres de bien. Crecí rodeada de montañas, campos verdes, aire puro,
entre gente cristiana y buena que a Dios rogaba y la tierra araba.
Recordar me hace sentir bien, porque he procurado ir por la
vida ofreciendo mi ayuda y sin hacer daño a nadie, y Dios lo sabe, porque Dios
sabe la verdad de cada persona, "lo que piensa, lo que siente, si dice verdad o
miente, la verdad la sabe Dios", y vivir con esa tranquilidad de que Dios lo
sabe todo, me hace sentir bien.
Hoy me siento bien. No es que las cosas vayan mejor que nunca ni nada por el estilo. Es sólo que hay días en los que por alguna extraña razón que desconozco el presente lo inunda todo. Y cuando eso pasa, en ese momento perfecto, sólo cabe cerrar los ojos un instante y gozar ese sentimiento en toda su plenitud. Y eso es lo que he hecho hoy, dejarme inundar por un presente que lo ha llenado todo no porque contenga todo lo que deseo sino precisamente por lo que es: presente. Un presente que acepto como viene y llevo según viene.
Estos días en los que soy consciente,
aunque sólo sea por un instante, de que el presente ya contiene todo lo que
necesito para ser feliz. Un presente nutrido del pasado que me da las fuerzas
para seguir adelante, a pesar de los pesares, porque solo tengo que cargar con
mis culpas y no con las que te quieran cargar.
Hoy me siento bien. Estoy en paz con el pasado y hasta con
el futuro. Con los dos. Sé que, aunque no todo es perfecto, contienen todo lo que
necesito para aprender lo que quiera que sea que tenga que aprender en este
viaje por la Tierra. Estoy agradecida con todo y por todo, aunque los de la
propia sangre se empeñen en destruir tus huellas, pero la verdad inmutable prevalecerá
en lo que me ha pasado, me pasa y me pasará.
No crean que todo es como yo lo diseñé, para nada. Es sólo
que he tomado consciencia de que la vida sabe más que yo y de que desde la
mente grande las cosas que pasan tienen más sentido que las que mi mente
pequeña se había empeñado en conseguir. Aunque hay también sufrimientos, estoy muy agradecida por todo, porque
todo me ha servido para aprender, para conocer y para crecer.
Hoy me siento bien. Quizás sea que me he dado cuenta de que la
felicidad es consecuencia, no de los resultados que obtengo, ni siquiera de lo
que hago, sino de que tome todas y cada una de mis decisiones desde el amor. No
es que me sienta bien porque acierte siempre, que no lo hago, sino porque estoy
entrenándome denodadamente para tomar todas y cada una de las decisiones desde
la conciencia de lo que quiero y conviene, no desde la imprudente ignorancia.
Hoy me siento bien. Aunque la vida no es un camino de rosas,
es difícil de explicar, pero me siento protegida de alguna manera por la vida… Quizá
porque me siento muy afortunada de estar por este mundo y de hacer lo que hago
acompañada de personas que valen la pena, personas honestas, leales, sin doblez, porque
vivir las relaciones desde la consciencia hace de este viaje algo realmente
extraordinario. En el tren de la vida, cada vagón va ocupado por familiares y amigos que se quieren y admiran, pero puede ser, que un mal aire se adueñe del ambiente y contamine la armonía y la irrespirable hipocresía obligue a algunos a abandonar. Siempre hay que dar gracias por la sincera amistad de quienes te conocen y te quieren…
Estoy feliz de mi ayer, y hoy me siento bien recordando a mis
padres y memorando las tradiciones, es como si no pasara el tiempo. Me siento
bien uniéndome a mi gente para cumplir la promesa de nuestros mayores. Una
promesa nacida de su fe, una fe viva y latente que trasciende de generación en generación.
Una Fiesta de encuentro y confraternidad que alimenta la sabia de las raíces que
aglutina el hoy con el ayer más reciente. Un encuentro para recordar tiempos de
amistad y familiaridad donde siempre encontrabas una mano extendida, una
sonrisa que te animaba, una mirada que te comprendía, una palabra cariñosa en momentos difíciles; nunca te sientes sola cuando alguien te ofrece su amistad. Sí,
el optimismo es el perfume de la vida. Tener personas especiales en la vida
es garantía de gozar de momentos inolvidables que dejan recuerdos imborrables.
El reloj no se detiene, y aunque el tiempo pasa rápido; hoy me siento bien... Y
tú también puedes, porque sentirse bien es ante todo una decisión que puedes
tomar ahora mismo, mientras lees esto. Sentirse bien es inevitable cuando se
tiene la conciencia tranquila y tomas cada decisión desde el amor. Sólo eso.
Para todos mis seguidores y para mis paisanos en particular... ¡Feliz fin de semana! ¡Felices fiestas en honor a Santo
Domingo de Guzmán! ¡Viva la Rama-Ofrenda a Santo Domingo! ¡Viva mi pueblo Juncalillo! ¡Viva la memoria de mi gente!
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