No te rindas,
aunque a veces duela la vida,
aunque pesen los muros,
y el tiempo parezca tu enemigo.
No te rindas,
aunque las lágrimas surquen tu rostro y tu entraña,
demasiado a menudo.
Aunque la distancia con los tuyos parezca insalvable,
aunque el amor sea hoy un anhelo difícil,
y a menudo te muerdan:
el miedo,
el dolor,
la soledad,
la tristeza
y la memoria.
No te rindas,
porque sigues siendo capaz de luchar,
de reír,
de esperar,
de levantarte las veces que haga falta.
Tus brazos aun han de dar muchos abrazos,
y tus ojos verán paisajes hermosos.
Acaso cuando te mires al espejo,
no reconoces lo hermoso,
pero Dios, sí.
Dios te conoce,
y porque te conoce,
sigue confiando en ti,
sigue creyendo en ti,
sabe que,
como el ave herida,
sanarán tus alas
y levantarás el vuelo,
aunque ahora parezca imposible.
No te rindas,
que hay quien te ama sin condiciones,
y te llama a creerlo.
José María Olaizola
No hay comentarios :
Publicar un comentario