martes, 26 de julio de 2022

Abuelos del alma



Hoy 26 de julio celebramos el Día de los abuelos. Esta festividad, que empezó a celebrarse en España hace 43 años, homenajea a una de las piezas claves en muchas familias. Los abuelos son un pilar muy importante y necesario en el organigrama familiar, y los nietos son los mayores beneficiarios, porque los abuelos hace de puente generacional que fortalece y enriquece el desarrollo cognitivo y emocional de los niños.

El Día de los abuelos es una de las fechas más señaladas para rendir tributo a una de las figuras más importantes e influyentes de una familia. También son un elemento clave a la hora de aconsejar a sus nietos sobre el camino que deben tomar en la vida debido a la sabiduría y conocimiento que ostentan. Además, los abuelos y las abuelas tienen la capacidad suficiente de hacer el mayor esfuerzo para que a su familia no les falte de nada y por ello, es más que justiciable que haya un día especial para homenajearles.

El motivo de esta festividad se debe a la necesidad de reivindicar y reconocer el papel que desempeñan en la sociedad y todo lo que han hecho y hacen. En España, el primer Día de los abuelos se celebró el 26 de julio de 1978. El motivo de la elección de este día correspondiente al séptimo mes del año se trata de la coincidencia que tiene con la conmemoración de Santa Ana y San Joaquín, padres de la Virgen María y por consiguiente, abuelos de Jesús de Nazaret. Esta fecha elegida por el padre Ángel, fundador de la ONG ‘Mensajeros de la Paz’, también ha sido adoptada en naciones iberoamericanas como Portugal, Brasil, Venezuela, Honduras o Panamá entre otros.

Hay que reconocer, que la organización familiar ha cambiado mucho en los últimos cincuenta años. Ahora, ambos progenitores suelen trabajar, sin disponer de tiempo para cuidar de los hijos cuando estos no están en el colegio. Por lo que son terceras personas las que se tienen que ocupar de dicha labor. En la mayoría de estos casos, se suele pedir ayuda a los abuelos, quienes normalmente están encantados de hacerse cargo de los nietos.

Esto puede ser muy positivo para el desarrollo de los niños. Ya que, si los abuelos están física y mentalmente sanos y son cariñosos, les darán a los nietos una calidez y una dedicación insustituibles. Pero no son sólo los nietos quienes salen ganando en esta relación, los abuelos también reciben una gran cantidad de beneficios. Aunque, en este sentido, cabe señalar que no hay que abusar de los abuelos. Siempre que sea posible es conveniente darles un respiro y permitirles desconectar del cuidado de los nietos.

Los abuelos, esos amigos entrañables... Sin duda, la relación que establecen los abuelos con los nietos es mucho más entrañable que la que se da entre padres e hijos, y esta diferencia se debe a diversos motivos.

Más disfrute, menos responsabilidad: los abuelos tienen el privilegio de poder disfrutar más de los nietos, ya que sobre sus hombros no pesa toda la responsabilidad de criarlos. Por eso, están más enfocados que los padres en divertirse, jugar y consentir a los pequeños. Esto, por supuesto, es una delicia para estos últimos, quienes añorarán compartir esos increíbles momentos con sus adorables abuelos.

Más valores, menos reglas: los abuelos educan desde la serenidad que da la madurez y la experiencia. Esto hace que no se obsesionen tanto con las reglas como los padres y se ocupen más bien de transmitir valores como el amor incondicional.

La satisfacción de la misión cumplida: los nietos son para los abuelos la continuación de ellos mismos, su perpetuación en este mundo. Los pequeños les otorgan a sus abuelos la satisfacción de contemplar los frutos del trabajo de toda una vida, lo cual, definitivamente, contribuye a que la relación sea tan especial y única.

Simbiosis sin edad. Tal como ocurre en la simbiosis, esa relación que se da en la naturaleza donde dos especies se benefician mutuamente, tanto abuelos como nietos salen ganando al compartir momentos juntos.

Beneficios para los abuelos. De esta manera, los abuelos se sienten rejuvenecidos por la espontaneidad y energía de los pequeños. El contacto con sus nietos les da la oportunidad de revivir su niño interno, liberarse de inhibiciones y quitarse un poco el peso de los años de encima, dando rienda suelta a la diversión con un saludable toque de locura.

Beneficios para los nietos. Por otro lado, con sus fascinantes historias de tiempos pasados y anécdotas acerca de sus padres cuando eran pequeños, los abuelos aportan a sus nietos un tesoro de valor incalculable. Esto es nada menos que un pedazo de historia viva, narrada por sus protagonistas, que les dan raíces y un sentido de identidad a los pequeños. Así, de manera análoga como un árbol crece alto y frondoso cuando tiene raíces profundas, los niños, al comprender mejor de dónde vienen, son capaces de proyectarse con mayor fuerza hacia el futuro.

Tener la oportunidad de cultivar una buena relación entre abuelos y nietos es una de las experiencias más hermosas y enriquecedoras que hay, donde mágicamente las barreras de la edad son eliminadas y al final, solo queda frente a frente, el fuerte vínculo de unos entrañables abuelos que se hacen niños y unos niños que admiran a sus abuelos y se divierten y se apoyan mutuamente.

Los abuelos dejan una huella profunda, por eso los abuelos nunca mueren, se vuelven invisibles. Los abuelos no mueren porque se inscriben en nuestras emociones de un modo más delicado y profundo que la simple genética. 

Los abuelos nunca mueren, duermen para siempre en lo más hondo de nuestro corazón. Los nietos crecemos y tenemos hijos y nietos, y aún los echamos en falta y daríamos lo que fuera por volver a escuchar sus historias, por sentir sus caricias y esas miradas llenas de infinita ternura y sabiduría.

Sabemos que es ley de vida, mientras los abuelos tienen el privilegio de vernos nacer y crecer, nosotros hemos de ser testigos de ver cómo envejecen y dicen adiós a este mundo. Su pérdida es casi siempre la primera despedida a la que hemos tenido que enfrentarnos en nuestra infancia.

Los abuelos que son partícipes en la crianza de sus nietos dejan huellas en su alma, legados que los acompañarán de por vida, como semillas de amor imperecedera para esos días en que se vuelvan invisibles y añorados.

El vínculo de los abuelos y los nietos se crea desde una complicidad mucho más íntima y profunda, por ello su pérdida, puede ser en muchos casos algo muy delicado en la mente de un niño o un adolescente.

El adiós a los abuelos suele ser la primera experiencia de pérdida. Hay quien tiene el privilegio de tener a su lado a alguno de sus abuelos habiendo llegado a la edad adulta. En cambio, muchas personas tuvieron que afrontar su muerte en la primera infancia, en esa edad en que aún no se entiende la pérdida en todo su realismo y donde los adultos, en ocasiones, lo explica mal, como intentando dulcificar la muerte o hacer como “si no doliera” y claro que duele.

Los abuelos aunque no estén, siguen muy presentes en nuestras vidas, en esos escenarios comunes que compartimos con nuestra familia e incluso en ese legado oral que ofrecemos a las nuevas generaciones, a  los nuevos nietos o biznietos que no pudieron conocer al abuelo o a la abuela.

Los abuelos sostuvieron nuestras manos durante un tiempo, mientras nos enseñaban a andar, pero luego lo que sostuvieron para siempre fueron nuestros corazones, ahí donde dormirán eternamente ofreciéndonos su luz, sus consejos, su recuerdo...

Al paso del tiempo, su presencia habita aún en esas fotografías amarillentas que se guardan en un marco o colgados de las paredes donde ellos habitaron. Pero el abuelo sigue estando en ese árbol que plantó con sus manos, en ese vestido que nos cosió la abuela y que aún conservamos. Están en los olores de esos pasteles que habitan en nuestra memoria emocional. Está en nuestros sueños con sus sueños.

Su recuerdo está también en cada uno de los consejos que nos dieron, en las historias que nos contaron, en el modo en que nos hacemos los nudos de los zapatos e incluso en ese hoyuelo en el mentón que hemos heredado de ellos.

Los abuelos no mueren porque se inscriben en nuestras emociones de un modo más delicado y profundo que la simple genética. Nos enseñaron a ir un poco más despacio y a su ritmo, a saborear una tarde en el campo, a conocer la historia interminable de su existencia, a descubrir que los buenos libros tienen un olor especial ya que existe un lenguaje que va mucho más allá de las palabras.

Es el lenguaje de un abrazo, de una caricia, de una sonrisa cómplice y de un paseo a media tarde compartiendo silencios mientras vemos el atardecer. Todo ello quedará grabado y perdurará para siempre en nuestros nietos, y es ahí donde acontece la auténtica eternidad de las personas. En el legado afectuoso de quienes nos aman de verdad y nos honran al recordarnos cada día. 

Mis abuelos del alma, mis queridos abuelos. Nadie puede hacer por los niños lo que hacen los abuelos: Salpican una especie de polvo de estrellas sobre sus vidas, y esa luz no se apagará nunca, porque los abuelos crean recuerdos que el corazón guarda para siempre.

Fotografía: pixabay

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