Hoy, 25 de abril, es el Día Internacional para la Lucha contra el Maltrato Infantil. El objetivo de esta efeméride (aunque no está reconocida por organismos internacionales, sino que se trata de una iniciativa de la sociedad civil) es visibilizar la violencia contra la infancia y el impacto que tiene en niños y niñas y concienciar a la sociedad sobre la necesidad de su protección. Fecha clave para visibilizar la violencia en el menor y concienciar de sus consecuencias.
Cuando hablamos de maltrato infantil nos referimos a todos los comportamientos por parte de los padres, tutores o instituciones que causan daños emocionales o físicos a un menor, como el abuso sexual, las agresiones, el abandono o privarles de sus derechos a relacionarse con sus familiares. Para muchas víctimas, el maltrato tendrá consecuencias crónicas en su vida adulta. Por ello, una correcta identificación de esta situación es fundamental para su desarrollo vital.
La identificación temprana de los abusos y un buen plan de actuación son fundamentales para frenar este problema globalizado.
Según los expertos y múltiples estudios, como el de la Asociación Nacional de Psicólogos Clínicos y Residentes (anPIR), las víctimas de agresión y maltrato en la infancia sufrirán un gran impacto como consecuencia de estos hechos en su vida adulta.
El maltrato infantil se convierte en una problemática alarmante cuando se conocen las cifras precisas de la magnitud de estas agresiones. Desde la asociación anPIR, se indica que en España se registran más de 15.000 avisos por sospecha de maltrato infantil al año. Tan solo en el año 2020, el Registro Unificado de casos de sospecha de Maltrato Infantil (RUMI) estableció 15.688 casos y, en el año 2019, se registraron 15.365 notificaciones.
Según Save The Children, el maltrato infantil se puede
definir como «Toda acción u omisión no accidental ejercida por padres, madres o
cuidadores principales que provoca un daño en el bienestar físico, emocional y
psicológico de niños, niñas y adolescentes, perjudicando su desarrollo
evolutivo». Esta misma organización ofrece algunos datos sobre la prevalencia
de este tipo de violencia, a pesar de que es una realidad difícil de
cuantificar. En España se estima que más del 25% de los niños y niñas han sido
víctimas de maltrato infantil.
La aprobación el pasado año de la Ley Orgánica 8/2021, de 4 de junio, de protección integral a la infancia y la adolescencia frente a la violencia supone un avance legislativo para proteger a niños, niñas y adolescentes de la violencia. Esta ley incide en la prevención y sensibilización (al disponer, por ejemplo, que las administraciones públicas competentes establecerán planes y programas de prevención) y establece medidas para la mejora de la detección y notificación de los casos mediante protocolos de actuación en centros educativos o en ámbito sanitario, además de recoger un catálogo específico de derechos en su Título I. Otros aspectos de interés que ha introducido esta ley es la regulación del deber de comunicación de las situaciones de violencia (para toda la ciudadanía y especialmente para quienes por su cargo, profesión o actividad tienen contacto con menores de edad) y de la creación de un Registro Central de información sobre la violencia contra la infancia y la adolescencia. Se trata de un problema evidente, latente, y cuya identificación y prevención terapeuta a tiempo puede evitar las consecuencias y efectos que tiene para las víctimas en un futuro.
Los niños tienen sus derechos y sus deberes. Los niños deben
ser criados en un ambiente de armonía familiar, y deben ser educados con cariño
y disciplina; la disciplina no es maltrato, es un conjunto de reglas que ayudan
a mantener el orden y las pautas de convivencia, donde todos ayudan y son
ayudados. El maltrato infantil es otra cosa.
¿Qué es el maltrato infantil? Abordar el maltrato infantil
debe hacerse desde una perspectiva globalizada ya que es un problema universal,
que se puede analizar a partir de diferentes factores. Vivimos en una sociedad
repleta de violencia y los niños también sufren los daños del odio y las
agresiones presentes en la sociedad.
Cuando un menor sufre maltrato físico o emocional -o ambos a la vez- o una falta de atención de sus derechos básicos como persona, de forma intencional por parte de los adultos que están a su cargo, ya sean sus padres o tutores legales, se está estableciendo una negligencia denominada maltrato infantil. Por tanto, se trata de todo acto con intención de ejercer daños que perjudiquen el desarrollo normal de un niño en su infancia. Los menores de edad que sufren agresiones de forma puntual o repetida, padecen daños en sus funciones psicomotrices, y se reduce el desarrollo de sus facultades básicas y son personas que se desarrollan con una vulnerabilidad e inseguridad mayor, lo que afecta en todos los campos de su entorno vital.
¿Cómo repercute esto en su futuro? Cuando un niño en su
infancia se ve afectado por una situación de maltrato desarrolla en su vida adulta
trastornos de conducta, como problemas mentales (depresión, ansiedad,
bipolaridad), se producen repercusiones en su interacción social y existe una
mayor frecuencia en el abuso de sustancias tóxicas. Todos estos factores pueden
derivar al alcoholismo o la drogadicción y, en algunos casos, el suicidio.
“Los niños que han sufrido situaciones de abusos, en las que
se les ejerce un daño físico, abusos sexuales, maltrato emocional o abandono
físico y emocional, se enfrentan a formas de violencia que resultan
irreversibles en el niño. Quienes padecen este trato negligente durante la
infancia se verán gravemente perjudicados en relación al desarrollo de sus
habilidades y capacidades mentales y emociones, o incluso físicas, en un
futuro",
comenta Grecia Arranz, trabajadora social especializada en la violencia en la
infancia.
En relación con la violencia de género, una de las
manifestaciones de violencia que sufren niñas y niños es la violencia vicaria
que, es “aquella violencia contra la madre que se ejerce sobre las hijas e
hijos con la intención de dañarla”. (Aunque esta violencia se da más de padres contra las
madres, también hay casos de madres que la ejercen contra los padres). Este
tipo de violencia de género que ejercen los padres, como para vengarse uno del otro,
perjudica irremediablemente a esos hijos fruto de su amor. Aquí los hijos son
las verdaderas víctimas de los padres. Pero, además, la exposición a esta
violencia tiene un impacto brutal en la salud de los hijos:
comporta consecuencias a nivel emocional, conductual, social, académico y
cognitivo, como indica una investigación promovida por el Instituto Andaluz de
la Mujer.
“La triste realidad es que en muchas ocasiones estos niños
quedan desamparados, y no pueden acceder a un buen plan de prevención y
actuación porque resulta complicado identificar estas situaciones. Existe un
vacío legal, donde estos patrones se van a seguir repitiendo en los núcleos
familiares o, incluso, en las instituciones que deberían protegerlos ya que
nuestro sistema todavía no cuenta con los suficientes expertos, psicólogos,
educadores y trabajadores sociales capaces de identificar y tratar cada una de
estas situaciones”, comenta
Grecia Arranz, trabajadora social.
Este panorama llamado de violencia de género es aterrador. Es
aterrador porque existe, en algunos casos, una solapada “injusticia” ya que, una mujer, con
una simple acusación verbal, sin pruebas y sin averiguar la veracidad de la
misma, con una acusación que puede ser falsa, sin un juicio y sobre la marcha, condenan a un hombre y lo privan
de los derechos de padre, a la vez que condenan a los hijos a su derecho de ver
a su padre, (en estos casos, son las mujeres las que ejercen ese ‘privilegio’ de
apartar a los padres de sus hijos). Y no solo apartan a los padres, también a los
abuelos, tíos y primos, todo el entorno del padre queda sin posibilidad de relacionarse con los niños, y
por lógica, creo, que para el bienestar emocional de los niños, esta fórmula no
es nada positiva, porque los niños para su desarrollo emocional necesita del contacto con su padre y de toda su familia. Ahora que hay casos y casos, y no todos los casos son iguales. Hay casos sangrantes que deben ser bien controlados y poner los medios para evitar tragedias, pero tampoco se puede condenar a un padre sin prueba, con ello condenan a un hijo a vivir sin su padre. Aunque no lo parezca, tras estas acciones se esconde un tipo maltrato infantil, porque las criaturas suelen ser utilizadas por sus padres como “instrumento” de
venganza.
Este es un tema muy peliagudo, pero detrás de estas tristes historias existe mucho dolor y sufrimiento y los más que sufren son las inocentes criaturas.
Fotografía: Internet
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