sábado, 13 de noviembre de 2021

La vida es una escuela

 


Todos los día tengo algo que aprender, algo que olvidar y mucho que agradecer...

La mayor fuente de insatisfacciones no es la realidad, las adversidades o los obstáculos, sino nuestras expectativas. Somos nosotros nuestro principal enemigo porque, cuando nuestras expectativas son demasiado elevadas y no se corresponden con la realidad, corremos el riesgo de venirnos abajo. De hecho, una de las características esenciales de las personas resilientes consiste en tener expectativas adecuadas, objetivas y contextualizadas.

Sin embargo, para generar expectativas que guíen nuestros pasos por el buen camino, no basta con ser conscientes de nuestras potencialidades y limitaciones, sino que también debemos tener una imagen realista del mundo que nos rodea. Desgraciadamente, con el auge del positivismo en el mundo de la psicología, muchas personas han perdido, de cierta manera, el contacto con la realidad, alimentando así expectativas poco realistas que después dan lugar a la frustración y hacen que el fracaso tenga un sabor aún más amargo. No obstante, debemos tener en cuenta que las expectativas irreales no solo no nos acercan a nuestras metas, sino que nos convierte en personas más vulnerables, dice la psicóloga Jennifer Delgado S.

Por eso, de vez en cuando es conveniente recordar algunas enseñanzas para la vida que pueden convertirnos en personas más fuertes o, cuanto menos, más conscientes y proactivas. La vida es una escuela y sus enseñanzas nos ayudan a ver, comprender y aceptar. La vida es ahora.

Puede que no exista un mañana. Es probable que ahora mismo muchas personas estén planificando un mañana que no llegará. Es una de las enseñanzas de la vida más tristes, pero a la misma vez, es terriblemente cierta. Todo lo que tenemos es el presente, así que, es mejor que lo aprovechemos sabiamente porque el futuro es incierto.

La vida no es fácil. Para lograr que nuestros sueños se hagan realidad, debemos trabajar duro. El éxito se construye día tras día, no llega con golpes de suerte. Detrás de cada persona exitosa siempre hay una historia de sacrificios. Cuanto antes comprendamos esa realidad, antes podremos poner manos a la obra para lograr lo que deseamos.

No se puede controlar todo. La sensación de control nos hace sentir cómodos y seguros. Sin embargo, la mayoría de las cosas importantes de la vida escapan a nuestro control. Eso implica que, en vez de invertir tiempo y esfuerzo en intentar controlarlas, es mejor aprender a aceptar la incertidumbre y desarrollar herramientas para lidiar con la inseguridad ante el futuro.

La información no es conocimiento. Tener información no significa, necesariamente, comprender. De hecho, las enseñanzas de la vida más importantes suelen provenir de la experiencia directa. Solo a través de nuestras vivencias podemos crecer y entender la verdadera magnitud de muchas cosas. Es necesario experimentar, caer y volver a levantarse.

Es imposible cambiar el pasado. Nadie puede volver atrás para empezar de nuevo, pero tenemos la posibilidad de comenzar hoy mismo a construir un nuevo final. De nada sirve lamentarse por lo ocurrido porque no podemos cambiarlo, pero podemos cambiar nuestra reacción ante ese evento. Recuerda que solo cuando aceptamos el pasado nos liberamos de él y somos verdaderamente libres para construir un nuevo futuro.

No se obtiene, sin dar algo a cambio. Por mucho que la sociedad se haya empeñado en decirnos que podemos obtener todo lo que deseamos, lo cierto es que, para lograr grandes cosas, para poner en práctica cambios trascendentales, siempre nos veremos obligados a renunciar a algo. Ir hacia adelante también implica dejar posesiones, costumbres o incluso personas en el pasado.

Siempre habrá personas que no nos agraden. Por mucho que nos esforcemos, siempre habrá personas que no estén de acuerdo con nuestras ideas o formas de actuar y que, a la postre, se convertirán en un obstáculo para alcanzar nuestras metas. Sin embargo, no tiene sentido quejarse o intentar agradarles, en su lugar, debemos concentrarnos en hacer lo que realmente nos satisface, siendo fieles a nuestros valores. No podemos caerle bien a todos, pero es importante que nos sintamos satisfechos con nosotros mismos.

El dolor es inevitable, el sufrimiento es opcional. Tarde o temprano, el dolor tocará a nuestra puerta. La adversidad, la pérdida de personas queridas e incluso las enfermedades son inevitables. Sin embargo, podemos elegir cómo reaccionar ante esas circunstancias, podemos aprender de ellas y crecernos ante los problemas o, al contrario, podemos dejar que nos derroten. Recuerda que es en las grandes adversidades cuando descubrimos hasta dónde somos capaces de llegar.

Siempre habrá alguien mejor. La vida no es una competencia para ser los mejores, es un camino para encontrar la felicidad. La carrera desenfrenada por acaparar más posesiones o por tener más éxito, a menudo solo conduce a un estado de insatisfacción permanente. Al contrario, aceptarnos y comprender que lo más importante no es el resultado final sino el camino, es la clave para vivir de forma más plena. No olvides que lo que obtienes al alcanzar tus metas, no es tan importante lo que has conseguido, sino en quién te has convertido intentando alcanzarlas.

La única persona que nos puede hacer felices, somos nosotros mismos. La semilla de la felicidad se encuentra dentro de nosotros. Las personas a nuestro alrededor y las condiciones externas pueden brindarnos fugaces momentos de felicidad, pero es nuestra actitud la que determina si ese estado será estable a lo largo del tiempo o se esfumará. La felicidad es una decisión personal que se toma aquí y ahora, no es necesario supeditarla a ninguna persona ni a ninguna condición.

La vida es un camino a largo plazo, en la que tú eres maestro y alumno; unas veces te toca enseñar, todos los días te toca aprender.


Fotografía: Internet

 

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