sábado, 20 de noviembre de 2021

Cuando el alma necesita llorar

 


Cuando el alma se rompe necesita desahogarse... La vida es dura, pero con los bellos momentos se aprende que, aunque las lágrimas nos ensucia el rostro termina limpiando y aliviando el corazón.

No todas las personas somos iguales ni gestionamos los problemas de la misma manera. Cada uno procesa la realidad de un modo propio en el que los tiempos de reacción son distintos. Por ello, la forma de canalizar las emociones es diferente. Esto significa que personas más sensibles necesiten recurrir al lloro como mecanismo de alivio, mientras que otras tardan más en experimentar ese desahogo a través de las lágrimas, o bien, ni lo necesita porque parecen tener un corazón de piedra.

Hay personas que no pueden llorar y se preguntan el por qué no pueden llorar. Unas son muy lloronas y otras incapaces de desahogar sus emociones a través de lágrimas. El lloro y el llanto son un alivio fisiológico que permite liberar tensiones y estrés, sin embargo, no está al alcance de todos, porque no todos son sensibles y empáticos.

A veces la sensibilidad de una persona está más a flor de piel, como si presagiara algo no deseado. Existen viejas creencias que van desmoronándose con el tiempo, pero hubo un tiempo que se hablaba mucho de los presentimientos que nos alertaba de que algo iba a suceder, y sucedía, pero al parecer los científicos ya no consideran que los presentimientos sean solo una leyenda popular que se pierde en la noche de los tiempos. Debemos de estar atentos y pongamos atención a nuestros presentimientos para escuchar lo que te dice el destino.

Los estudios demuestran que somos capaces de adelantarnos a algo que ocurrirá, puede ser sobre un accidente, una enfermedad... Ese presentimiento te ronda de día y de noche y en medio del sueño te despiertas llorando, no ocurre siempre, pero ocurre. Para la psicóloga Gema Sánchez Cueva, este hecho es muy interesante. Ella quiere informarnos de algo que vendrá bien para aquellos que se niegan a exteriorizar sus emociones, los que siempre piensan en la compostura, reír está bien y llorar está mal. La emotividad es espontánea y hay que dejar que fluya con naturalidad. La psicóloga dice que si tenemos la facultad de reír y llorar ¿por qué privarnos de ello?

“El llanto es a veces el modo de expresar las cosas que no pueden decirse con palabras.” Concepción Arenal.

Llorar es bueno para el alma. Yo suelo reír con total desenfado, si he de reír una broma o un evento feliz lo disfruto al máximo, pero si estoy triste porque todo se complica o se me fue un ser querido, lloro, lloro con total libertad, no quiero guardarme en el corazón lágrimas que me hagan sentir ahogada o herida por mucho tiempo. Mejor las dejo correr y que las lleve el viento, suena poético, lo sé, pero mejor así.

De todas maneras, estudios recientes afirman que llorar le hace bien al alma, al corazón, al cuerpo y a la mente. Esto no es nada nuevo y seguro que más de uno lo ha comprobado por sí mismo, cuando agobiados por los problemas un día nos dejamos llevar por las lágrimas; por haber perdido a alguien que era parte de nuestra vida, por las lejanías silenciosas, por las cercanías que duelen, por la soledad en compañía, por las frustraciones, por las pequeñas victorias y las grandes derrotas, por todo eso y más hemos llorado, claro que sí… Y, aquellos que piensan que hay que saber controlarse para no llorar, porque las lágrimas es signo de debilidad, que no llore.

“Llorar no indica que eres débil. Desde el nacimiento, siempre ha sido una señal de que estás vivo.” Charlotte Brontë.

Llorar ayuda a expresar sentimientos de tristeza o pena, pero también arranca el dolor del abandono, la impotencia, la zozobra...  El llanto nos ayuda a liberarnos de sentimientos negativos y a descargar el estrés que a veces nos paraliza. También lloramos de felicidad y de alegría, entonces, ¿por qué no llorar cuando realmente lo necesitamos? Otra cosa es el teatro del llanto del cocodrilo venido de gente que quieren embaucarte para un fin; bien porque quieren dar lástima y ganar tu cariño, o bien con la mala intención de captar tu atención y poder involucrarte en feos planes por celos y venganza. La gente que utiliza la lágrima falsa que recuerde, que recibirá 'el consuelo' al caer la tarde de su vida...

Aunque se aconseja que es bueno llorar para liberarte, no pensemos tampoco en aficionarnos al llanto, la vida requiere también de entereza, pero cuando queremos llorar porque nos sentimos derrotados, hay que dejar que esas lágrimas nos liberen del sentimiento que nos angustia. Tampoco hay que negarle a la felicidad una lágrima, esa que emana fácilmente y luego parece extinguirse sin más… Ahora que si te ahoga la pena, la desesperación o la impotencia, llora. ¡Llora mucho y grita! Golpea tu almohada y vuelve a llorar, desahógate, porque para llenarse de nuevo de alegría hay que vaciarse primero del dolor y del enojo.

Andando se hace camino y con el tiempo nos damos cuenta que la vida pasa rápido, y muchos sueños se quedan sin cumplir, porque la realidad no deja paso a los sueños. Descubrimos que la vida de cada persona parece tener marcada su trayectoria, y aunque pongas empeño en cambiar el curso de alguna tormenta, ésta se desencadena y los estragos ahogan las ilusiones. La vida es similar a un rompecabezas, cada pieza tiene una razón, un lugar y un porque, por eso, no insistas en colocar piezas donde no caben. 

Las personas fuertes sonríen con el corazón roto, lloran a puerta cerrada y pelea batallas de las que nunca nadie se entera. Dicen que después de la tormenta viene la calma, y llorar es saludable por cuanto nos libera de la frustración y la ansiedad, lo dicen los expertos. Después de llorar seguro nos sentiremos mejor…

“Voy a llorar sin prisa. Voy a llorar hasta olvidar el llanto y lograr la sonrisa...”. Sara de Ibáñez

Aunque las cosas no cambien por una lágrima, siempre podemos y en eso estarán de acuerdo conmigo, retomar con más calma el empeño de la vida… Llora que eso es sano, y llora porque alivia el alma, porque: “emociones expresadas, emociones superadas”. Y no solo hay que dejarse llevar, hay que liberar el alma a través del llanto. Hay que enseñar a los niños a expresar los sentimientos sin límites, sin restricciones, eso no nos hace más frágiles, nos enseña que llorar, no solo devuelve la calma sino que también nos hará más comprensivos y más fuertes.

“Dios nos dio el llanto para que otras personas pudieran ver cuando necesitábamos ayuda y ayudarnos”. Joshilyn Jackson

Hay días que no pararía de llorar; llorar porque hay heridas abiertas; llorar porque la añoranza ahoga; llorar porque los recuerdos reavivan hermosas vivencias; llorar por los momentos tristes que también los hay. Hoy yo no pararía de llorar hasta agotar todas las lágrimas contenidas; llorar por el desgarro que deja la ausencia de las personas que más he querido y quiero: mis padres. Tal día como hoy que se fue mi padre. Hoy lloro desconsoladamente en la soledad de mi pena, pero esa pena se disipa tan pronto aparece el calor del amor compartido, unos sentimientos armoniosos y cómplices frente a situaciones sobrevenidas que había que afrontar, ahí estaba esta hija junto a sus padres dándoles cariño, fuerza y apoyo para que no desfallecieran. Me alegra saber que están en el mejor lugar gozando del amor de Dios. ¡Hasta pronto! Nos más llanto ni sufrimiento.

La añoranza despierta esas ganas de llorar de repente, querer estar solos y al mismo tiempo necesitar un abrazo… Las lágrimas son signo de sentimientos que no podemos expresar con palabras, aunque pide a gritos un hombro en quien poder apoyarse. Si necesitas llorar, llora, las lágrimas purifican el alma y desahogan el corazón.

Derramar lágrimas emocionales hacen que el cuerpo libere oxitocina y endorfinas, las cuales hacen que las personas se sientan bien, por otra parte, pueden aliviar el dolor físico y emocional, dando una sensación de bienestar. A veces llorar es la única forma en que los ojos hablan cuando la boca no puede explicar lo roto que está su corazón.

Ahora me doy cuenta que está en mis manos ser feliz o seguir llorando, depende de mí mi destino. Me doy cuenta que se lucha por quien se quiere, sin olvidar la delgada línea entre perder el orgullo a perder la dignidad. Se lucha hasta el punto que lo consigues, o te retiras a tiempo para luchar por nuevas cosas, conocer nuevas personas y encontrar nuevos caminos. Marianne Manterola Proal


Fotografía: Internet

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