sábado, 4 de septiembre de 2021

El que miente peca

 


Y no engañaréis, ni mentiréis el uno al otro. Levítico 19:11

No mintáis los unos a los otros, habiéndoos despojado del viejo hombre con sus hechos. Colosenses 3:9.

La mentira es uno de los pecados más generalizados en nuestra sociedad, hasta tal punto que la conciencia de muchos cristianos se ha insensibilizado y debilitado con respecto a este pecado.

Mucha gente cree que es imposible vivir sin mentir, por esa razón la mayoría se justifica al hacerlo, pero toda justificación es ilusoria y carece de todo fundamento, pues la falsedad y la mentira son inmorales y contrarias a la conducta que Dios requiere de sus hijos.

¿Qué es la mentira? Es la expresión o manifestación contraria a la verdad, con intención deliberada para perjudicar la integridad de alguien, o para sacar provecho. Es presentar algo equivocado como verdad y aseverarlo como cierto. Su esencia es el engaño al prójimo y su gravedad depende del grado de egoísmo o maldad que la engendra.

Es una manifestación de la naturaleza caída del hombre, puede ser una expresión espontánea, como una salida o recurso fácil en un momento concreto, o un engaño fríamente calculado o premeditado. Es decir, puede ser generada por una actitud descuidada y fantasiosa en nuestro modo de pensar y de hablar o por un engaño deliberado. Para el mentiroso la mentira se convierte fácilmente en un hábito, hasta el punto de que su conciencia se vuelve insensible.

La mentira es pecado y el que miente sabe que está mintiendo. La mentira es fruto de la envidia y de la mezquindad de un pobre corazón que no encuentra la paz, por eso debemos hablar siempre con la verdad, la verdad nos hará libre. El mentiroso es una persona sin escrúpulos y para sostener una mentira tiene que inventar más mentiras. Dios condenó desde el principio este mal tan común en la sociedad y así lo manifestó en los diez mandamientos:

No hablarás contra tu prójimo falso testimonio. Éxodo 20:16.

Uno de los frutos más evidentes de nuestra conversión a Cristo es dejar de mentir. La falsedad y el engaño son muy perjudiciales en la relación entre los hermanos, discípulos de Cristo. Fomenta la desconfianza, el recelo, la duda, la incredulidad y la sospecha. Además, destruye la comunión y el clima de fe, de amor y de unidad y es un pésimo testimonio ante el mundo.

Por lo cual, desechando la mentira, hablad verdad cada uno con su prójimo, porque somos miembros los unos de los otros. Efesios 4:25.

El Señor nos enseña a aborrecer la mentira y el engaño en todas sus variantes y formas. Debemos desechar la mentira de todas las áreas de nuestra vida, ya sea en el hogar como en el trabajo, con la familia, amigos, la iglesia, la escuela, es decir, de todo ámbito y relación.

Desechando pues toda malicia, todo engaño, hipocresía, envidias y todas las detracciones. 1ª Pedro 2:1.

Nuestra conducta debe caracterizarse por la honestidad, la honradez, la integridad, la sinceridad, la transparencia y la veracidad. Una sociedad asentada sobre la mentira y el engaño está destinada a desmoronarse. En la Biblia podemos encontrar causas y ejemplos del engaño y la mentira:

Génesis 3: 4- Satanás engaña a Eva para poder destruirla.

Génesis 4: 9- Caín miente a Dios para ocultar su pecado, (mató a su hermano Abel).

Génesis 27- Jacob engaña a su padre Isaac para quedarse con la bendición de Esaú.

Génesis 37: 32- Los hermanos de José engañan a su padre Jacob para ocultar su maldad a traición.

Mateo 2:1-12- Herodes engaña a los magos para poder matar a Jesús.

Lucas 23: 2- Los judíos acusan a Jesús por celos y odio.

Dios prohíbe y condena el engaño y la mentira. La mentira destruye la confianza y la hermandad, por eso, no debemos engañar ni mentir ni jurar falsamente.

Levítico 19: 11-12: “No hurtaréis y no engañaréis ni mentiréis el uno al otro. Y no juraréis falsamente por mi nombre, profanando así el nombre de tu Dios. Yo Yahveh”.

Dios abomina y destruirá al mentiroso y engañador.

Salmo 5:6: “Destruirás a los que hablan mentira, al hombre sanguinario y engañador abominará Yahveh”.

Dios aborrece la mentira y la falsedad.

Prov. 6: 16-19: “Seis cosas aborrece Yahveh y aun siete abomina su alma: los ojos altivos, la lengua mentirosa, las manos derramadoras de sangre inocente, el corazón que maquina pensamientos inicuos, los pies presurosos para correr al mal, el testigo falso que habla mentiras y el que siembra discordia entre hermanos”.

Prov. 12: 22: “Los labios mentirosos son abominación a Yahveh, pero los que hacen verdad son su contentamiento”.

Las mentiras corrompen al hombre.

Mateo 15:18-20: “Lo que sale de la boca, del corazón sale y esto contamina al hombre. Porque del corazón salen los malos pensamientos, los homicidios, los adulterios, las fornicaciones, los hurtos, los falsos testimonios, las blasfemias. Estas cosas son las que contaminan al hombre”.

La mentira es la esencia del mismo diablo. El engaño y la mentira evidencian la degradación del hombre sin honor y sin dignidad.

Prov. 26: 24-28: “El que odia disimula con sus labios, más en su interior maquina engaño. Cuando hablare amigablemente, no le creas, porque siete abominaciones hay en su corazón. Aunque su odio se cubra con disimulo, su maldad será descubierta en la congregación”.

El engaño hace infeliz a quien lo practica.

1ª Pedro 3:10: “El que quiere amar la vida y ver días buenos, refrene su lengua del mal y sus labios no hablen engaño”.

Jesús aborrece y condena la hipocresía.

Mateo 15:7-8: “Hipócritas, bien profetizó Isaías cuando dijo: Este pueblo de labios me honra, más su corazón está lejos de mi”.

1ª Pedro 1: 22: Los mentirosos serán condenados al fuego eterno.

Apocalipsis21:8: “Pero los cobardes e incrédulos, los abominables y homicidas, los fornicarios y hechiceros, los idólatras y todos los mentirosos tendrán su parte en el lago que arde con fuego y azufre que es la muerte segunda”.

Siempre debemos hablar con la verdad. La posibilidad de comunicar la verdad constituye la virtud esencial de la palabra hablada. El que dice la verdad, se vuelve digno de confianza. Pero para hablar la verdad es necesario pensar y actuar conforme a la verdad.

Cristo el Señor nos ordena ser absolutamente veraces 'vuestro sí sea sí y vuestro no sea no'. Mt.5: 37.

¿Cómo ser libres de la mentira y del engaño? Con el arrepentimiento: Cambiar nuestra actitud y mentalidad con respecto a la mentira y el engaño. Rechazar y desechar la mentira desterrándola de nuestra vida.

“Toda mentira es pecado y debe ser debidamente confesado, aclarando la verdad a Dios y a las personas engañadas”. Prov. 28: 13-14, 1ª Juan 1: 9, 2:1.

“Cuando la mentira constituye un vicio arraigado en nuestra manera de vivir, debe ser confesado a un hermano maduro y responsable, en busca de reorientación y mayor entendimiento”. Santiago 5:16.

Stg. 5: 19-20, Gál. 6: 1-2, Ef. 4: 25: “Como este pecado afecta a las relaciones entre hermanos, somos responsables los unos por los otros para corregir, amonestar, enseñar, etc.”.

Todo aquel que hace lo malo, aborrece la luz y no viene a la luz, para que sus obras no sean reprendidas. Mas el que practica la verdad, viene a la luz, para que sea manifiesto que sus obras son hechas en Dios. Juan 3: 20-21.

En resumen, Cristo nos ordena ser absolutamente veraces y desechar la mentira en todas sus formas: engaño, falso testimonio, hipocresía, fingimiento, exageración, calumnia, deshonestidad, fraude, incumplimiento injustificado, falsificación y en todas las áreas de nuestra vida, aun cuando eso signifique sufrimiento por hacer su voluntad. Toda mentira debe ser confesada, y resarcir con la verdad a las personas perjudicadas.

Toda mentira es pecado, por tanto, el que miente debe reconocer su falta y confesar su pecado; allí dónde dijeres mentiras, allí debes ir y confesar tu culpa. No olvides que el destino de los mentirosos es el infierno.

Una vez que hemos visto todo esto que declara las Sagradas Escrituras acerca de la mentira, es obvio que debemos hacer lo que sea necesario para librarnos de ella.

Vivamos en la verdad, porque Dios conoce las intenciones y ve la sinceridad del corazón y cuando ve que reconocemos nuestros errores y ve nuestro arrepentimiento y nuestra intención de cambiar y luchar contra el mal hábito de mentir, cuando ve nuestro esfuerzo nuestra entrega y confianza puestas en Él, entonces nos dará las fuerzas para no caer más y dejar atrás toda nuestra maldad... 

Pues, arrepiéntete de corazón y Dios te perdonará. ¡Que así sea!

Fotografía: Minglano

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